lunes, 30 de diciembre de 2024 13:37 www.gentedigital.es
Gente blogs

Gente Blogs

Blog de Javier Memba

El insolidario

Algunas adaptaciones de Lovecraft (I)

Archivado en: Inéditos cine, Lovecraft

imagen

 

            Como ya vine a apuntar hará ahora un año, sigo prefiriendo El monte de las ánimas (1861), la célebre leyenda de Bécquer, a eso del truco o trato. Sigo siendo más de la Noche de los difuntos que de Halloween, celebración que cada vez me parece más espuria. Pero no sólo a las tradiciones españolas, también al culto a los muertos, a ese magnetismo que ejercen sobre quienes amamos los cuentos de miedo, al placer que nos procura la inquietud y el resto de las sombras a las que parece aludir esta desafortunada muestra del imperialismo cultural estadounidense.

            Particularmente, ahora, que como diría Luis Cernuda, las sombras van pesando más que los cuerpos, honro a mis muertos todos los días del año. Pero en la memoria, donde los tengo como ejemplo. Por lo demás, como huesos de santo el primero de noviembre y Halloween se reduce a una disculpa para escribir sobre películas fantásticas, preferentemente de miedo.

            Este verano, cuando las salas de cine volvieron a abrirse, asistí a una proyección de El color que cayó del cielo (2019), la adaptación de Richard Stanley de The Colour Out of Space, el célebre relato de Lovecraft publicado en Amazing Stories en septiembre de 1927 sobre el meteorito caído en las afueras de Arkham que libera una extraña entidad. Desde entonces vengo dándole vueltas a las películas basadas en las obras del outsider de Providence y empiezo a sacar algunas conclusiones. Lo primero que me llama la atención es el aplauso que han despertado entre algunos sectores del público -de la crítica no tanto- las abominaciones perpetradas por Stuart Gordon en la saga Re-Animator (1985), sobre Herbert West: reanimador (1922). Prolongada en La novia de Re-Animator (1990) y Beyond Re-Animator (2003), ambas de Brian Yuzna, a veces el productor, otras el acólito de Gordon, todo en esta serie de barbaridades es execrable.

            Es tanta y tan cerril la animadversión que me inspira el gore, sólo comparable a la que los puritanos sienten por el porno, que, supongo, me descalifica por completo para hablar de semejante desatino. Ahora bien, las cintas de Gordon y de Yuzna sobre Lovecraft también pueden criticarse porque no se toman a sí mismas en serio. De este modo, van a caer, desde el primer susto, en esa guasa con la que algunos intentan reafirmar su escepticismo ante un espanto que, por fantástico, no les merece ningún respeto.

            Si ya es triste, para quien se acerca a una historia de miedo -cuento o película- anteponer el uso de la razón a la seducción del misterio -para eso es mejor adentrarse en el materialismo dialéctico de Engels y Marx-, que quien propone el espanto no se lo tome en serio lo es mucho más. Stephen King, un admirador de Lovecraf a carta cabal, sostiene que cuando no se sabe dar miedo se suple dando asco al espectador. Gordon y Yuzna deberían haberse aplicado el cuento. No seré yo quien se detenga en abominaciones como Re-Sonator (Stuart Gordon, 1986), sobre Del más allá (1934) y Necronomicón (Christophe Gans, Shûsuke Kaneko y Brian Yuzna, 1993), dos títulos de este jaez basados en el universo de Lovecraft.

            El Necronomicón, el grimorio apócrifo del árabe loco Abdul Alhazred, asoma de vez en cuando en algún diálogo de Paul Naschy -creo recordar cierta secuencia de El espanto surge de la tumba (Carlos Aured, 1973)- y da título a un filme de Jesús Franco de 1968. Pero, en ambos casos, la cita no va más allá de la mera referencia, a modo de homenaje, al primero de los apócrifos canónicos de la bibliografía de los Mitos de Cthulhu.

            Puede que en el fondo sea mucho más fácil imaginar los horrores del de Providence leyéndolos que plasmarlos en una película. Desde luego, lo que es irrefutable es que las primeras versiones cinematográficas de Lovecraft, que como casi todo datan de hace sesenta años, eran mucho más comedidas que estas de ahora. Sin ir más lejos, las producidas por la American International Pictures, siguen contando entre las mejores. Aunque la primera de ellas suele incluirse en el ciclo que Roger Corman dedica a Poe a comienzos de los 60 con Vincent Price siempre de protagonista, resulta estar mucho más cerca de Lovecraft que de Edgar Allan. Ciertamente, toma su título de uno de los poemas más célebres de Poe -El palacio encantado (1839)-, pero el argumento está basado en El caso de Charles Dexter Ward, el relato de publicación póstuma (1941) de Lovecraft sobre el descendiente de un nigromante -Joseph Curwen- cuya experiencia parece aludir a la quema de brujas en Salem de 1692.

            Los procedimientos de gran Corman para asustarnos no van mucho más allá de las impagables brumas de Arkham, que Ward y su esposa, Ann -incorporada por la bella Debra Paget- atraviesan para llegar a su heredad. Sin olvidar a esos seres sin ojos, sin boca, de fisonomías bizarras, que se les acercan en una de sus salidas. Pero a mí me han satisfecho mucho más que los espantos de El resucitado (1991), la libre adaptación -mucho más libre- de esta misma historia -aquí Mrs Ward se llama Alice y contrata a un detective para saber sobre la ocupación de su marido- debida a Dan O'Bannon. Guionista de Alien, el octavo pasajero (Ridley Scott, 1979) -en la que bien puede distinguirse la impronta del de Providence-, Lifeforce (Tob Hooper, 1985) o Desafío total (Paul Verhoeven,1990), entre otras referencias ineludibles de la pantalla fantástica finisecular, tal vez fuera O'Bannon mejor libretista que realizador.

Imagen

          Volviendo a los años 60, Daniel Haller, el director de arte de El palacio de los espíritus, aún dentro de la American International Pictures, realiza la que salvo error u omisión es la primera adaptación de El color que cayó del cielo. Su título es El monstruo del terror y data de 1965. En esta ocasión, Arkham, la ciudad mítica que Lovecraft sitúa en Massachusetts, es trasladada a un pueblo de la campiña inglesa. Boris Karloff y Suzan Farmer -quien un año después se convertiría en una Hammerette notable al encarnar a la Diana de Drácula, príncipe de las tinieblas (Terence Fisher, 1966)- destacan entre sus protagonistas. Indudablemente, El monstruo del terror no es la adaptación más fiel de El color que cayó del cielo, pero a mí es una de las que más me satisfacen.

            Antes de que Haller nos trasladase al Valle del Miskatonic, otro de los territorios míticos de Lovecraft para ambientar allí El horror de Dunwich (1970), su segundo e igualmente admirable acercamiento al universo lovecraftiano, llegó a la cartelera ¿Por qué lloras, Susan? (David Green, 1967). Esta producción inglesa supuso el primer acercamiento del cine a este pequeño pueblo, igualmente imaginado en Massachusetts, el estado de Nueva Inglaterra donde el escritor sitúa sus territorios míticos.

            Dunwich, como sabemos por El horror de Dunwich, el relato de Lovecraft aparecido en el número de Weird Tales de abril de 1929, asistió al nacimiento de una abominable criatura en el seno de la familia Wateley. Los lugareños sólo le vieron una vez. Fue bastante para asegurar que aquel horror era el fiel retrato de su padre: una suerte de enorme forma ovalada llena de patas y trompas. En ¿Por qué lloras, Susan? todo se da por elipsis y por momentos se parece más a Perros de paja (1971), la demoledora mirada de Sam Peckinpah a la campiña inglesa, que al universo que nos ocupa. Mas esas insinuaciones, a las que obligaba la censura de la época, que al cabo era la causa de que los cineastas se esmerasen en la realización, en lugar de retratar la repugnante casquería de nuestros días; ese oscuro pasado de este villorrio de la costa de Nueva Inglaterra resulta estar estrechamente ligado a Susan (Carol Lynley), la joven esposa que visita Dunwich junto a su flamante marido.

            La presencia de August Derleth, como coautor junto a Lovecraft del libro sin especificar el título en que dice estar basado el guión me desconcierta. Siendo El horror de Dunwich el relato inaugural de los Mitos de Cthulhu y siendo Derleth, que no Lovecraft quien los terminó de aquilatar y reunió todo el ciclo, me inclino a pensar que por eso aparece acreditado el nombre del más fiel y devoto de los acólitos del outsider de Providence como uno de los autores del libro en el que se base el filme.

            La maldición del altar rojo (Wernon Sewell, 1968) es, sin duda, una de las mejores producciones de la Tigon. Se dice basada en una historia de H. P. Lovecraft, pero yo no he alcanzado a distinguir en cuál. De hecho, me resulta mucho más cercana a esos cultos antiguos y secretos, del Gales pagano, que nos propone Arthur Machen. Los auténticos estudiosos de la obra de Lovecraft -yo soy un mero lector- no la incluyen en la filmografía canónica que ha inspirado el escritor. No seré yo quien venga a apostillar nada al respecto.

            Vayamos finalmente a El horror de Dunwich. Este segundo acercamiento de Daniel Haller al llamado padre del horror cósmico vuelve a estar producido por Roger Corman para la American International. Aunque tampoco entra de lleno en el asunto del relato original, lo toca mucho más de cerca que Greene. Aquí, quien regresa al infausto lugar es Wilbur Whateley (Dean Stockwell). Lo hace tras consultar -pese a que se le prohíbe y ha de romper una vitrina al efecto- el ejemplar del Necronomicón guardado en la Universidad de Miskatonic. Al doctor Henry Armitage (Ed Begley) el asunto no le gusta. Menos aún cuando Whateley decide viajar hasta Dunwich en compañía de una compañera de clase sobre la que ejerce un poderoso magnetismo: la bella Nancy Wagner (Sandra Dee).

            A mi juicio, El horror de Dunwich es la mejor de todas las adaptaciones de Lovecraft realizadas en los años 60. Al igual que en el caso de Poe, aunque de otra manera -sólo en las labores de producción para ser exactos- cumple reconocer que la mano maestra del gran Roger Corman está tras Haller.

(Continúa en el asiento siguiente)

Publicado el 3 de noviembre de 2020 a las 04:15.

añadir a meneame  añadir a freski  añadir a delicious  añadir a digg  añadir a technorati  añadir a yahoo  compartir en facebook  twittear  votar

Comentarios - 3

1 | Terror Real (Web) - 03/11/2020 - 05:07

Es una pena que no haya más adaptaciones de Lovecraft al cine, me encantaría ver una buena película basada en "En las montañas de la locura"; Guillermo del Toro estaba planeando algo muy bueno, pero desgraciadamente ninguna productora ha querido arriesgarse con el proyecto.

Sobre la adaptación de "El horror de Dunwich", la verdad es que nunca había escuchado sobre ella, tendré que buscarla, soy muy fan de Lovecraft y adoro todo lo que esté relacionado con sus cuentos.

Muchas gracias por compartir, saludos.

2 | Javier Memba (Web) - 03/11/2020 - 16:03

Gracias ti por tu interés. Si tienes oportunidad de no dejes de ver "El horror de Dunwich", no te decepcionará.

3 | Javier Memba (Web) - 03/11/2020 - 16:03

Gracias ti por tu interés. Si tienes oportunidad de no dejes de ver "El horror de Dunwich", no te decepcionará.

Tu comentario

NORMAS

  • - Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.
  • - Toda alusión personal injuriosa será automáticamente borrada.
  • - No está permitido hacer comentarios contrarios a las leyes españolas o injuriantes.
  • - Gente Digital no se hace responsable de las opiniones publicadas.
  • - No está permito incluir código HTML.

* Campos obligatorios

Javier Memba

Javier Memba

            Periodista con más de cuarenta años de experiencia –su primer texto apareció en la revista Ozono en 1978-, Javier Memba (Madrid, 1959) fue colaborador habitual del diario EL MUNDO entre junio de 1990 y febrero de 2020. Actualmente lo es en Zenda Libros. Estudioso del cine antiguo, en todos los medios donde ha publicado sus cientos de piezas ha demostrado un decidido interés por cuanto concierne a la gran pantalla. Puede y debe decirse que el setenta por ciento de su actividad literaria viene a dar cuenta de su actividad cinéfila. Ha dado a la estampa La nouvelle vague (2003 y 2009), El cine de terror de la Universal (2004 y 2006), La década de oro de la ciencia-ficción (2005) –edición corregida y aumentada tres años después en La edad de oro de la ciencia ficción-, La serie B (2006), La Hammer (2007) e Historia del cine universal (2008).

 

            Asimismo ha sido guionista de cine, radio y televisión. Como novelista se dio a conocer en títulos como Homenaje a Kid Valencia (1989), Disciplina (1991) o Good-bye, señorita Julia (1993) y ha reunido algunos de sus artículos en Mi adorada Nicole y otras perversiones (2007). Vinilos rock español (2009) fue una evocación nostálgica del rock y de quienes le amaron en España mientras éste se grabó en vinilo. Cuanto sabemos de Bosco Rincón (2010) supuso su regreso a la narrativa tras quince años de ausencia. La nueva era del cine de ciencia-ficción (2011), junto a La edad de oro de la ciencia-ficción, constituye una historia completa del género, aunque ambos textos son de lectura independiente. No halagaron opiniones (2014) fue un recorrido por la literatura maldita, heterodoxa y alucinada. Por su parte, David Lynch, el onirismo de la modernidad (2017), fue un estudio de la filmografía de este cineasta. El cine negro español (2020) es su última publicación hasta la fecha.  

 


 

          

 

Miniatura no disponible

 

Javier Memba en 2009

 

Javier Memba en 1988

 

Javier Memba en 1987

 

1996

 

 

Javier Memba en la librería Shakespeare & Co. de París

 

 

 

 

Imagen

 

 

COMPRAR EN KINDLE:

 

 

 

contador de visitas en mi web



 

 

Enlaces

-La linterna mágica

-Unas palabras sobre Vida en sombras

-Unas palabras sobre La torre de los siete jorobados

-50 años de la Nouvelle Vague en Días de cine

-David Lynch, el onirismo de la modernidad en Radio 3

-Unas palabras sobre Casablanca en Telemadrid

-Unas palabras sobre Tintín en Cuatro TV

 

 

ALGUNOS ARTÍCULOS:

Malditos, heterodoxos y alucinados de la gran pantalla

Nuevos momentos estelares de la humanidad

Chicas yeyés

Chicas de ayer

Prólogo al nº 4 de la revista "Flamme" de la Universidad de Limoges

Destinos literarios

Sobre La naranja mecánica

Mi tributo al gran Chris Marker

El otro Borau

Bohemia del 89

Unos apuntes sobre las distopías

Elogio de Richard Matheson

En memoria de Bernadette Lafont

Homenaje al gran Jean-Pierre Melville

Los amores de Édith

Unos apuntes sobre La reina Margot

Tributo a Yasujiro Ozu con motivo del 50 aniversario de su fallecimiento

Muere Henry Miller

Unos apuntes sobre dos cintas actuales

Las legendarias chicas de los Stones

Unos apuntes sobre el "peplum"

El cine soviético del deshielo

El operador que nos devolvió el blanco y negro

Más real que Homeland

El cine de la Gran Guerra

Del porno a la pantalla comercial

Formentera cinema

Edward Hopper en estado puro

El cine de terror de los años 70

Mi tributo a Lauren Bacall

Mi tributo a Jean Renoir

Una entrevista a Lee Child

Una entrevista a William McLivanney 

Novelistas japonesas

Treinta años de Malevaje

Las grandes rediciones del cómic franco-belga

El estigma de La campana del infierno

Una reedición de Dalton Trumbo

75 años de un canto a la esperanza

Un siglo de El nacimiento de una nación

60 años de Semilla de maldad

Sobre las adaptaciones de Vicente Aranda

Regreso al futuro, treinta años después 

La otra cabeza de Murnau

Un tributo a las actrices de mi adolescencia

Cineastas españoles en Francia

El primer surrealista

La traba como materia literaria

La ilustración infantil de los años 70

Una exposición sobre la UFA

La musa de John Ford

Los icebergs de Jorge Fin

Un recorrido por los cineastas/novelistas -y viceversa-

Ettore Scola

Mi tributo a Jacques Rivette

Una película a la altura de la novela en que se basa

Mi tributo a James Cagney en el trigésimo aniversario de su fallecimiento

Recordando a Audrey Hepburn

El rey de los mamporros

Una guía clásica de la ciencia ficción

Musas de grandes canciones

Memorias de la España del tebeo

70 años de la revista Tintín

Ediciones JC regresa a sus orígenes

Seis claves para entender a Hergé

La chica del "Drácula" español

La primera princesa de la lejana galaxia

El primer Tintín coloreado

Paloma Chamorro: el fin de "La edad de oro"

Una entrevista a la fotógrafa Vanessa Winship

Una recuperación del Instituto Murnau

Heroínas de la revolución sexual

Muere George A. Romero

Un mito del cine francés

Semblanza de Basilio Martín Patino

Malevaje en la Gran Vía

Entrevista a Benjamin Black

Un circunloquio sobre la provocación

Una nueva aventura de Yeruldelgger

Una dama del crimen se despide

Recordando a Peggy Cummins

Un tributo a las yeyés francesas

La última reina del Technicolor

Recordando a John Gavin

Las referencias de La forma del agua

El Madrid de 1988

La nueva ola checa

Un apunte sobre Nelson Pereira dos Santos

Una simbiosis perfecta

Un maestro del neorrealismo tardío

El inovidable Yellowstone Kelly

Que Dios bendiga a John Ford

Muere Darío Villalba

Los recuerdos sentimentales de Enrique Herreros

Mi tributo a Harlan Ellison

La inglesa que presidió el cine español

La última rubia de Hitchcock

Unos apuntes sobre Neil Simon

Recordando Musicolandia

Una novelista italiana

Recordando a Scott Wilson

Cämilla Lackberg inaugura Getafe Negro

Una conversación entre Läckberg y Silva

El guionista de Dos hombres y un destino

Noir español y hermoso

Noir italiano

Mi tributo al gran Nicholas Roeg

De la Escuela de Barcelona al fantaterror patrio

Recordando a Rosenda Monteros

Unas palabras sobre Andrés Sorel

Farewell to Julia Adams

Corto Maltés vuelve a los quioscos

Un editor veterano

Una entrevista a Wendy Guerra

Continúa el misterio de Leonardo

Los cantos de Maldoror

Un encuentro con Clara Sánchez

Recuerdos de la Feria del Libro

Viajes a la Luna en la ficción

Los pecados de Los cinco

La última copa de Jack Kerouac

Astérix cumple 60 años

Getafe Negro 2019

Un actriz entrañable

Ochenta años de "El sueño eterno"

Sam Spade cumple 90 años

Un western en la España vaciada

Romy Schneider: el triste destino de Sissi

La nínfula maldita

Jean Vigo: el Rimbaud del cine francés

El último vuelo de Lois Lane

Claudio Guerin Hill

Dennis Hopper: El alucinado del Hollywood finisecular

Jean Seberg: la difamada por el FBI

Wener Herzog y la cólera de Dios

Gordad, el gran maese de la heterodoxia cinematográfica

Frances Farmer, la esquizofrénica que halló un inquietante sosiego

El hombre al que gustaba odiar

El gran amor de John Wayne

Iván Zulueta, arrebatado por una imagen efímera

Agnès Varda, entre el feminismo y la memoria

La reina olvidada del noir de los 40

Judy Garland al final del camino de adoquines amarillos

Jonas Mekas, el catalizador del cine independiente estadounidense

El gran Edgar G. Ulmer

La última flapper; la primera it girl

El estigmatizado por Stalin

La controvertida Egeria del Führer

El gran Tod Browning

Una chica de ayer

El niño que perdió su tren eléctrico

La primera chica de Éric Rohmer

El último cadáver bonito

La exnovia de James Dean que no quiso cumplir 40 años

Don Luis Buñuel, "ateo gracias a Dios"

La estrella cuyo fulgor se extinguió en sus depresiones

El gran cara de palo

Sylvia Kristel más allá de Emmanuelle

Roscoe Arbuckle, cuando se acabaron las risas

Laura Antonelli, la reina del softcore que perdió la razón

Nicholas Ray, que nunca volvió a casa

El vuelo más bajo de la princesa Leia Organa

Eloy de la Iglesia y el cine quinqui

Entiérralo con sus botas, su cartuchera y su revólver

La chica sin suerte

Bela Lugosi y la sombría majestuosidad de Drácula

La estrella de triste suerte

La desmesura de Jacques Rivette

Françoise Dorléac

Klaus el loco

Una hippie de los 70

Jean Esustache, entre la Nouvelle Vague y el ascetismo

Nadiuska, un juguete roto

Thea von Harbou

Jesús Franco

David Cronenberg

Sharon Tate, como en un cuento de Sheridan Le Fanu

Un guionista sediento

La reina del fantaterror patrio

Dalton Trumbo y los diez de Hollywood

La primera chica que arrojó una tarta 

El desdichado Hércules contemporáneo

En la tradición familiar

El músico del realismo poético

Otro tributo a la gran Patty Shepard

Elmer Modlin y su extraña familia

Las coproducciones internacionales rodadas en España

Marilyn Monrore y su desesperado último gesto

Un amor más poderosos que la vida

El actor atrapado en sus personajes

Entre el fantasma de su madre y el final del musical

Barbet Schroeder

Amparo Muñoz

Samuel Bronston más alla de Las Rozas

Chantal Akerman

Françoise Hardy 

Un antiguo dogmático

Jane Birkin

Anna Karina, su turbulento amor y el Madison

Sandie Shaw, ya con calzado

El gran Serge Gainsbourg

Entre la niña prodigio y la mujer concienciada

La intérprete de Shakespeare que inspiró a The Rolling Stones

La maleta del capitán Wajda

Val Lewton y su dramatización de la psicología del miedo

La alimaña de Whitechapel

Cristina Galbó

La caravana Donner

Eddie Constantine

Un nuevo curso del tiempo

Rosenda Monteros

Una criatura de la noche

Una carta a Nicolás I

Edison y el 35 mm

Barbara Steele

El felón Esquieu de Floyran acaba con los templarios

Entre Lovecraft y Hitchcock

Tchang Tchong Yen recuerda a Hergé

La musa del ciberpunk

Néstor Majnó

Una leyenda del Madrid finisecular

El rey de la serie B

La primera cosmonauta soviética

Cuando la injuria sucede a la fatalidad

Bajo Ulloa y sus cuentos crueles

La cicerone de los Stones en el infierno 

Nace Toulouse-Lautrec

El París del Charlestón se rinde a Josephine Baker

Nastassja Kinski, la dulce hija del ogro

Un tributo a Sam Peckinpah

La leyenda del London Calling

Fiódor Dostoievski frente al pelotón de fusilamiento

Mi alucinada favorita

El hombre de las mil caras

El 7º de Caballería pierde la gloria

Un recuerdo de Silke

El genocidio camboyano

Peter Bogdanovich

Guy Debord y la sociedad del espectáculo

Un héroe de Iwo Jima 

Lupe Vélez tras el último tequila sunrise

El general Lee

Roman Polanski

Un hampón italoamericano

Jane Fonda en su juventud

Kraken en la Cuesta de Moyano

Josef von Sternberg

The Beatles en The Carvern y en el show de Ed Sullivan

Que la tierra le sea leve a Douglas Trumbull

El último superviviente del hampa de Chicago

Inma de Santis

El Álamo

Una musa insumisa

El malvado Zaroff y un elogio a las revistas pulp

Miles Davis

Un polaco y el amour fou

La Legión extranjera como género literario

Conchita Montenegro

Peter Lorre y su cara de villano

El juez de la horca

Syd Barrett

Kathleen Turner

Una caricatura de la hombría

Eric Clapton

Helga Liné

Butch Cassidy

Carlos Arévalo, un cineasta español

Nace el último bohemio

Pascual García Arano

María Perschy

El Combray de Ingmar Bergman

Carlos Castaneda

Una canción de Neil Young

Un suicida dandi

Hedy Lamarr

Philip K. Dick y sus realidades bastardas

La última mujer fatal

Andréi Tarkovski, otro maldito por la censura soviética

Nace la música de la New Age

"Wie einst" Lili Marleen

Una lectura de Byron en Villa Diodati

Un apostol de la sedición juvenil

Ava en mi ciudad

Rider Haggard

Una entrada para la "Historia universal de la infamia"

La Marguerite Duras cineasta

Gallardo y calavera

El hombre que vendió su alma a Elizabeth Taylor

El crímen de Charlotte Corday

Un elogio entusiasta de la urbe

Un ángel caído

Mary Bradbury teme por su vida

Pierre Étaix y su triste gracia

El mejor verano de los Rolling

María Rosa Salgado y su conmovedora discrección

La valentía de Ramón Acín

Sylvie Vartan

La cruz de Malta de Wim Wenders

La epifanía de Louis Daguerre

Carroll Baker

Marie Laforêt y mi amigo Eloy

Eliseo Reclus atisba su quimera

Patty Pravo

Richard Pryor contra sí mismo

Miroslava, una actriz marcada por la fatalidad

France Gall y el doble sentido

Robert Bresson y el cine puro

La gesta de Alekséi Stajánov

Nace el Rimbaud del Rock & Roll seminal

Dominique Dunne, una filmografía que se quedó en el aire

Un actor vampirizado por un personaje

Tolkien publica El Hobbit

La segunda musa de Godard

John Dos Passos entra en la eternidad

Alain Resnais, el cine de la memoria

Una musa del filme noir

El cadáver de Nancy Spungen en el Chelsea Hotel

La historia de Bobby Driscoll

Un icono del feminismo

Recordando a Tina Aumont

Colgaron a Gilles de Rais

Dario Argento

Nico en el cine

Dylan Thomas en su último trance

Brigitte Helm

Un punkie en la Disney 

Nace Billy el Niño

The Wall

Tennessee Williams

Vivien Leigh

Kazuo Sakamaki salva la vida en Pearl Harbor

El proscrito de la Escuela de Barcelona 

47 hombres de honor

Charlotte Rampling

La incomunicabilità del gran MIchelangelo Antonioni

F. Scott Fitzgerald

Un pilar del cómic estadounidense

Juliet Berto

Erik, el fantasma de la Ópera

Una comedia francesa

Un pesimista alegre

Una mirada indolente a la derrota 

Sender en Casas Viejas

Kipling en su último momento

Los hermanos Marx

Puente sobre aguas turbulentas

Anouk Aimée

Mary Shelley

Quentin Tarantino

Neal Cassady 

Natalie Wood

La heterodoxia de Ermanno Olmi

Fu-Manchú

Stefan Zweig pone fin a sus días

 

 

 

 

 

 

EN TU MAIL

Recibe los blogs de Gente en tu email

Introduce tu correo electrónico:

FeedBurner

Archivo

Grupo de información GENTE · el líder nacional en prensa semanal gratuita según PGD-OJD