Archivado en: Cuaderno de lecturas, Jacques Martin, Alix, "El caballo de Troya"
Otra de las muchas cosas que me maravillan de las aventuras de Alix es la frecuencia con que Jacques Martin alude en ellas a los mitos de la antigüedad. En este sentido, puede perfectamente compararse con Robert Graves. Al menos, yo acabó de leer El caballo de Troya con la misma satisfacción que hace treinta años leía El vellocino de oro, La hija de Homero, Rey Jesús y el resto de las novelas grecolatinas -si se me permite la expresión- de Graves en aquellas espléndidas ediciones que ponía a la venta Edhasa.
Aunque se tienda a asociar todos los mitos de la antigüedad clásica en una misma época, lo cierto es que la guerra de Troya, en cuyo final se enmarca el episodio del caballo, dista más de un milenio del siglo I a de C. que sirve de telón de fondo a las aventuras de Alix. Puesto a salvar semejante anacronismo, el gran Jacques Martin inventa una conjura integrada por los descendientes de los troyanos. Se han unido a fin de destruir el para ellos nefasto caballo, que ahora, más de mil años después de llevar la destrucción a Troya, se venera en un templo de Priene.
Publicado el 13 de mayo de 2014 a las 17:45.