Seré el espectro de una calle de Madrid
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El Paseo del Prado
Dieciocho
Escribo guías sobre ciudades lejanas y recuerdo los días en que descubrí las calles de Madrid. Hace cuarenta y cinco años, cuando la de Guzmán el Bueno me parecía inmensa porque se extiende desde la avenida de la reina Victoria hasta Alberto Aguilera. Creo recordar que esta última era uno de los bulevares, así se le indicaba a los taxistas cuando querías que te llevaran por allí. De lo que guardo una memoria concisa es del barrio -o colonia sería mejor decir- de Pozas. Era un espacio triangular, comprendido entre las calles de Princesa, Serrano Jóver y Alberto Aguilera, donde ahora se encuentra El Corte Inglés y no sé qué hotel. Allí está localizado uno de mis primeros recuerdos, en una peluquería de Princesa, a la que me solían llevar. Aquello era en el año 63 y yo era un niño al que le daba miedo salir de Madrid. Así de sencillo. El mundo era raro, todo me inquietaba fuera de mi ciudad.
Y mi infancia se fue como uno de aquellos trayectos en que descubrí la calle de Guzmán el Bueno, admirándola en su inmensidad -hoy demediada- a través de los cristales del autobús 2. Ya adolescente, baqueteado por las primeras decepciones que me deparó la vida, hallé mucho solaz en mis primeros pasos por los rincones más angostos y recoletos de La Latina. Ávido de nostalgia, pero aún sin experiencia suficiente como para poder recordar, calculaba que la memoria habría de ser tan grata como aquellos paseos.
¡Vaya si lo es! Lo compruebo ahora, que escribo guías de viajes sobre ciudades tan misteriosas y literarias como San Petersburgo con sus noches blancas. Y por encima de todas las paginas que ha inspirado la Perspectiva Nevski, recuerdo los quioscos donde se despachaba agua de cebada en la calle de Eloy Gonzalo; las tiendas de artículos de corcho de la de Toledo o que no cambiaría uno de mis paseos por Carabanchel, en su conjunto, por volver a visitar Venecia...No hay ni una sola calle del centro de Madrid que no haya pisado alguna vez. Me pregunto en cuál de ellas morará mi espectro, por dónde vagará mi alma en pena cuando pasen doscientos o trescientos años.
Publicado el 6 de abril de 2011 a las 19:00.