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Blog de Javier Memba

El insolidario

Continúa el enigma de Alicia

Archivado en: Inéditos, cine, la Alicia de Tim Burton

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            Vi Alicia en el país de las maravillas (Clyde Geromini, Wilfred Jackson y Hamilton Luske, 1951) siendo un niño y me asustó. Tiempo después, ya experto en cierto placer que me callo, pero que sabrá adivinar el buen entendedor, al volver a visionarla bajo sus efectos, comprendí que aquélla era una cinta para alucinados, que no para niños. Entonces sí que me gustó. Ya en épocas más recientes he leído que Alicia... fue el fracaso, relativo pero fracaso al cabo, de cuantos largometrajes de animación produjo la Disney en vida de su fundador.

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Publicado el 21 de mayo de 2010 a las 01:45.

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Volver a Eric Rohmer

Archivado en: Inéditos, cine, Eric Rohmer, Nouvelle Vague

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            Antes que nada pido disculpas por no haber acudido ayer a mi cita diaria con el mundo digital. Tengo un buen motivo: he recuperado la calma. Esa serenidad que siempre pierdo cuando Cristina, mi equilibrio, se va a ver a sus padres y ese otro yo que habita en mí, y es mi peor enemigo, se desata. Mi álter ego fatal parece que se marcha. El delirio remite. Retorna la calma. Los días vuelven a serme favorables.

            Otra vez sosegado, de nuevo tranquilo, sin la dichosa autodestrucción a cuestas, puedo entregarme al mayor placer que me ha deparado la existencia: ver una película. Amar a Cristina es otro asunto, la lectura le va a la zaga y la escritura es un ajuste de cuentas con la realidad. Pero desquite al cabo.

            En este caso, la cinta que me ha devuelto lo sublime de lo cotidiano ha sido Les rendez-vous de Paris (1995), de Eric Rohmer, como es sabido: todo un maestro en el retrato de las ninfas galanteando.

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Publicado el 19 de mayo de 2010 a las 13:15.

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Recordando a Lena Horne

Archivado en: Inéditos, cine, Lena Horne

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I Remember Lena Horne

            Como el lector comprenderá, yo no tuve el honor de conocer a Lena Horne, fallecida el pasado día 10. Si afirmo en el título de este post que la recuerdo es a imitación de aquel I Remember Clifford de Benny Golson -inolvidable en la versión de Dizzy Gillespie- o aquel otro I Remember Django de Barney Kessel, que este guitarrista -uno de los mejores que dio el bop- grabó junto al violinista Stéphane Grappelli. ¡Ya es decir! Lo de "recuerdo" se me antoja una fórmula frecuente entre las mejores piezas de la historia del jazz y Lena Horne grabó una versión memorable de Stormy Weather.

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Publicado el 16 de mayo de 2010 a las 23:45.

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Un texto inédito al hilo de la extraña muerte de David Carradine

Archivado en: Cine, David Carradine, inéditos

Blog de Javier MembaA finales de los años 60, cuando el American Film Institute rindió un merecido homenaje a Hitchcock, en un momento dado, uno de los ponentes advirtió que el auditorio se había quedado vacío. No era que el mago del suspense no mereciera el más encendido tributo por parte de cuantos debieron ocupar los asientos. Eran las miserias de la toxicomanía, que habían llevado a la totalidad de la audiencia a los retretes y otros lugares, más o menos discretos, a entregarse al protocolo de la ya consabida cocaína.

 Esa es la anécdota con la que suele iniciarse el relato de la experiencia de la generación que cambió Hollywood y David Carradine, fallecido el pasado miércoles en Bangkok, perteneció por derecho propio a ella. Es más, las extrañas circunstancias que rodean su muerte —ahorcado, encerrado en un armario y con la soga, supuestamente, ciñéndole los testículos—, llevan a pensar que no era tal ese sosiego que decía haber recuperado desde de Quentin Tarantino le encomendó la creación de Bill, el amante de la novia (Uma Thurman), en las dos entregas de Kill Bill (2003 y 2004).

 En efecto, esa generación, que tiene por abanderado a Dennis Hopper —el antiguo rey de los excesos—, en cuya nómina cuentan nombres como los de Martin Scorsese, Francis Ford Coppola o Robert de Niro, llevó a Hollywood del racismo a la tolerancia racial y del puritanismo a los desnudos fugaces de las actrices. Pero en su experiencia liberadora, pagó un alto precio a la autodestrucción y a los desequilibrios. Aunque todavía es pronto para aventurar conclusiones, muy probablemente, David Carradine ha sido el último de los caídos en ese combate contra el desasosiego.

 No deja de ser curioso que el Pequeño Saltamontes, tan tocado por el orientalismo como todos los hippies, haya ido a morir en Bangkok. Sin embargo, hay en ello una lógica tan aplastante como en cierto dato que observan los comentaristas más agudos: la heroína que el Vietcong dejó caer convenientemente sobre los soldados estadounidenses jugó un papel determinante en el galope del Caballo de la muerte en Estados Unidos y por ende en sus países satélites. En cualquier caso, la toxicomanía fue el comienzo de la experiencia errática de David Carradine.

 Al igual que los hermanos Fonda y algunos otros hijos de los grandes del Hollywood clásico, los hermanos Carradine —hijos de John Carradine, el gran villano de la Fox y uno de los actores favoritos de John Ford— fueron de los primeros hippies que conoció ese Hollywood que se resquebrajaba en los años 60. Casado en primeras nupcias —el 29 de diciembre de 1960— con Donna Lee Becht, el inquieto Carradine permaneció a su lado mientras interpretaba sus primeros westerns de escaso presupuesto y participaba en alguna que otra serie de televisión.

 Es harto significativo que fuese precisamente en 1968 —el año clave en la revolución juvenil del pasado siglo— cuando el joven Carradine se separó de su primera mujer para situarse en la estela de la sedición que se gestaba en los campus de Berkeley y en los conciertos de The Doors. En aquellas protestas se mezclaban los Panteras Negras con la insumisión frente al conflicto vietnamita, aderezado todo ello con ácido lisérgico. Ése era el telón de fondo de David cuando, en 1972, rodando Boxcar Bertha a las órdenes de Martin Scorsese —una de las más comprometidas visiones del sindicalismo de la pantalla estadounidense— conoció a la actriz Barbara Hershey. A la sazón, la joven sintetizaba a la perfección la belleza de las hippies californianas: iba descalza a los sitios, se hacía llamar "Gaviota", llevaba a los hijos colgando del cuello y estaba obnubilada con el orientalismo. La unión, tan libre como el amor en el flower power, no tardó en producirse.

 Ese hippismo -según contaba la revista Garbo y otras publicaciones de la crónica social de entonces, David y la bella Barbara vivían en una comuna- fue determinante para que el actor incorporara a Kwai Chang Caine, Kunfú para el Respetable.

 Marchitas ya las flores del sueño californiano, Carradine se incorporó malamente a esa vida burguesa que acaba por imponerse inexorable. En febrero de 1977 se casó con Linda Gilbert, de la que se separó seis años más tarde. Como tantos antiguos politoxicómanos, el actor superó su propensión a los estupefacientes mediante la botella. A la postre, el alcohol no acarrea más problemas que el fin de los matrimonios y la expulsión de los bares. Casado con la también actriz Gail Jensen, la unión se prolongó desde 1988 hasta 1997. Su ya cuarta mujer no le tuvo en cuenta una detención en 1989, por conducir borracho como una cuba, que le llevó a dormir la mona a la comisaría durante 48 horas y a los correspondientes servicios pringantes.

 El más corto de los matrimonios del actor fue el que le unió a la actriz Marina Anderson. El vínculo sólo duró cuatro años, los que se fueron entre 1998 y 2001. A la sazón, la actividad profesional del Pequeño saltamontes había decaído hasta el punto de que el antiguo protagonista de Scorsese y Hal Ashby rodaba lo que fuera con tal de que pagaran. Dudaban de él cuando aseguraba que había dejado la botella.

 Y entonces llegó Quentin Tarantino, que tanto admiró a Carradine en su creación de Kwai Chang Caine, dispuesto a recuperarle. En diciembre de 2004, el actor se casaba con su sexta mujer, Annie Bierman. Todo parecía haberse enmendado cuando las extrañas circunstancias de la muerte del Pequeño saltamontes vuelven a sumir su rehabilitación en las dudas.

 (junio, 09)

Publicado el 15 de abril de 2010 a las 16:45.

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Javier Memba

Javier Memba

            Periodista con más de cuarenta años de experiencia –su primer texto apareció en la revista Ozono en 1978-, Javier Memba (Madrid, 1959) fue colaborador habitual del diario EL MUNDO entre junio de 1990 y febrero de 2020. Actualmente lo es en Zenda Libros. Estudioso del cine antiguo, en todos los medios donde ha publicado sus cientos de piezas ha demostrado un decidido interés por cuanto concierne a la gran pantalla. Puede y debe decirse que el setenta por ciento de su actividad literaria viene a dar cuenta de su actividad cinéfila. Ha dado a la estampa La nouvelle vague (2003 y 2009), El cine de terror de la Universal (2004 y 2006), La década de oro de la ciencia-ficción (2005) –edición corregida y aumentada tres años después en La edad de oro de la ciencia ficción-, La serie B (2006), La Hammer (2007) e Historia del cine universal (2008).

 

            Asimismo ha sido guionista de cine, radio y televisión. Como novelista se dio a conocer en títulos como Homenaje a Kid Valencia (1989), Disciplina (1991) o Good-bye, señorita Julia (1993) y ha reunido algunos de sus artículos en Mi adorada Nicole y otras perversiones (2007). Vinilos rock español (2009) fue una evocación nostálgica del rock y de quienes le amaron en España mientras éste se grabó en vinilo. Cuanto sabemos de Bosco Rincón (2010) supuso su regreso a la narrativa tras quince años de ausencia. La nueva era del cine de ciencia-ficción (2011), junto a La edad de oro de la ciencia-ficción, constituye una historia completa del género, aunque ambos textos son de lectura independiente. No halagaron opiniones (2014) fue un recorrido por la literatura maldita, heterodoxa y alucinada. Por su parte, David Lynch, el onirismo de la modernidad (2017), fue un estudio de la filmografía de este cineasta. El cine negro español (2020) es su última publicación hasta la fecha.  

 


 

          

 

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Javier Memba en 2009

 

Javier Memba en 1988

 

Javier Memba en 1987

 

1996

 

 

Javier Memba en la librería Shakespeare & Co. de París

 

 

 

 

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Enlaces

-La linterna mágica

-Unas palabras sobre Vida en sombras

-Unas palabras sobre La torre de los siete jorobados

-50 años de la Nouvelle Vague en Días de cine

-David Lynch, el onirismo de la modernidad en Radio 3

-Unas palabras sobre Casablanca en Telemadrid

-Unas palabras sobre Tintín en Cuatro TV

 

 

ALGUNOS ARTÍCULOS:

Malditos, heterodoxos y alucinados de la gran pantalla

Nuevos momentos estelares de la humanidad

Chicas yeyés

Chicas de ayer

Prólogo al nº 4 de la revista "Flamme" de la Universidad de Limoges

Destinos literarios

Sobre La naranja mecánica

Mi tributo al gran Chris Marker

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Bohemia del 89

Unos apuntes sobre las distopías

Elogio de Richard Matheson

En memoria de Bernadette Lafont

Homenaje al gran Jean-Pierre Melville

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Tributo a Yasujiro Ozu con motivo del 50 aniversario de su fallecimiento

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Unos apuntes sobre dos cintas actuales

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El cine soviético del deshielo

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Del porno a la pantalla comercial

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Edward Hopper en estado puro

El cine de terror de los años 70

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Una entrevista a William McLivanney 

Novelistas japonesas

Treinta años de Malevaje

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Sobre las adaptaciones de Vicente Aranda

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Sylvia Kristel más allá de Emmanuelle

Roscoe Arbuckle, cuando se acabaron las risas

Laura Antonelli, la reina del softcore que perdió la razón

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Eloy de la Iglesia y el cine quinqui

Entiérralo con sus botas, su cartuchera y su revólver

La chica sin suerte

Bela Lugosi y la sombría majestuosidad de Drácula

La estrella de triste suerte

La desmesura de Jacques Rivette

Françoise Dorléac

Klaus el loco

Una hippie de los 70

Jean Esustache, entre la Nouvelle Vague y el ascetismo

Nadiuska, un juguete roto

Thea von Harbou

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Un guionista sediento

La reina del fantaterror patrio

Dalton Trumbo y los diez de Hollywood

La primera chica que arrojó una tarta 

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El músico del realismo poético

Otro tributo a la gran Patty Shepard

Elmer Modlin y su extraña familia

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Un amor más poderosos que la vida

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Entre el fantasma de su madre y el final del musical

Barbet Schroeder

Amparo Muñoz

Samuel Bronston más alla de Las Rozas

Chantal Akerman

Françoise Hardy 

Un antiguo dogmático

Jane Birkin

Anna Karina, su turbulento amor y el Madison

Sandie Shaw, ya con calzado

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La intérprete de Shakespeare que inspiró a The Rolling Stones

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Val Lewton y su dramatización de la psicología del miedo

La alimaña de Whitechapel

Cristina Galbó

La caravana Donner

Eddie Constantine

Un nuevo curso del tiempo

Rosenda Monteros

Una criatura de la noche

Una carta a Nicolás I

Edison y el 35 mm

Barbara Steele

El felón Esquieu de Floyran acaba con los templarios

Entre Lovecraft y Hitchcock

Tchang Tchong Yen recuerda a Hergé

La musa del ciberpunk

Néstor Majnó

Una leyenda del Madrid finisecular

El rey de la serie B

La primera cosmonauta soviética

Cuando la injuria sucede a la fatalidad

Bajo Ulloa y sus cuentos crueles

La cicerone de los Stones en el infierno 

Nace Toulouse-Lautrec

El París del Charlestón se rinde a Josephine Baker

Nastassja Kinski, la dulce hija del ogro

Un tributo a Sam Peckinpah

La leyenda del London Calling

Fiódor Dostoievski frente al pelotón de fusilamiento

Mi alucinada favorita

El hombre de las mil caras

El 7º de Caballería pierde la gloria

Un recuerdo de Silke

El genocidio camboyano

Peter Bogdanovich

Guy Debord y la sociedad del espectáculo

Un héroe de Iwo Jima 

Lupe Vélez tras el último tequila sunrise

El general Lee

Roman Polanski

Un hampón italoamericano

Jane Fonda en su juventud

Kraken en la Cuesta de Moyano

Josef von Sternberg

The Beatles en The Carvern y en el show de Ed Sullivan

Que la tierra le sea leve a Douglas Trumbull

El último superviviente del hampa de Chicago

Inma de Santis

El Álamo

Una musa insumisa

El malvado Zaroff y un elogio a las revistas pulp

Miles Davis

Un polaco y el amour fou

La Legión extranjera como género literario

Conchita Montenegro

Peter Lorre y su cara de villano

El juez de la horca

Syd Barrett

Kathleen Turner

Una caricatura de la hombría

Eric Clapton

Helga Liné

Butch Cassidy

Carlos Arévalo, un cineasta español

Nace el último bohemio

Pascual García Arano

María Perschy

El Combray de Ingmar Bergman

Carlos Castaneda

Una canción de Neil Young

Un suicida dandi

Hedy Lamarr

Philip K. Dick y sus realidades bastardas

La última mujer fatal

Andréi Tarkovski, otro maldito por la censura soviética

Nace la música de la New Age

"Wie einst" Lili Marleen

Una lectura de Byron en Villa Diodati

Un apostol de la sedición juvenil

Ava en mi ciudad

Rider Haggard

Una entrada para la "Historia universal de la infamia"

La Marguerite Duras cineasta

Gallardo y calavera

El hombre que vendió su alma a Elizabeth Taylor

El crímen de Charlotte Corday

Un elogio entusiasta de la urbe

Un ángel caído

Mary Bradbury teme por su vida

Pierre Étaix y su triste gracia

El mejor verano de los Rolling

María Rosa Salgado y su conmovedora discrección

La valentía de Ramón Acín

Sylvie Vartan

La cruz de Malta de Wim Wenders

La epifanía de Louis Daguerre

Carroll Baker

Marie Laforêt y mi amigo Eloy

Eliseo Reclus atisba su quimera

Patty Pravo

Richard Pryor contra sí mismo

Miroslava, una actriz marcada por la fatalidad

France Gall y el doble sentido

Robert Bresson y el cine puro

La gesta de Alekséi Stajánov

Nace el Rimbaud del Rock & Roll seminal

Dominique Dunne, una filmografía que se quedó en el aire

Un actor vampirizado por un personaje

Tolkien publica El Hobbit

La segunda musa de Godard

John Dos Passos entra en la eternidad

Alain Resnais, el cine de la memoria

Una musa del filme noir

El cadáver de Nancy Spungen en el Chelsea Hotel

La historia de Bobby Driscoll

Un icono del feminismo

Recordando a Tina Aumont

Colgaron a Gilles de Rais

Dario Argento

Nico en el cine

Dylan Thomas en su último trance

Brigitte Helm

Un punkie en la Disney 

Nace Billy el Niño

The Wall

Tennessee Williams

Vivien Leigh

Kazuo Sakamaki salva la vida en Pearl Harbor

El proscrito de la Escuela de Barcelona 

47 hombres de honor

Charlotte Rampling

La incomunicabilità del gran MIchelangelo Antonioni

F. Scott Fitzgerald

Un pilar del cómic estadounidense

Juliet Berto

Erik, el fantasma de la Ópera

Una comedia francesa

Un pesimista alegre

Una mirada indolente a la derrota 

Sender en Casas Viejas

Kipling en su último momento

Los hermanos Marx

Puente sobre aguas turbulentas

Anouk Aimée

Mary Shelley

Quentin Tarantino

Neal Cassady 

Natalie Wood

La heterodoxia de Ermanno Olmi

Fu-Manchú

Stefan Zweig pone fin a sus días

 

 

 

 

 

 

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