Una extraña aventura de Blake y Mortimer
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Leí Brussel (1992), una de las entregas más destacadas de Las ciudades oscuras, el verano pasado y me cautivó de un modo extraño. No fue, desde luego, ese entusiasmo con el que me rindo ante las historias que me apasionan sean cual sea su formato. La propuesta de Benoît Peeters (guión) y François Schuiten (dibujo) me atrapó con sutileza, como una obsesión. De hecho, todavía le estoy dando vueltas a su universo paralelo, poblado por urbes imaginarias, o remedo de algunas reales, asoladas todas ellas por extraños cataclismos.
Lo que en verdad no esperaba es encontrarme en dicho universo a mis queridísimos Blake y Mortimer. Llegué a El último faraón por ellos y más que una nueva aventura de los amigos del Centaur Club, que aquí llevan años sin verse, me he encontrado con una nueva ciudad oscura. Ya sé que en la contraportada del díptico de los inmortales se anuncia como fuera de colección. Pero imaginé que ese distanciamiento entre la serie canónica y este álbum sería semejante a la existente entre Las aventuras del teniente Blueberry y Marshall Blueberry, por poner un ejemplo.
Publicado el 11 de mayo de 2020 a las 23:30.