Veinticinco años sin Krzysztof Kieslowski
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El pasado día trece se cumplió un cuarto de siglo de la prematura muerte del gran Krzysztof Kieslowski y el próximo veintisiete de junio se conmemorará el ochenta aniversario de su nacimiento. Estamos, pues, en el año de ese epígono, que fue Kieslowski, de ese glorioso plantel de cineastas polacos de los años 60 -Jerzy Kawalerowicz, Krzysztof Zanussi, Jerzy Skolimowski, Wojciech Has, Andrzej Munk...-, pléyade que tuvo en Andrzej Wajda a su heraldo y en el primer Polanski a su más celebrado representante en la cartelera internacional.
Hace ya algún tiempo, en la presentación de un ciclo que por los años 10 recorrió las filmotecas de medio mundo, Martin Scorsese -copilador de aquel repertorio y doctor honoris causa por la Escuela Nacional de Cine, Televisión y Teatro en Lodz, la prestigiosa academia en la que se formaron la práctica totalidad de sus colegas polacos-, afirmó que ese nuevo cine, que alumbró Polonia en los años 60, merece un papel en la historia de la pantalla tan destacado como el de la Nouvelle Vague o el Neorrealismo Italiano. Yo no me canso de alabar su acierto desde que lo escuché. Eso sí, me permitiré añadir a un par de epígonos. Ya en los 70 y 80, mi dilecto Andrzej Zulawski y, un poco después, el gran Kieslowski, que hoy me trae, como brillante colofón.
A principios de los años 90, cuando este último irrumpió con inusitada fuerza en el circuito de la versión original con la trilogía dedicada a los Tres Colores de la bandera francesa -Azul (1993), Blanco (1993) y Rojo (1994)-, las películas aún se veían, básicamente, en las salas. Echo tanto de menos aquellas proyecciones que recuerdo con sumo agrado que, para entrar en los cines donde proyectaban las cintas de Kieslowski las colas eran tan largas como pudieran serlo en las de acceso a la sesión de la película más comercial. Sin embargo, la mirada del último de los grandes cineastas polacos que nos brindó el siglo XX, podía ser muchas cosas -sugerente, profunda, reflexiva...-, pero todas ellas muy alejadas de la fugacidad de la comercialidad. Otra gran cineasta polaca, Agnieszka Holland, lo explica de forma meridiana en el prólogo a La doble vida de Krzysztof Kieslowski (Donostia Kultura, 2015): "(...) Estas películas son, en lo más íntimo de su naturaleza, la expresión viva de lo inefable".
Tras descubrirme conmovido ante el acierto de esta otra afirmación, lo primero que se me ocurre para conmemorar debidamente a Krzysztof Kieslowski, es que supo ganarse el elogio de la crítica y el favor del público. Pero, sin duda, había mucho más.
Aún descubríamos fascinados la implicación del cromatismo aludido en el título en la angustia existencial que, tras la pérdida de su familia en un accidente de tráfico, abruma a Julie -Juliettte Binoche, la protagonista de Azul-, cuando La Parca fue a buscar a Kieslowski bajo la forma de un ataque cardiaco. Sólo tenía 54 otoños, demasiado joven para morir. Cuando llegó su hora estaba en la plenitud de su talento, trabajaba en una adaptación de La divina comedia (1304-1321) a una nueva trilogía. Esa versión nunca rodada de Dante puede darnos la medida de la ambición estética e intelectual de su cine.
Particularmente, descubrí la totalidad de la filmografía de Kieslowski tras la muerte del cineasta. Como la gran mayoría de los espectadores españoles, imagino, ya que en nuestra cartelera se dio a conocer con la trilogía de los Tres Colores. Y puedo ser categórico al afirmar que todo su cine es bueno, digno epígono de la grandeza de la pantalla polaca de los años 60. Pero su televisión no le va a la zaga. Decálogo, sobre la que ya he tenido oportunidad de escribir en esta misma bitácora, es una de las mejores propuestas televisivas que he tenido oportunidad de ver.
Claro que había más que ese elogia de la crítica y ese favor del público en el cine Krzysztof Kieslowski. Agnieszka Holland, no ceja en la lucidez de su visión sobre la filmografía de su compatriota: "(...) Estoy segura de que estas películas no se perderán y seguirán volviendo a lo largo de las próximas décadas, no sólo como obras clásicas interesantes, sino como auténtica fuente de inspiración y aprendizaje de nosotros mismos".
Publicado el 20 de marzo de 2021 a las 08:00.