Cumpleaños
Autorretrato en 2008 en Formentera
Once
Hoy cumplo cincuenta y un años y tengo que apuntar que la vida no es ni tan corta ni tan miserable como suelo afirmar cuando las cosas vienen mal dadas. Quién hubiera dicho que llegaría este día hace ahora treinta otoños, mientras soñaba morir con treinta y tres primaveras al hilo de ese cuento de la vida rápida, el cadáver bonito y todas esas tonterías. Afortunadamente nadie me escuchó semejante desatino. No consta en ningún sitio que tuve miedo a la existencia después de la juventud. Ahora todo lo comparo con el impulso que mueve a ese falso suicida adolescente, que abre la espita del gas porque la que le inspira se muestra indiferente, pero se quiere matar coincidiendo con el regreso de sus padres a casa con el tiempo justo para salvarle.
La vida me fue dada a las cinco menos cuarto de la tarde del once de agosto de 1959 en el hospital de San José de la madrileña calle de Cartagena. Unas veces arriba y otras abajo -en honor a la verdad, casi siempre abajo-, cincuenta y un años después me sigue pareciendo maravillosa. La aventuraría por algunas cosas. Pero entregar deliberadamente el alma -por así decirlo ya que soy ateo-, por nada del mundo.
Publicado el 11 de agosto de 2010 a las 14:00.