La biblioteca Juan Bordes
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Un viaje a la formación de los artistas de antaño
(Este reportaje fue publicado originalmente, en febrero de 2015, en la desaparecida revista Tiempo)
Los orígenes de la Biblioteca Juan Bordes, la última adquisición (2015) del Museo del Prado, son tan literarios que parecen un cuento de Jorge Luis Borges. A comienzos de los años 80 del pasado siglo, este arquitecto, escultor y miembro de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, entre otras instituciones, se quedó totalmente fascinado ante un fragmento de Arte e ilusión. Estudio sobre la psicología de la representación pictórica (1979), uno de los textos capitales del historiador Ernst Gombrich. El pasaje se refiere a los manuales utilizados por los artistas en su formación para la representación del cuerpo humano y en él se lee: "No es mera paradoja el decir que la rareza de estos libros en nuestras bibliotecas es sintomática de su pasada importancia. Sencillamente se gastaban, manoseaban y desgarraban en talleres y estudios, e incluso los conservados están a menudo mal encuadernados e incompletos".
Inspirado por esa idea, Bordes, que también es historiador y profesor de arte, comenzó a buscar en las librerías de viejo y de lance, de cuántas ciudades visitaba, esos libros pretéritos. Su afán era el que "sólo puede otorgar la obsesión de un particular", recuerda ahora. Así fue adquiriendo tratados y cartillas de dibujo fechados entre los siglos XVI al XX. Los segundos constituyen la parte más importante del legado "tanto por el número de ejemplares reunidos, como por su rareza. El carácter eminentemente utilitario de estas cartillas ha motivado que se conserven en un número muy reducido, y en ocasiones en ejemplares únicos. Puesto que se copiaban o reeditaban en función de las diferentes necesidades de cada momento, muchas veces los volúmenes variaban de una edición a otra, de modo que cada uno de los ejemplares conservados es prácticamente único".
Así pues, estas cartillas son las que mejor sintetizan esa paradoja que fue el origen de la biblioteca. El conjunto está considerado el mayor de sus características y, entre las piezas del tesoro -de eso, al fin y al cabo, se trata- no faltan ejemplares de las de Fialetti, Cousin y Carracci, las primeras cartillas que se imprimieron.
No obstante lo cual son volúmenes poco apreciados por los bibliófilos y, lo que es más sorprendente, tampoco lo fueron por los profesores de Arte de antaño. La explicación es bien sencilla. El carácter meramente utilitario de las cartillas les restaba valor para los coleccionistas, que codician los libros con las menores máculas posibles. En tanto que, para los docentes, no eran más que ejercicios de aprendices.
Sin embargo, al día de hoy, resultan ser un documento de un valor incalculable para el estudio de las técnicas de otrora en la representación del cuerpo humano. Javier Docampo, jefe del Área de Biblioteca, Documentación y Archivo del Museo del Prado, recuerda cómo se gestó la adquisición:
"La biblioteca era conocida gracias a la publicación del libro Historia de las teorías de la figura humana: el dibujo, la anatomía, la proporción, la fisionomía, escrito por el propio Juan Bordes y publicado por la editorial Cátedra en 2003, luego reeditado en 2012. Este libro recogía numerosa información y sobre todo ilustraciones de la biblioteca adquirida. Después de unas conversaciones previas fue el propio Juan Bordes quien la ofreció al Museo del Prado".
Algo más de un millón de euros
Mientras se rumoreaba su inmediata incorporación como director a la National Gallery de Londres, Gabriele Finaldi -director adjunto de Conservación e Investigación del El Prado-, dio a conocer la adquisición a finales de enero (2015). La pinacoteca madrileña pagó por esta nueva adquisición -integrada por 600 volúmenes, que han quedado en 554 obras una vez descartados los duplicados de las ya existentes en la Biblioteca del Museo- 1.051.557 euros. Algo más de la mitad de esta cantidad, 600.000, fueron entregados el año pasado (2014).
Convencido, como los buenos coleccionistas, de que las grandes obras son patrimonio de la Humanidad, que sólo pertenecen a quienes las atesoran temporalmente, Bordes se muestra satisfecho con la operación: "El sueño de un coleccionista es que tu colección acabe en un lugar como éste. Nunca me he considerado su propietario. Ha sido una responsabilidad histórica reunir este patrimonio".
Independientemente, el académico ha donado al Museo el ya legendario Cuaderno de Rubens. También conocido como el Manuscrito Bordes, se trata de un ejemplar de suma importancia. Nada menos que la primera copia del desaparecido cuaderno del artista flamenco. En sus páginas, el maestro anotó sus ideas sobre anatomía, proporción, simetría, óptica, arquitectura y fisonomía. También abundan los dibujos. El Manuscrito Bordes es el más importante de las cuatro copias conservadas -muchos de estos tratados son transcripciones, realizadas por los discípulos, de los cuadernos de notas que los maestros tomaban en sus estudios- ya que, además de ser una copia directa del original, conserva dos dibujos del propio maestro. Si se recuerda que el Prado guarda la mayor colección de Rubens del mundo, ya que cuando el artista murió los Países Bajos eran españoles, ningún lugar mejor que la pinacoteca madrileña para atesorar también el cuaderno.
"Este conjunto bibliográfico se unirá a las bibliotecas, adquiridas o recibidas en donación en años pasados -continúa Docampo-: la Biblioteca Cervelló, especializada en tratados artísticos y otros libros de interés para el estudio de la historia del arte; la Biblioteca Correa, centrada en el arte del grabado y en el libro ilustrado; la Biblioteca Madrazo, ejemplo de biblioteca de uso de una familia artística; las bibliotecas de José Álvarez Lopera y de Julián Gallego, modelos de bibliotecas de historiador del arte especializadas fundamentalmente en arte español; y la biblioteca de Félix de Azua, centrada en la estética y la filosofía del arte. Con esta política de adquisición de bibliotecas especializadas, el Museo Nacional del Prado contribuye no sólo a preservar el patrimonio bibliográfico español, sino también a dotar a su Centro de Estudios de los instrumentos de investigación necesarios para desempeñar su tarea fundamental".
Siete epígrafes
Aunque está previsto que los trabajos de catalogación y digitalización se prolonguen a lo largo de todo 2015, la biblioteca ya se ha estructurado en siete grandes secciones.
Además de esas "Cartillas de dibujo" -primero de los epígrafes-, entre las que también hay que dar noticia de las de Ribera y Bloemaert, hay un segundo grupo reunido bajo el epígrafe de "Anatomías Artísticas". Empezando por un texto de Vesalio, uno de los primeros de estos tratados de anatomía que se conservan, todos ellos combinan el arte con la ciencia en su estudio de la figura humana, un capítulo fundamental en la formación del artista. Estas "Anatomías Artísticas" están integradas tanto por dibujos del natural como por vaciados de escayola. Tampoco faltan textos impresos que se refieren a los huesos y los músculos, cuyo estudio constituyó otro de los pilares del aprendizaje del artista. Si esta parte del legado es especialmente rica en obras de la centuria decimonónica, es debido a que la generalización de la imagen en el siglo XIX permitió poner al alcance del estudiante unos medios visuales de gran calidad que fomentaron el desarrollo pictórico naturalista del cuerpo humano. De aquellos días llama la atención el interés por "anatomizar las esculturas clásicas". Dicho de otra manera, la conversión en modelos anatómicos de los paradigmas escultóricos clásicos.
Decía Miguel Ángel que "tener el compás en el ojo para construir figuras armónicas y bien proporcionadas constituye uno de los principios básicos de la creación artística". "La Proporción", precisamente, es la tercera sección de la Biblioteca. Los tesoros que en ella se guardan se remontan a los primeros tratados de Alberti y Durero y pasan por todos los repertorios de proporciones que fueron cambiando con los cánones estéticos a lo largo de los siglos. Aunque cuantitativamente este epígrafe no es tan sobresaliente como los anteriores, sí es diverso en épocas y lugares. Desde el siglo XVII hasta el XX, y desde Europa hasta América, los volúmenes conservados vienen a demostrarnos la generalización de esta enseñanza y su raíz matemática.
Las expresiones del rostro humano constituyen el cuarto hito en la formación del artista y, con el epígrafe de "Fisionomía", también se presentan como la cuarta sección de la Biblioteca. El texto de Della Porta Della Fisonomia dell'Huomo, fechado en el Renacimiento, es el más antiguo de los aquí reunidos. Le suceden obras del pintor y teórico francés Charles Le Brun, o del teólogo suizo Johann Caspar Lavater, autor de El arte de conocer a los hombres por la fisionomía (1775-1778). De Lavater incluso se conserva un manuscrito. Así se llega a los tratados del siglo XIX, como el del médico e investigador francés Duchenne de Boulogne, cuyas fotografías aún magnetizan al espectador. El conjunto de estos estudios reunidos en la Biblioteca, demuestran que la fisonomía ha interesado por igual a literatos y artistas.
Los "Tratados de pintura y dibujo" propiamente dichos constituyen el quinto apartado de la Biblioteca. Son textos misceláneos y de gran belleza que gozaron de gran difusión e importancia teórica en su día. Leonardo, Hogarth o el arquitecto renacentista italiano Leon Battista Alberti son algunos de los autores aquí presentes. Muchos a través de diferentes ediciones.
La "Iconografía", el sexto epígrafe, es el menos numeroso. Sin embargo no falta el repertorio de esculturas clásicas de Perrier, o las Imágenes de la Historia Evangélica del Padre Nadal, todo un modelo contrarreformista.
Los "Manuscritos" son el último apartado del conjunto. No hay duda de que los más destacados son el Cuaderno de Rubens, y ese de Lavater ya referidos. Pero hay otros blocs de notas tomadas en los estudios de artistas pretéritos.
"Todos los materiales bibliográficos y documentales del Centro de estudios están a disposición de los investigadores que necesiten consultarlos con las únicas restricciones derivadas de sus necesidades de conservación y de aspectos legales (en el caso de la documentación)", anuncia Docampo. A partir del año que viene (2016) se podrán consultar en la sala de lectura del centro de Estudios, en el Casón del Buen Retiro. También está previsto a medio plazo realizar alguna exposición con los materiales más destacados".
Publicado el 24 de septiembre de 2021 a las 06:30.