Que la tierra le sea leve al gran Francisco Ibáñez
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Yo también vengo a llorar la muerte de Francisco Ibáñez. Que llegue un poco tarde se ha debido a una serie de artículos, que me han ocupado hasta hace apenas unas horas, impidiéndome acusar el óbito de este gran historietista español el pasado sábado, cuando, como el resto de los lectores de las aventuras de Mortadelo y Filemón, sentí la noticia de la muerte de su creador con un dolor muy íntimo. Porque yo nací en la España del tebeo, que con tanto acierto la llamó Antonio Altarriba en el excelente ensayo que dedicó a tan queridas viñetas en 2001. Aquella España en la que el término “cómic” aún estaba por acuñar -como tantas palabras llegó siendo un extranjerismo, que empezó a oírse a finales de los años 60- y no digamos el resto de las denominaciones, aún más pomposas y recientes -noveno arte, novela gráfica-, que, en cierto sentido, denotan la elocuencia que nos falta para hablar de los tebeos con todo el cariño que les profesamos y el encomio que, sólo por eso, se merecen estas “publicaciones infantiles” -o “juveniles”- que se autodenominaban en la leyenda que rezaba bajo el título.
Publicado el 20 de julio de 2023 a las 23:00.