lunes, 23 de diciembre de 2024 17:56 www.gentedigital.es
Gente blogs

Gente Blogs

Blog de Javier Memba

El insolidario

Las memorias de John Dos Passos (I)

Archivado en: Cuaderno de lecturas, "Años inolvidables", de John Dos Passos.

imagen

Dos Passos -primero por la izquierda- y Hemingway -primero por la derecha- en el Madrid de 1937.

 

            Ya atesoraba Años inolvidables (1966) en 1989 -mi edición es la impresa por Seix Barral en el 84-, cuando me decidí por Manhattan Transfer (1925). Además, por aquel entonces ya era un ávido lector de memorias. Empecé a serlo en el 87, tras dar cuenta de las de Raoul Walsh, La vida de un hombre (1974), entusiasmado. Sin embargo, algo tan peregrino como la secuencia de una película que nunca me ha interesado -Armas de mujer (Mike Nichols, 1988)-, protagonizada por una actriz que jamás me ha llamado la atención -Melanie Griffith- influyó de un modo determinante para que leyese por primera vez a Dos Passos en su primer experimento con las estructuras narrativas. Como el propio título sugiere, en las páginas de Manhattan Transfer, Nueva York, el conglomerado urbano de Manhattan, es concebido como un lugar de transbordo, como una estación de paso del variado paisanaje de la ciudad.

            Supe por primera vez del transbordador a Manhattan -el South Ferry- en esa secuencia de Armas de mujer en la que Tess McGill -el personaje de Melanie Griffith- lo toma para ir a medrar en su trabajo y poco después ese detalle me decidió. Fue un impulso espurio. En aquellos días -y no digamos en las noches- yo estaba siempre volado, como decían en las traducciones argentinas de Jack Kerouac de mi juventud. En ese estado, el esfuerzo que me constaba la concentración precisa para dar cuenta de una historia coral -coro que representa a un segmento considerable del paisanaje de Nueva York, demasiado numeroso en cualquier caso para alguien como yo entonces, que iba en busca del colocón definitivo- hizo que no disfrutase de mi descubrimiento de John Dos Passos. Ha sido ahora, con los sesenta años -ya vivido y aún más propenso a las memorias- cuando he disfrutado de la lectura de este autor, uno de los grandes de la literatura estadounidense del pasado siglo, como hacía tiempo no disfrutaba de ningún otro.

            Los caminos de Dios serán inescrutables, a los de mis lecturas les basta con ser pintorescos. De un tiempo a esta parte empiezo a estar cansado de la omnipresencia de Hemingway en la novelística del pasado siglo, en la diáspora parisina de la Generación perdida estadounidense, en la Guerra Civil española, en las crónicas de los sanfermines, en La Habana y su Bodeguita del Medio... Salvo aquel gran cazador blanco en el África subsahariana, que también fue, aunque parece haber dejado de ostentar semejante dignidad por lo políticamente incorrecta que resulta en nuestros días, la de Hemingway parece una figura incuestionable desde cualquier punto de vista. Sin embargo, yo empiezo a ver varias fisuras. Sin ir más lejos, empiezo a poner en duda su compromiso con la II República. Es más, me inclino a pensar, como ya han manifestado algunas voces, que fue un quintacolumnista empero su aparente apoyo al estalinismo en 1937, justo el año que empezaba a enseñorearse de la dichosa República, expreso en aspectos mucho más sombríos que su aportación al cortometraje de Joris Ivens Tierra de España (1937). A este respecto, seguro que significa algo que su única obra de teatro, titulada precisamente La quinta columna, fuese escrita en el Madrid sitiado y bombardeado de aquel año, el mismo en que la represión comunista al movimiento libertario en Barcelona ponía fin al anarquismo que había frenado en un primer momento a los sublevados y el infausto Juan Negrín se convertía en un títere de la URSS. Pero todavía es más revelador -aunque desconcertante habida cuenta de ese sobresaliente apoyo al estalinismo- que el infatigable Hemingway volviese a los sanfermines en 1953, en pleno franquismo, con el beneplácito de las autoridades y el aplauso que ya le dispensaba la población cuanto entraba en los bares de Pamplona.

            En cualquier caso, Hemingway, además de ese primer traficante de la literatura que fue[1], merced a su constante exhibición de vigor, arrojo, valentía y demás cualidades -hoy casi todas en cuestión-, a mí me parece un verdadero fantasmón; todo un exhibicionista desde que llevaba la ambulancia en la Gran Guerra hasta que se pegó ese tiro, con el que puso fin a su vida siguiendo toda una tradición familiar.

            John Dos Passos fue uno de sus grandes amigos. Acaso el colega que más le apreció. Su primera esposa, Katy, era una amiga de Hemingway desde niña. La amistad entre el autor de ¿Por quién doblan las campanas? (1940) y el de Manhattan Transfer empezó a romperse Bajo los trópicos, así titula Dos Passos el capítulo en el que da cuenta de ello. "Los problemas que surgen entre un hombre y sus amigos no son con frecuencia más que el resultado de hacerse viejo" (pág. 268)".

            Es muy probable que, si la amistad entre los dos autores nunca llegó a romperse del todo, como aseguró el nieto de Dos Passos -llamado exactamente igual que su abuelo- en una visita a Madrid con motivo del rodaje de Duelo al sol (2015), un documental de Sonia Tercero, fue porque París era una fiesta, el libro en el que Hemingway vilipendia a Dos Passos -"cada dólar que gana le desplaza un poco más a la derecha", escribe en dichas páginas- es un título póstumo. Aparecido en 1964, los comentaristas tienden a sostener que "Hem", como le llama Dos Passos, lo dispuso así porque no quería estar vivo cuando su amigo supiese de los insultos que le dedicaba.

            Si en verdad fue por eso, Dos Passos demuestra mucha más altura moral que el finado. Hemingway es un tema casi recurrente en Años inolvidables desde la página 77, cuando su amigo confiesa que empezó a apreciar Milán, tras "leer las deliciosas descripciones de la ciudad que hace Hemingway en Adiós a las armas". Sin embargo, en ningún momento le responde con la mezquindad que su colega le había ofendido a título póstumo. Puede que Dos Passos se contuviera porque los muertos no pueden defenderse o puede que evocase aquel adagio con que don Luis Buñuel atajó a Dalí cuando el pintor intentó rencontrarse con el cineasta años después de su ruptura -luego de que Dalí acusase a don Luis de ser comunista, haciéndole perder un ventajoso empleo en el MoMA neoyorquino-: "agua pasada no mueve molino".

            En cualquier caso, "las cosas no volvieron a ser como antes" entre los dos escritores cierto día en que Dos Passos y Katy llegaron a la célebre casa de Hemingway en Key West y al anfitrión no le hizo ninguna gracia que su visitante dejase su sombrero -un Panamá, naturalmente- en un busto, como había venido haciendo hasta entonces (pág. 271).

            Sin embargo, parece ser que fue en España, a la que uno y otro quisieron tanto, donde la ruptura llegó a consumarse. En ese documental de Sonia Tercero referido se investigaba sobre cómo la distancia entre los autores pudo haberse debido al asesinato del traductor al español de Manhattan Transfer, José Robles, profesor en la Universidad Johns Hopkins de Baltimore. Hombre de buena voluntad, idealista, republicano convencido de que la república traería el progreso del país y el bienestar de sus gentes, Robles fue uno más de los muchos asesinados por la policía política de Stalin, que siempre contó con la aquiescencia del gabinete republicano, ya estuviera presidido por Largo Caballero (1936-1937) o por Negrín (1937-1939). A Robles, empleado como traductor en la embajada soviética, le fusilaron por pugnas de poder dentro de la propia delegación comunista. Cuando Dos Passos se lo comentó a Hemingway, parece ser que el autor de Adiós a las armas (1929) justificó aquel asesinato por el bien de la causa. Supongo que fue a partir de entonces cuando Hemingway empezó a decir que a Dos Passos no le movía más que el dinero con las mismas que los verdaderos estalinistas llaman "fascista" a todo el que no piensa como ellos. A partir de entonces, Dos Passos dejó de apoyar Tierra de España y la distancia entre los dos amigos se fue agrandando de forma inexorable.

            Dos Passos no se refiere al asunto en Años inolvidables. Pero las referencias a ello en Duelo al Sol, sí que hicieron que yo me decidiese a leer estas memorias de Dos Passos. Ahora bien, sigo sin saber si Hemingway fue ese apologeta del estalinismo que aparentaba ser o si fue un auténtico quintacolumnista.

 


[1] Así le definió, con sumo acierto, un primo mío muy importante en la vieja España, con quien cambiaba impresiones sobre libros hace más de cuarenta años. Y así viene a calificarle el propio Dos Passos en el pasaje que recuerda cómo Hemingway era capaz de vender a un editor incluso los artículos futuros que él, Dos Passos, iba a escribir.

(continúa en el asiento siguiente)

Publicado el 4 de agosto de 2020 a las 00:45.

añadir a meneame  añadir a freski  añadir a delicious  añadir a digg  añadir a technorati  añadir a yahoo  compartir en facebook  twittear  votar

Comentarios - 0

No hay comentarios



Tu comentario

NORMAS

  • - Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.
  • - Toda alusión personal injuriosa será automáticamente borrada.
  • - No está permitido hacer comentarios contrarios a las leyes españolas o injuriantes.
  • - Gente Digital no se hace responsable de las opiniones publicadas.
  • - No está permito incluir código HTML.

* Campos obligatorios

Javier Memba

Javier Memba

            Periodista con más de cuarenta años de experiencia –su primer texto apareció en la revista Ozono en 1978-, Javier Memba (Madrid, 1959) fue colaborador habitual del diario EL MUNDO entre junio de 1990 y febrero de 2020. Actualmente lo es en Zenda Libros. Estudioso del cine antiguo, en todos los medios donde ha publicado sus cientos de piezas ha demostrado un decidido interés por cuanto concierne a la gran pantalla. Puede y debe decirse que el setenta por ciento de su actividad literaria viene a dar cuenta de su actividad cinéfila. Ha dado a la estampa La nouvelle vague (2003 y 2009), El cine de terror de la Universal (2004 y 2006), La década de oro de la ciencia-ficción (2005) –edición corregida y aumentada tres años después en La edad de oro de la ciencia ficción-, La serie B (2006), La Hammer (2007) e Historia del cine universal (2008).

 

            Asimismo ha sido guionista de cine, radio y televisión. Como novelista se dio a conocer en títulos como Homenaje a Kid Valencia (1989), Disciplina (1991) o Good-bye, señorita Julia (1993) y ha reunido algunos de sus artículos en Mi adorada Nicole y otras perversiones (2007). Vinilos rock español (2009) fue una evocación nostálgica del rock y de quienes le amaron en España mientras éste se grabó en vinilo. Cuanto sabemos de Bosco Rincón (2010) supuso su regreso a la narrativa tras quince años de ausencia. La nueva era del cine de ciencia-ficción (2011), junto a La edad de oro de la ciencia-ficción, constituye una historia completa del género, aunque ambos textos son de lectura independiente. No halagaron opiniones (2014) fue un recorrido por la literatura maldita, heterodoxa y alucinada. Por su parte, David Lynch, el onirismo de la modernidad (2017), fue un estudio de la filmografía de este cineasta. El cine negro español (2020) es su última publicación hasta la fecha.  

 


 

          

 

Miniatura no disponible

 

Javier Memba en 2009

 

Javier Memba en 1988

 

Javier Memba en 1987

 

1996

 

 

Javier Memba en la librería Shakespeare & Co. de París

 

 

 

 

Imagen

 

 

COMPRAR EN KINDLE:

 

 

 

contador de visitas en mi web



 

 

Enlaces

-La linterna mágica

-Unas palabras sobre Vida en sombras

-Unas palabras sobre La torre de los siete jorobados

-50 años de la Nouvelle Vague en Días de cine

-David Lynch, el onirismo de la modernidad en Radio 3

-Unas palabras sobre Casablanca en Telemadrid

-Unas palabras sobre Tintín en Cuatro TV

 

 

ALGUNOS ARTÍCULOS:

Malditos, heterodoxos y alucinados de la gran pantalla

Nuevos momentos estelares de la humanidad

Chicas yeyés

Chicas de ayer

Prólogo al nº 4 de la revista "Flamme" de la Universidad de Limoges

Destinos literarios

Sobre La naranja mecánica

Mi tributo al gran Chris Marker

El otro Borau

Bohemia del 89

Unos apuntes sobre las distopías

Elogio de Richard Matheson

En memoria de Bernadette Lafont

Homenaje al gran Jean-Pierre Melville

Los amores de Édith

Unos apuntes sobre La reina Margot

Tributo a Yasujiro Ozu con motivo del 50 aniversario de su fallecimiento

Muere Henry Miller

Unos apuntes sobre dos cintas actuales

Las legendarias chicas de los Stones

Unos apuntes sobre el "peplum"

El cine soviético del deshielo

El operador que nos devolvió el blanco y negro

Más real que Homeland

El cine de la Gran Guerra

Del porno a la pantalla comercial

Formentera cinema

Edward Hopper en estado puro

El cine de terror de los años 70

Mi tributo a Lauren Bacall

Mi tributo a Jean Renoir

Una entrevista a Lee Child

Una entrevista a William McLivanney 

Novelistas japonesas

Treinta años de Malevaje

Las grandes rediciones del cómic franco-belga

El estigma de La campana del infierno

Una reedición de Dalton Trumbo

75 años de un canto a la esperanza

Un siglo de El nacimiento de una nación

60 años de Semilla de maldad

Sobre las adaptaciones de Vicente Aranda

Regreso al futuro, treinta años después 

La otra cabeza de Murnau

Un tributo a las actrices de mi adolescencia

Cineastas españoles en Francia

El primer surrealista

La traba como materia literaria

La ilustración infantil de los años 70

Una exposición sobre la UFA

La musa de John Ford

Los icebergs de Jorge Fin

Un recorrido por los cineastas/novelistas -y viceversa-

Ettore Scola

Mi tributo a Jacques Rivette

Una película a la altura de la novela en que se basa

Mi tributo a James Cagney en el trigésimo aniversario de su fallecimiento

Recordando a Audrey Hepburn

El rey de los mamporros

Una guía clásica de la ciencia ficción

Musas de grandes canciones

Memorias de la España del tebeo

70 años de la revista Tintín

Ediciones JC regresa a sus orígenes

Seis claves para entender a Hergé

La chica del "Drácula" español

La primera princesa de la lejana galaxia

El primer Tintín coloreado

Paloma Chamorro: el fin de "La edad de oro"

Una entrevista a la fotógrafa Vanessa Winship

Una recuperación del Instituto Murnau

Heroínas de la revolución sexual

Muere George A. Romero

Un mito del cine francés

Semblanza de Basilio Martín Patino

Malevaje en la Gran Vía

Entrevista a Benjamin Black

Un circunloquio sobre la provocación

Una nueva aventura de Yeruldelgger

Una dama del crimen se despide

Recordando a Peggy Cummins

Un tributo a las yeyés francesas

La última reina del Technicolor

Recordando a John Gavin

Las referencias de La forma del agua

El Madrid de 1988

La nueva ola checa

Un apunte sobre Nelson Pereira dos Santos

Una simbiosis perfecta

Un maestro del neorrealismo tardío

El inovidable Yellowstone Kelly

Que Dios bendiga a John Ford

Muere Darío Villalba

Los recuerdos sentimentales de Enrique Herreros

Mi tributo a Harlan Ellison

La inglesa que presidió el cine español

La última rubia de Hitchcock

Unos apuntes sobre Neil Simon

Recordando Musicolandia

Una novelista italiana

Recordando a Scott Wilson

Cämilla Lackberg inaugura Getafe Negro

Una conversación entre Läckberg y Silva

El guionista de Dos hombres y un destino

Noir español y hermoso

Noir italiano

Mi tributo al gran Nicholas Roeg

De la Escuela de Barcelona al fantaterror patrio

Recordando a Rosenda Monteros

Unas palabras sobre Andrés Sorel

Farewell to Julia Adams

Corto Maltés vuelve a los quioscos

Un editor veterano

Una entrevista a Wendy Guerra

Continúa el misterio de Leonardo

Los cantos de Maldoror

Un encuentro con Clara Sánchez

Recuerdos de la Feria del Libro

Viajes a la Luna en la ficción

Los pecados de Los cinco

La última copa de Jack Kerouac

Astérix cumple 60 años

Getafe Negro 2019

Un actriz entrañable

Ochenta años de "El sueño eterno"

Sam Spade cumple 90 años

Un western en la España vaciada

Romy Schneider: el triste destino de Sissi

La nínfula maldita

Jean Vigo: el Rimbaud del cine francés

El último vuelo de Lois Lane

Claudio Guerin Hill

Dennis Hopper: El alucinado del Hollywood finisecular

Jean Seberg: la difamada por el FBI

Wener Herzog y la cólera de Dios

Gordad, el gran maese de la heterodoxia cinematográfica

Frances Farmer, la esquizofrénica que halló un inquietante sosiego

El hombre al que gustaba odiar

El gran amor de John Wayne

Iván Zulueta, arrebatado por una imagen efímera

Agnès Varda, entre el feminismo y la memoria

La reina olvidada del noir de los 40

Judy Garland al final del camino de adoquines amarillos

Jonas Mekas, el catalizador del cine independiente estadounidense

El gran Edgar G. Ulmer

La última flapper; la primera it girl

El estigmatizado por Stalin

La controvertida Egeria del Führer

El gran Tod Browning

Una chica de ayer

El niño que perdió su tren eléctrico

La primera chica de Éric Rohmer

El último cadáver bonito

La exnovia de James Dean que no quiso cumplir 40 años

Don Luis Buñuel, "ateo gracias a Dios"

La estrella cuyo fulgor se extinguió en sus depresiones

El gran cara de palo

Sylvia Kristel más allá de Emmanuelle

Roscoe Arbuckle, cuando se acabaron las risas

Laura Antonelli, la reina del softcore que perdió la razón

Nicholas Ray, que nunca volvió a casa

El vuelo más bajo de la princesa Leia Organa

Eloy de la Iglesia y el cine quinqui

Entiérralo con sus botas, su cartuchera y su revólver

La chica sin suerte

Bela Lugosi y la sombría majestuosidad de Drácula

La estrella de triste suerte

La desmesura de Jacques Rivette

Françoise Dorléac

Klaus el loco

Una hippie de los 70

Jean Esustache, entre la Nouvelle Vague y el ascetismo

Nadiuska, un juguete roto

Thea von Harbou

Jesús Franco

David Cronenberg

Sharon Tate, como en un cuento de Sheridan Le Fanu

Un guionista sediento

La reina del fantaterror patrio

Dalton Trumbo y los diez de Hollywood

La primera chica que arrojó una tarta 

El desdichado Hércules contemporáneo

En la tradición familiar

El músico del realismo poético

Otro tributo a la gran Patty Shepard

Elmer Modlin y su extraña familia

Las coproducciones internacionales rodadas en España

Marilyn Monrore y su desesperado último gesto

Un amor más poderosos que la vida

El actor atrapado en sus personajes

Entre el fantasma de su madre y el final del musical

Barbet Schroeder

Amparo Muñoz

Samuel Bronston más alla de Las Rozas

Chantal Akerman

Françoise Hardy 

Un antiguo dogmático

Jane Birkin

Anna Karina, su turbulento amor y el Madison

Sandie Shaw, ya con calzado

El gran Serge Gainsbourg

Entre la niña prodigio y la mujer concienciada

La intérprete de Shakespeare que inspiró a The Rolling Stones

La maleta del capitán Wajda

Val Lewton y su dramatización de la psicología del miedo

La alimaña de Whitechapel

Cristina Galbó

La caravana Donner

Eddie Constantine

Un nuevo curso del tiempo

Rosenda Monteros

Una criatura de la noche

Una carta a Nicolás I

Edison y el 35 mm

Barbara Steele

El felón Esquieu de Floyran acaba con los templarios

Entre Lovecraft y Hitchcock

Tchang Tchong Yen recuerda a Hergé

La musa del ciberpunk

Néstor Majnó

Una leyenda del Madrid finisecular

El rey de la serie B

La primera cosmonauta soviética

Cuando la injuria sucede a la fatalidad

Bajo Ulloa y sus cuentos crueles

La cicerone de los Stones en el infierno 

Nace Toulouse-Lautrec

El París del Charlestón se rinde a Josephine Baker

Nastassja Kinski, la dulce hija del ogro

Un tributo a Sam Peckinpah

La leyenda del London Calling

Fiódor Dostoievski frente al pelotón de fusilamiento

Mi alucinada favorita

El hombre de las mil caras

El 7º de Caballería pierde la gloria

Un recuerdo de Silke

El genocidio camboyano

Peter Bogdanovich

Guy Debord y la sociedad del espectáculo

Un héroe de Iwo Jima 

Lupe Vélez tras el último tequila sunrise

El general Lee

Roman Polanski

Un hampón italoamericano

Jane Fonda en su juventud

Kraken en la Cuesta de Moyano

Josef von Sternberg

The Beatles en The Carvern y en el show de Ed Sullivan

Que la tierra le sea leve a Douglas Trumbull

El último superviviente del hampa de Chicago

Inma de Santis

El Álamo

Una musa insumisa

El malvado Zaroff y un elogio a las revistas pulp

Miles Davis

Un polaco y el amour fou

La Legión extranjera como género literario

Conchita Montenegro

Peter Lorre y su cara de villano

El juez de la horca

Syd Barrett

Kathleen Turner

Una caricatura de la hombría

Eric Clapton

Helga Liné

Butch Cassidy

Carlos Arévalo, un cineasta español

Nace el último bohemio

Pascual García Arano

María Perschy

El Combray de Ingmar Bergman

Carlos Castaneda

Una canción de Neil Young

Un suicida dandi

Hedy Lamarr

Philip K. Dick y sus realidades bastardas

La última mujer fatal

Andréi Tarkovski, otro maldito por la censura soviética

Nace la música de la New Age

"Wie einst" Lili Marleen

Una lectura de Byron en Villa Diodati

Un apostol de la sedición juvenil

Ava en mi ciudad

Rider Haggard

Una entrada para la "Historia universal de la infamia"

La Marguerite Duras cineasta

Gallardo y calavera

El hombre que vendió su alma a Elizabeth Taylor

El crímen de Charlotte Corday

Un elogio entusiasta de la urbe

Un ángel caído

Mary Bradbury teme por su vida

Pierre Étaix y su triste gracia

El mejor verano de los Rolling

María Rosa Salgado y su conmovedora discrección

La valentía de Ramón Acín

Sylvie Vartan

La cruz de Malta de Wim Wenders

La epifanía de Louis Daguerre

Carroll Baker

Marie Laforêt y mi amigo Eloy

Eliseo Reclus atisba su quimera

Patty Pravo

Richard Pryor contra sí mismo

Miroslava, una actriz marcada por la fatalidad

France Gall y el doble sentido

Robert Bresson y el cine puro

La gesta de Alekséi Stajánov

Nace el Rimbaud del Rock & Roll seminal

Dominique Dunne, una filmografía que se quedó en el aire

Un actor vampirizado por un personaje

Tolkien publica El Hobbit

La segunda musa de Godard

John Dos Passos entra en la eternidad

Alain Resnais, el cine de la memoria

Una musa del filme noir

El cadáver de Nancy Spungen en el Chelsea Hotel

La historia de Bobby Driscoll

Un icono del feminismo

Recordando a Tina Aumont

Colgaron a Gilles de Rais

Dario Argento

Nico en el cine

Dylan Thomas en su último trance

Brigitte Helm

Un punkie en la Disney 

Nace Billy el Niño

The Wall

Tennessee Williams

Vivien Leigh

Kazuo Sakamaki salva la vida en Pearl Harbor

El proscrito de la Escuela de Barcelona 

47 hombres de honor

Charlotte Rampling

La incomunicabilità del gran MIchelangelo Antonioni

F. Scott Fitzgerald

Un pilar del cómic estadounidense

Juliet Berto

Erik, el fantasma de la Ópera

Una comedia francesa

Un pesimista alegre

Una mirada indolente a la derrota 

Sender en Casas Viejas

Kipling en su último momento

Los hermanos Marx

Puente sobre aguas turbulentas

Anouk Aimée

Mary Shelley

Quentin Tarantino

Neal Cassady 

Natalie Wood

La heterodoxia de Ermanno Olmi

Fu-Manchú

Stefan Zweig pone fin a sus días

 

 

 

 

 

 

EN TU MAIL

Recibe los blogs de Gente en tu email

Introduce tu correo electrónico:

FeedBurner

Archivo

Grupo de información GENTE · el líder nacional en prensa semanal gratuita según PGD-OJD