viernes, 22 de noviembre de 2024 16:46 www.gentedigital.es
Gente blogs

Gente Blogs

Blog de Javier Memba

El insolidario

Catorce delicias de Stefan Zweig

Archivado en: Cuaderno de lecturas, sobre "Momentos estelares de la Humanidad", de Stefan Zweig

Foto: Javier Memba

     La Historia, "la narradora más grande de todos los tiempos", al igual que los grandes artistas, no es genial constantemente, sino por instantes. Esos son los momentos estelares de la humanidad, según se explica en el prólogo a estas "miniaturas".

   En la primera se nos presenta a un Cicerón cansado. Ya al final de su vida política, "el primer humanista del imperio romano, el maestro de la oratoria", está convencido de que la libertad colectiva no existe, sólo es posible la libertad individual. He ahí el primer gran acierto de estas interesantísimas páginas. Así las cosas, cuando Julio César regresa a Roma, Marco Tulio la abandona pese a que el emperador, aunque enemigo, se muestra respetuoso con él y no quiere matarle.

   Pero tras el asesinato de César, las rencillas entre sus antiguos enemigos llevan a Roma al borde de la guerra civil y Cicerón decide regresar al foro a defender la república. Se enfrenta entonces a Antonio, el nuevo dictador con sus Filípicas, pero también a Octavio y a Lépido, a quienes apoyó anteriormente. Cuando estos tres últimos olvidan sus pendencias y se alían, el maestro de la oratoria sabe que su suerte está echada. En una primera instancia intenta huir a Sicilia, pero decide regresar y enfrentarse a la muerte estoicamente.

*****

   La conquista de Bizancio viene a contarnos cómo la capital de imperio romano de Oriente cayó  en manos del sultán de los turcos, Mehmet, por la indiferencia de Europa, aunque había jurado defenderla.

   Después de un largo sitio, sólo Génova manda algunas naves con cereales para paliar el hambre de los defensores de la ciudad. Pero la alegría de los sitiados dura poco. Tras hacer llevar sus barcos por encima de una montaña, ya que una alianza con Génova no le permite atacar desde donde se encuentra su flota, Mehmet ataca el Cuerno de Oro -el puerto de Constantinopla- y acaba con la resistencia de la ciudad, entrando en ella a sangre y fuego.

*****

   La miniatura dedicada a Núñez de Balboa, Huida hacia la inmortalidad, es una huida hacia delante plena de todo ese indigenismo que cabe esperar. Se nos presenta al conquistador como un proscrito en Castilla y un moroso en La Española -Santo Domingo-, isla de la que tiene que huir escondido en un cajón de víveres para evitar a sus acreedores. Tras tomar tierra en Panamá, su desesperada búsqueda del oro, su huida hacia delante, le lleva a ser el primer europeo que ve el Pacífico latinoamericano, o lo que es lo mismo: el primer hombre que ha contemplado los dos océanos que abarcan nuestra tierra. Ése es su momento estelar. Ni que decir tiene que para ello comete cuantas atrocidades son necesarias con los indígenas.

   Su hazaña no le servirá de mucho: Francisco Pizarro le detiene en nombre del gobernador de las tierras que el mismo Núñez de Balboa conquistó, Pedrarias, quien ordenará que sea decapitado.

*****

   La grandeza de Händel consiste en saber descubrir algo así como la fraternidad y componer El Mesías tras haber sobrevivido milagrosamente a un colapso que, según se creía, habría de dejarle paralizado. El músico está instalado en Londres y agobiado por las deudas. Habiendo visto la muerte tan de cerca, comienza a escribir su oratorio inspirado por la divinidad, dotado a la vez de una fuerza que va más allá de la natural que cabría esperar en un hombre de su corpulencia.

*****

   El genio de una noche no es otro que el inspiró a Rouget de Lisle en la del 25 de abril de 1792 para componer La marsellesa. Lo hizo a instancias del burgomaestre del Estrasburgo, como un canto de batalla para las tropas francesas -el ejército del Rin- que habrían de combatir contra las alemanas. Los revolucionarios franceses todavía cantan ese Ça ira que nos presenta Jean Renoir en su cinta La marsellesa (1938). Rouget, "un hombre discreto, insignificante, que nunca se consideró un gran compositor", un diletante, tocado por un "genio fugaz", escribe la letra evocando las voces de preocupación sobre la inminente guerra contra Alemania que resuenan en Estrasburgo.

   A la mañana siguiente, durante la primera audición del futuro himno en casa del burgomaestre, surge la magia: la nueva canción enardece a quienes la escuchan como ninguna otra. Su partitura empieza a difundirse y es así cómo llega a Marsella, donde un capitán la canta y la pieza, entonada con sinceridad y emoción por todos los ciudadanos, se convierte en lo que es ahora. Esto no impide que su autor, más afecto al Antiguo Régimen que a la República, caiga en el ostracismo, las deudas y demás miserias. Aunque el mismo Napoleón intenta ayudarle, el rechaza el favor, con lo que muere en el olvido y la pobreza.

*****

   Otra de las enseñanzas más sabias de todo el texto es la referida a las virtudes de la burguesía -"la prudencia, la obediencia, el ahínco y la discreción"-, aquí representadas en el mariscal Grouchy, un mediocre "honrado, íntegro, recto, de confianza". Cuando el resto de sus mariscales están bajo tierra o no le quieren seguir porque llevan una plácida existencia en sus haciendas -lo que de alguna manera viene a evocarme el final de El duelo (1920) el realto de Joseph Conrad y Los duelistas (1976), las película que inspiró a Ridley Scott-, Napoleón se ve obligado a confiar en Grouchy para una maniobra decisiva en la batalla de Waterloo y le ordena que persiga al ejercito prusiano.

   Pero el curso de la batalla cambia radicalmente y Grouchy, en lugar del ir a la zaga del enemigo, como se le ha ordenado, debe correr en ayuda del grueso de las tropas francesas. Así se lo aconsejan sus generales, pero él -siempre fiel a esas virtudes burguesas- sigue obedeciendo las órdenes recibidas. A consecuencia de esto, es derrotada definitivamente la Grande Armée. Esta es, a todas luces, una de las mejores piezas aquí reunidas.

*****

   La elegía de Marienbad toma su título de uno de los más célebres poemas de Goethe y viene a contarnos cómo lo concibió el sabio al despedirse de Ulrike von Levetzow, una joven de 19 años -hija de una amiga suya- a la que pretendió en matrimonio cuando él contaba 74 otoños. Cuenta Zweig que la redacción tuvo lugar en el que coche de postas que le alejaba de Marienbad, ciudad de la muchacha en cuestión.

*****

 

   El descubrimiento de El Dorado también debe incluirse entre las "miniaturas" más interesantes de la colección. J. A. Suter, su protagonista -de quien no he conseguido encontrar ninguna referencia en mis enciclopedias-, es un suizo que abandona a su mujer y a sus hijos, agobiado por las deudas y perseguido por la justicia, y parte para América. Una vez en el Nuevo Mundo, se instala en California y allí consigue crear una auténtica tierra de promisión a la que llama Nueva Helvecia. Las cosechas son maravillosas y Suter está a punto de convertirse en uno de los hombres más ricos del mundo. Sin embargo, uno de sus empleados encuentra oro en sus tierras. Aunque Suter le hace prometer que guardará el secreto del hallazgo, no tarda en correrse la voz. Desatada la fiebre del oro, todos los buscadores caen enloquecidos sobre la propiedad de Suter y acaban destrozando por completo la granja modelo fundada por el emigrante.

   Suter llama entonces a su mujer y a sus hijos y vuelve a empezar en una pequeña granja. Cuando California se anexiona legalmente a los Estados Unidos, el suizo reclama sus derechos sobre El Dorado. El tribunal le reconoce como dueño de tan preciado suelo, lo que provoca un tumulto del populacho, que arrasa totalmente Nueva Helvecia. Durante los disturbios mueres los hijos de Suter, él, infatigable, convertido en un mendigo, reclamará durante 25 años justicia en los despachos de Washington.

*****

   El momento dedicado a Dostoievski es un poema en el que se nos cuenta cómo, tras ser condenado al pelotón de fusilamiento, es indultado unos instantes antes de ser pasado por las armas. Es de las piezas que menos me ha interesado.

*****

   La primera palabra a través del océano viene a contarnos la experiencia de Cyrus W. Field, un acaudalado financiero que, adoptando como propia la iniciativa de un inventor, pretendió unir Estados Unidos con Inglaterra tirando un cable telegráfico por el fondo del Atlántico. Tras ser aclamado como un héroe, se convierte en un villano cuando su empresa fracasa porque uno de los barcos que va tirando el cable en cuestión pierde su cabo.

   El asunto cae en el olvido hasta que, al cabo de unos años y aprovechando los adelantos de un siglo -el XIX- que según Zweig fue pródigo en grandes inventos, Field vuelve a retomarlo. Entonces sí consigue tirar el cable e incluso hacer una comunicación. En esta ocasión, el fracaso se presenta cuando el cable se parte en algún lugar del fondo del mar. Será en el tercer intento cuando las dos naciones queden unidas por el hilo telegráfico.

*****

   Escrito a modo de obra teatral, La huida hacia Dios, el momento de Tolstoi -como su propio título viene a sugerir- es el más cargante de todos los relatos aquí reunidos. Ya en el umbral de su muerte, el escritor recibe la visita de dos estudiantes que, aunque le admiran y le saben partidario de la causa del pueblo ruso, le reprochan que no se haya implicado lo suficiente en la revolución.

   El novelista, que a la sazón se debate entre la contradicción que le supone ser un conde y simpatizar con los oprimidos, decide hacer un testamento. En el documento lega los derechos de autor que devenguen sus obras al pueblo ruso. Como su esposa no comparte en absoluto ese ardor fraterno, el escritor ha de redactar el documento a escondidas. Tras ello, sabiéndose ya a punto de expirar, parte a morir lejos de casa, en compañía de su hija favorita. Morirá en esa estación de tren que tanto me llamó la atención cuando tuve noticia de ella escribiendo un artículo sobre Tolstoi.

***

   La lucha por el Polo Sur es la del capitán Scott, un militar inglés que es consciente de pertenecer a un pueblo que ha conquistado todo el planeta. El que él se dispone a hollar es el último territorio desconocido que queda en La Tierra. Aunque la suya es una empresa que fracasa -el sueco Amundsen llega antes que él al Polo Sur-, su derrota viene a ser una victoria porque es el triunfo de la entereza, "de su valor propio y de la raza inglesa".

   Ya sabiéndose a punto de morir congelado, porque se ha perdido y no sabe volver a los pequeños campamentos en los que ha ido dejando combustible para el regreso durante el viaje de ida -y con todo el dolor de su corazón se ha comido a los animales que le han acompañado en su empresa-, el capitán Scott no tiene más interés que seguir escribiendo en su diario. Su empeño es tan grande porque es consciente de que, cuando esas páginas se encuentren, darán cuenta a la humanidad de su triste hazaña.

*****

   El tren sellado, dedicado a Lenin, viene a dar noticia de cómo el paladín del proletariado, pese a que está a punto de poner en marcha la revolución soviética, pasa completamente desapercibido en Suiza. Tanto es así que, llegado el momento de partir hacia Rusia, en octubre de 1917, su tren pasa por Alemania con toda normalidad, sin que las autoridades del país le detengan.

*****

   Finalmente, Wilson fracasa viene a contarnos la derrota del presidente estadounidense aludido en el título en su empeño de poner en marcha una sociedad de naciones -en la que se atisba un precedente de la ONU- que garantice una paz duradera tras la Gran Guerra europea. Pese a que todo son propósitos de enmienda tras el conflicto, los subrepticios intereses de las distintas diplomacias, incluso los de la política estadounidense, harán que este antecesor del Marshall del famoso plan tenga que volver a América sin haber conseguido nada.

 

Publicado el 19 de marzo de 2011 a las 15:30.

añadir a meneame  añadir a freski  añadir a delicious  añadir a digg  añadir a technorati  añadir a yahoo  compartir en facebook  twittear  votar

Comentarios - 0

No hay comentarios



Tu comentario

NORMAS

  • - Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.
  • - Toda alusión personal injuriosa será automáticamente borrada.
  • - No está permitido hacer comentarios contrarios a las leyes españolas o injuriantes.
  • - Gente Digital no se hace responsable de las opiniones publicadas.
  • - No está permito incluir código HTML.

* Campos obligatorios

Javier Memba

Javier Memba

            Periodista con más de cuarenta años de experiencia –su primer texto apareció en la revista Ozono en 1978-, Javier Memba (Madrid, 1959) fue colaborador habitual del diario EL MUNDO entre junio de 1990 y febrero de 2020. Actualmente lo es en Zenda Libros. Estudioso del cine antiguo, en todos los medios donde ha publicado sus cientos de piezas ha demostrado un decidido interés por cuanto concierne a la gran pantalla. Puede y debe decirse que el setenta por ciento de su actividad literaria viene a dar cuenta de su actividad cinéfila. Ha dado a la estampa La nouvelle vague (2003 y 2009), El cine de terror de la Universal (2004 y 2006), La década de oro de la ciencia-ficción (2005) –edición corregida y aumentada tres años después en La edad de oro de la ciencia ficción-, La serie B (2006), La Hammer (2007) e Historia del cine universal (2008).

 

            Asimismo ha sido guionista de cine, radio y televisión. Como novelista se dio a conocer en títulos como Homenaje a Kid Valencia (1989), Disciplina (1991) o Good-bye, señorita Julia (1993) y ha reunido algunos de sus artículos en Mi adorada Nicole y otras perversiones (2007). Vinilos rock español (2009) fue una evocación nostálgica del rock y de quienes le amaron en España mientras éste se grabó en vinilo. Cuanto sabemos de Bosco Rincón (2010) supuso su regreso a la narrativa tras quince años de ausencia. La nueva era del cine de ciencia-ficción (2011), junto a La edad de oro de la ciencia-ficción, constituye una historia completa del género, aunque ambos textos son de lectura independiente. No halagaron opiniones (2014) fue un recorrido por la literatura maldita, heterodoxa y alucinada. Por su parte, David Lynch, el onirismo de la modernidad (2017), fue un estudio de la filmografía de este cineasta. El cine negro español (2020) es su última publicación hasta la fecha.  

 


 

          

 

Miniatura no disponible

 

Javier Memba en 2009

 

Javier Memba en 1988

 

Javier Memba en 1987

 

1996

 

 

Javier Memba en la librería Shakespeare & Co. de París

 

 

 

 

Imagen

 

 

COMPRAR EN KINDLE:

 

 

 

contador de visitas en mi web



 

 

Enlaces

-La linterna mágica

-Unas palabras sobre Vida en sombras

-Unas palabras sobre La torre de los siete jorobados

-50 años de la Nouvelle Vague en Días de cine

-David Lynch, el onirismo de la modernidad en Radio 3

-Unas palabras sobre Casablanca en Telemadrid

-Unas palabras sobre Tintín en Cuatro TV

 

 

ALGUNOS ARTÍCULOS:

Malditos, heterodoxos y alucinados de la gran pantalla

Nuevos momentos estelares de la humanidad

Chicas yeyés

Chicas de ayer

Prólogo al nº 4 de la revista "Flamme" de la Universidad de Limoges

Destinos literarios

Sobre La naranja mecánica

Mi tributo al gran Chris Marker

El otro Borau

Bohemia del 89

Unos apuntes sobre las distopías

Elogio de Richard Matheson

En memoria de Bernadette Lafont

Homenaje al gran Jean-Pierre Melville

Los amores de Édith

Unos apuntes sobre La reina Margot

Tributo a Yasujiro Ozu con motivo del 50 aniversario de su fallecimiento

Muere Henry Miller

Unos apuntes sobre dos cintas actuales

Las legendarias chicas de los Stones

Unos apuntes sobre el "peplum"

El cine soviético del deshielo

El operador que nos devolvió el blanco y negro

Más real que Homeland

El cine de la Gran Guerra

Del porno a la pantalla comercial

Formentera cinema

Edward Hopper en estado puro

El cine de terror de los años 70

Mi tributo a Lauren Bacall

Mi tributo a Jean Renoir

Una entrevista a Lee Child

Una entrevista a William McLivanney 

Novelistas japonesas

Treinta años de Malevaje

Las grandes rediciones del cómic franco-belga

El estigma de La campana del infierno

Una reedición de Dalton Trumbo

75 años de un canto a la esperanza

Un siglo de El nacimiento de una nación

60 años de Semilla de maldad

Sobre las adaptaciones de Vicente Aranda

Regreso al futuro, treinta años después 

La otra cabeza de Murnau

Un tributo a las actrices de mi adolescencia

Cineastas españoles en Francia

El primer surrealista

La traba como materia literaria

La ilustración infantil de los años 70

Una exposición sobre la UFA

La musa de John Ford

Los icebergs de Jorge Fin

Un recorrido por los cineastas/novelistas -y viceversa-

Ettore Scola

Mi tributo a Jacques Rivette

Una película a la altura de la novela en que se basa

Mi tributo a James Cagney en el trigésimo aniversario de su fallecimiento

Recordando a Audrey Hepburn

El rey de los mamporros

Una guía clásica de la ciencia ficción

Musas de grandes canciones

Memorias de la España del tebeo

70 años de la revista Tintín

Ediciones JC regresa a sus orígenes

Seis claves para entender a Hergé

La chica del "Drácula" español

La primera princesa de la lejana galaxia

El primer Tintín coloreado

Paloma Chamorro: el fin de "La edad de oro"

Una entrevista a la fotógrafa Vanessa Winship

Una recuperación del Instituto Murnau

Heroínas de la revolución sexual

Muere George A. Romero

Un mito del cine francés

Semblanza de Basilio Martín Patino

Malevaje en la Gran Vía

Entrevista a Benjamin Black

Un circunloquio sobre la provocación

Una nueva aventura de Yeruldelgger

Una dama del crimen se despide

Recordando a Peggy Cummins

Un tributo a las yeyés francesas

La última reina del Technicolor

Recordando a John Gavin

Las referencias de La forma del agua

El Madrid de 1988

La nueva ola checa

Un apunte sobre Nelson Pereira dos Santos

Una simbiosis perfecta

Un maestro del neorrealismo tardío

El inovidable Yellowstone Kelly

Que Dios bendiga a John Ford

Muere Darío Villalba

Los recuerdos sentimentales de Enrique Herreros

Mi tributo a Harlan Ellison

La inglesa que presidió el cine español

La última rubia de Hitchcock

Unos apuntes sobre Neil Simon

Recordando Musicolandia

Una novelista italiana

Recordando a Scott Wilson

Cämilla Lackberg inaugura Getafe Negro

Una conversación entre Läckberg y Silva

El guionista de Dos hombres y un destino

Noir español y hermoso

Noir italiano

Mi tributo al gran Nicholas Roeg

De la Escuela de Barcelona al fantaterror patrio

Recordando a Rosenda Monteros

Unas palabras sobre Andrés Sorel

Farewell to Julia Adams

Corto Maltés vuelve a los quioscos

Un editor veterano

Una entrevista a Wendy Guerra

Continúa el misterio de Leonardo

Los cantos de Maldoror

Un encuentro con Clara Sánchez

Recuerdos de la Feria del Libro

Viajes a la Luna en la ficción

Los pecados de Los cinco

La última copa de Jack Kerouac

Astérix cumple 60 años

Getafe Negro 2019

Un actriz entrañable

Ochenta años de "El sueño eterno"

Sam Spade cumple 90 años

Un western en la España vaciada

Romy Schneider: el triste destino de Sissi

La nínfula maldita

Jean Vigo: el Rimbaud del cine francés

El último vuelo de Lois Lane

Claudio Guerin Hill

Dennis Hopper: El alucinado del Hollywood finisecular

Jean Seberg: la difamada por el FBI

Wener Herzog y la cólera de Dios

Gordad, el gran maese de la heterodoxia cinematográfica

Frances Farmer, la esquizofrénica que halló un inquietante sosiego

El hombre al que gustaba odiar

El gran amor de John Wayne

Iván Zulueta, arrebatado por una imagen efímera

Agnès Varda, entre el feminismo y la memoria

La reina olvidada del noir de los 40

Judy Garland al final del camino de adoquines amarillos

Jonas Mekas, el catalizador del cine independiente estadounidense

El gran Edgar G. Ulmer

La última flapper; la primera it girl

El estigmatizado por Stalin

La controvertida Egeria del Führer

El gran Tod Browning

Una chica de ayer

El niño que perdió su tren eléctrico

La primera chica de Éric Rohmer

El último cadáver bonito

La exnovia de James Dean que no quiso cumplir 40 años

Don Luis Buñuel, "ateo gracias a Dios"

La estrella cuyo fulgor se extinguió en sus depresiones

El gran cara de palo

Sylvia Kristel más allá de Emmanuelle

Roscoe Arbuckle, cuando se acabaron las risas

Laura Antonelli, la reina del softcore que perdió la razón

Nicholas Ray, que nunca volvió a casa

El vuelo más bajo de la princesa Leia Organa

Eloy de la Iglesia y el cine quinqui

Entiérralo con sus botas, su cartuchera y su revólver

La chica sin suerte

Bela Lugosi y la sombría majestuosidad de Drácula

La estrella de triste suerte

La desmesura de Jacques Rivette

Françoise Dorléac

Klaus el loco

Una hippie de los 70

Jean Esustache, entre la Nouvelle Vague y el ascetismo

Nadiuska, un juguete roto

Thea von Harbou

Jesús Franco

David Cronenberg

Sharon Tate, como en un cuento de Sheridan Le Fanu

Un guionista sediento

La reina del fantaterror patrio

Dalton Trumbo y los diez de Hollywood

La primera chica que arrojó una tarta 

El desdichado Hércules contemporáneo

En la tradición familiar

El músico del realismo poético

Otro tributo a la gran Patty Shepard

Elmer Modlin y su extraña familia

Las coproducciones internacionales rodadas en España

Marilyn Monrore y su desesperado último gesto

Un amor más poderosos que la vida

El actor atrapado en sus personajes

Entre el fantasma de su madre y el final del musical

Barbet Schroeder

Amparo Muñoz

Samuel Bronston más alla de Las Rozas

Chantal Akerman

Françoise Hardy 

Un antiguo dogmático

Jane Birkin

Anna Karina, su turbulento amor y el Madison

Sandie Shaw, ya con calzado

El gran Serge Gainsbourg

Entre la niña prodigio y la mujer concienciada

La intérprete de Shakespeare que inspiró a The Rolling Stones

La maleta del capitán Wajda

Val Lewton y su dramatización de la psicología del miedo

La alimaña de Whitechapel

Cristina Galbó

La caravana Donner

Eddie Constantine

Un nuevo curso del tiempo

Rosenda Monteros

Una criatura de la noche

Una carta a Nicolás I

Edison y el 35 mm

Barbara Steele

El felón Esquieu de Floyran acaba con los templarios

Entre Lovecraft y Hitchcock

Tchang Tchong Yen recuerda a Hergé

La musa del ciberpunk

Néstor Majnó

Una leyenda del Madrid finisecular

El rey de la serie B

La primera cosmonauta soviética

Cuando la injuria sucede a la fatalidad

Bajo Ulloa y sus cuentos crueles

La cicerone de los Stones en el infierno 

Nace Toulouse-Lautrec

El París del Charlestón se rinde a Josephine Baker

Nastassja Kinski, la dulce hija del ogro

Un tributo a Sam Peckinpah

La leyenda del London Calling

Fiódor Dostoievski frente al pelotón de fusilamiento

Mi alucinada favorita

El hombre de las mil caras

El 7º de Caballería pierde la gloria

Un recuerdo de Silke

El genocidio camboyano

Peter Bogdanovich

Guy Debord y la sociedad del espectáculo

Un héroe de Iwo Jima 

Lupe Vélez tras el último tequila sunrise

El general Lee

Roman Polanski

Un hampón italoamericano

Jane Fonda en su juventud

Kraken en la Cuesta de Moyano

Josef von Sternberg

The Beatles en The Carvern y en el show de Ed Sullivan

Que la tierra le sea leve a Douglas Trumbull

El último superviviente del hampa de Chicago

Inma de Santis

El Álamo

Una musa insumisa

El malvado Zaroff y un elogio a las revistas pulp

Miles Davis

Un polaco y el amour fou

La Legión extranjera como género literario

Conchita Montenegro

Peter Lorre y su cara de villano

El juez de la horca

Syd Barrett

Kathleen Turner

Una caricatura de la hombría

Eric Clapton

Helga Liné

Butch Cassidy

Carlos Arévalo, un cineasta español

Nace el último bohemio

Pascual García Arano

María Perschy

El Combray de Ingmar Bergman

Carlos Castaneda

Una canción de Neil Young

Un suicida dandi

Hedy Lamarr

Philip K. Dick y sus realidades bastardas

La última mujer fatal

Andréi Tarkovski, otro maldito por la censura soviética

Nace la música de la New Age

"Wie einst" Lili Marleen

Una lectura de Byron en Villa Diodati

Un apostol de la sedición juvenil

Ava en mi ciudad

Rider Haggard

Una entrada para la "Historia universal de la infamia"

La Marguerite Duras cineasta

Gallardo y calavera

El hombre que vendió su alma a Elizabeth Taylor

El crímen de Charlotte Corday

Un elogio entusiasta de la urbe

Un ángel caído

Mary Bradbury teme por su vida

Pierre Étaix y su triste gracia

El mejor verano de los Rolling

María Rosa Salgado y su conmovedora discrección

La valentía de Ramón Acín

Sylvie Vartan

La cruz de Malta de Wim Wenders

La epifanía de Louis Daguerre

Carroll Baker

Marie Laforêt y mi amigo Eloy

Eliseo Reclus atisba su quimera

Patty Pravo

Richard Pryor contra sí mismo

Miroslava, una actriz marcada por la fatalidad

France Gall y el doble sentido

Robert Bresson y el cine puro

La gesta de Alekséi Stajánov

Nace el Rimbaud del Rock & Roll seminal

Dominique Dunne, una filmografía que se quedó en el aire

Un actor vampirizado por un personaje

Tolkien publica El Hobbit

La segunda musa de Godard

John Dos Passos entra en la eternidad

Alain Resnais, el cine de la memoria

Una musa del filme noir

El cadáver de Nancy Spungen en el Chelsea Hotel

La historia de Bobby Driscoll

Un icono del feminismo

Recordando a Tina Aumont

Colgaron a Gilles de Rais

Dario Argento

Nico en el cine

Dylan Thomas en su último trance

Brigitte Helm

Un punkie en la Disney 

Nace Billy el Niño

The Wall

Tennessee Williams

Vivien Leigh

Kazuo Sakamaki salva la vida en Pearl Harbor

El proscrito de la Escuela de Barcelona 

47 hombres de honor

Charlotte Rampling

La incomunicabilità del gran MIchelangelo Antonioni

F. Scott Fitzgerald

Un pilar del cómic estadounidense

Juliet Berto

Erik, el fantasma de la Ópera

Una comedia francesa

Un pesimista alegre

Una mirada indolente a la derrota 

Sender en Casas Viejas

Kipling en su último momento

Los hermanos Marx

Puente sobre aguas turbulentas

Anouk Aimée

Mary Shelley

Quentin Tarantino

Neal Cassady 

Natalie Wood

La heterodoxia de Ermanno Olmi

Fu-Manchú

Stefan Zweig pone fin a sus días

 

 

 

 

 

 

EN TU MAIL

Recibe los blogs de Gente en tu email

Introduce tu correo electrónico:

FeedBurner

Archivo

Grupo de información GENTE · el líder nacional en prensa semanal gratuita según PGD-OJD