viernes, 22 de noviembre de 2024 06:39 www.gentedigital.es
Gente blogs

Gente Blogs

Blog de Javier Memba

El insolidario

Una vez más, ¡larga vida al rock& roll!

Archivado en: Miscelánea, The Beatles, Rock

imagen

 

            Cantaba Don Mclean en su American Pie (1972) que la música -léase el rock & roll- murió el tres de febrero de 1959, cuando la avioneta en la que volaban Buddy Holly, Ritchie Valens y The Big Bopper se estrelló en un campo de maíz de Iowa. Permítame el lector que añada que la música -para mí nunca habrá otra que me cale tan profundamente como el rock- también murió cuando The Beatles tocaron a su fin. Basta echar la vista atrás para comprender que, semejante afirmación, no es otra cosa que proclamar mi renovado culto a los de Liverpool. Sí, yo también vengo a conmemorar el anuncio, hace en estos días cincuenta años, de su separación. Ahora bien, yo con mayor motivo porque, a lo largo de mi dilatadísima experiencia como amante del rock primero, del rock & roll después y, al cabo, del rock en su más amplio concepto, los negué más de tres veces, pero siempre como se niega al dios de un culto secreto en el que se creyó.

            Tenía solo diez años. Aun así, recuerdo con precisión la tristeza que me produjo su ruptura. No sólo por el fin de su música -acaso la más representativa del amado siglo XX de toda su banda sonora- sino por la modernidad -entendida simplemente como lo contrapuesto a lo antiguo- que suponía cuanto a The Beatles concernía en aquel Madrid donde -al margen de que yo fuera el niño más feliz del mundo-, todo lo que no estaba prohibido era obligatorio. Un Madrid que, cinco años antes, cuando no encontró ningún motivo para impedir legalmente la actuación del cuarteto de Liverpool, hizo todo lo posible para boicotearla. Un Madrid en el que era motivo de sospecha para la policía ser joven y, más aún, ser yeyé, concepto en el que, a grosso modo, cabía toda esa modernidad referida anteriormente.

            Tintín, el cine y el rock. Ésas y por ese orden fueron las tres primeras referencias de mi mitología personal. El rock, como tantos niños de los 60, lo descubrí con Los Bravos y Los Brincos. Estos últimos imitaban a The Kinks, que no a The Beatles, como suele decirse con la misma ligereza que la izquierda condenaba el rock por sus orígenes estadounidenses. The Kinks, precisamente, estuvieron a punto de ser detenidos en 1966 por pisar los jardines de la Plaza de España, tras una desafortunada serie de conciertos, en ese Madrid donde lo más moderno era lo yeyé y no había nada más yeyé que The Beatles.

            En la distancia, los de Liverpool también eran la imagen primera del Swinging London, cuya plasticidad irradiaba modernismo a toda la sociedad occidental, marcaba la estética de la época y, desde luego, lo más bonito, plásticamente, de mi infancia.

            Medio siglo después, puede decirse que la separación del cuarteto de Liverpool fue el principio del fin de aquella primera efervescencia juvenil londinense. Ya habrá tiempo para hablar de aquella otra eclosión que diez años después, tras la catarsis punk del 77, vino marcada por el London Calling de The Clash. Puesto a la venta a finales de diciembre de 1979, a fe mía que aquel elepé es la mejor grabación inglesa de todos los años 80. Pero a lo que voy es a que también es la prueba de que el rock -la Música- no se acabó tras la separación de The Beatles. Igual que tras la muerte de mi también dilecto Buddy Holly llegaron The Beatles, entre otros muchos que hicieron historia, tras la separación del genial cuarteto vinieron otros tantos que siguieron inspirando capítulos de dicha historia.

            El primer disco de los de Liverpool que tuve entre mis manos fue el doble ep de Magical Mistery Tour (1967). Me lo dejó una de mis primeras profesoras de inglés, que fue una de las primeras chicas yeyés que vi en mi vida. Recién llegada del Londres del Swinging London, excuso decir que me tenía fascinadito en el pupitre. Más de cincuenta años después, debo reconocer que aquella teacher fue una de las causas de que el amor al rock haya sido una de las cosas más serias de mi vida.

            Ya preadolescente, con apenas doce abriles, el primer elepé que me compré fue Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band (1967). Con la disculpa de dejárselo a la que me inspiraba, lo llevaba al colegio a presumir y como signo externo de rebeldía. Ya era consciente de que el rock, del que The Beatles -junto con Elvis- fueron su principal pórtico, era la manifestación más genuina de la contestación juvenil. No mucho después, con quince abriles, ya había descubierto el rock sinfónico y progresivo. Me gustaban las chicas que olían a pachuli, escuchaban a Pink Floyd y fumaban doble cero. Era un freak ahíto de King Crimson y Jethro Tull. Fue entonces cuando negué por primera vez a The Beatles y eso que, por aquellas mismas fechas, una de las imágenes más hermosas que me han sido dadas, era la de las chicas de Argüelles bailando Hello, Goodbye (1967) cuando sonaba en la jukebox de El Chapandad.

            En realidad, para mí, el rock más que una música fue una manera de vivir, una militancia. Exactamente igual que para quienes tenían conciencia política la revolución. Volví a negar a The Beatles cuando me hice rocker a comienzos de los años 80, una vez asimilada la catarsis punk. Pero entonces, reivindicando como reivindicaba el rock and roll seminal -Chuck Berry, Jerry Lee Lewis, Eddie Cochran...- mi delito fue mayor. The Beatles en sus comienzos, en las legendarias veladas de Hamburgo, eran una banda de rock & roll. Más aún, el mejor álbum de Lennon en solitario es todo un recorrido por los clásicos -Gene Vincent, Lloyd Price, Holly, Berry- titulado simplemente Rock ՙn' Roll (1975).

            Y negué por último a The Beatles todas las veces que me apunté a esa manida afirmación de que eran mejor The Rolling Stones porque eran más complejos y más malos. Más complejos... Tal vez. Pattie Boyd, aquella que tenía algo en la manera de moverse que atraía a George Harrison más que ninguna otra, escribe mucho en sus memorias -Un maravilloso presente (Circe, 2008)- sobre el pretendido candor de The Beatles frente a la maldad del quinteto de Richmond. Y la complejidad no es en sí misma ningún mérito frente a la sencillez, máxime si ésta es tan hermosa como I Feel Fine (1964).

            Ahora, que de todo hace tanto tiempo que aquellas imágenes de la modernidad del Swingin London también se han quedado viejas; ahora, hasta el amor al rock, como el don poético, ha resultado ser un fulgor juvenil. Bien es verdad que en mí la llama ardió hasta los cincuenta años. Pero en puridad, el rock es un asunto juvenil. De hecho, perdió su identidad cuando dejó de gustar mayoritariamente a los jóvenes. Con Mefistófeles no pactaron la juventud eterna ni los Stones. Se registra la misma obscenidad en el viejo roquero que en los poetas ancianos.

            Pues bien, es ahora cuando The Beatles me siguen pareciendo la mejor introducción a la que junto al cine fue la manifestación cultural más importante del amado siglo XX: el rock. Y en este nefasto siglo XXI es tan grato recordar cuánto amamos al rock que ya sería bastante para no volver a negar al cuarteto de Liverpool como se niega a un dios en el que se creyó. Y volver a gritar una vez más: ¡Larga vida al rock & roll!

 

Publicado el 12 de abril de 2020 a las 04:30.

añadir a meneame  añadir a freski  añadir a delicious  añadir a digg  añadir a technorati  añadir a yahoo  compartir en facebook  twittear  votar

Comentarios - 2

1 | Jose Luis - 12/4/2020 - 11:50

La verdad es que todos hemos seguido caminos análogos, volviéndonos verdaderos eclécticos en cuanto a la música, transitando de un ciclo a otro sin lógica, pero en el fondo es mejor así poder oír música sin restricciones, aunque cada vez lo más novedoso sea volver al jazz más ortodoxo-
UN recuerdo para nuestro arrogante eslogan del inolvidable concierto de Plaza de ESpaña de 1975
Music is Over ( con un par)

2 | Javier Memba (Web) - 16/4/2020 - 17:20

El rock, desde luego, sí que está acabado. Barrido por el viento de la historia, ¡casi nada! Yo ya he escuchado varias veces cierta expresión que dice: "Eso es más viejo que el rock & roll".

Tu comentario

NORMAS

  • - Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.
  • - Toda alusión personal injuriosa será automáticamente borrada.
  • - No está permitido hacer comentarios contrarios a las leyes españolas o injuriantes.
  • - Gente Digital no se hace responsable de las opiniones publicadas.
  • - No está permito incluir código HTML.

* Campos obligatorios

Javier Memba

Javier Memba

            Periodista con más de cuarenta años de experiencia –su primer texto apareció en la revista Ozono en 1978-, Javier Memba (Madrid, 1959) fue colaborador habitual del diario EL MUNDO entre junio de 1990 y febrero de 2020. Actualmente lo es en Zenda Libros. Estudioso del cine antiguo, en todos los medios donde ha publicado sus cientos de piezas ha demostrado un decidido interés por cuanto concierne a la gran pantalla. Puede y debe decirse que el setenta por ciento de su actividad literaria viene a dar cuenta de su actividad cinéfila. Ha dado a la estampa La nouvelle vague (2003 y 2009), El cine de terror de la Universal (2004 y 2006), La década de oro de la ciencia-ficción (2005) –edición corregida y aumentada tres años después en La edad de oro de la ciencia ficción-, La serie B (2006), La Hammer (2007) e Historia del cine universal (2008).

 

            Asimismo ha sido guionista de cine, radio y televisión. Como novelista se dio a conocer en títulos como Homenaje a Kid Valencia (1989), Disciplina (1991) o Good-bye, señorita Julia (1993) y ha reunido algunos de sus artículos en Mi adorada Nicole y otras perversiones (2007). Vinilos rock español (2009) fue una evocación nostálgica del rock y de quienes le amaron en España mientras éste se grabó en vinilo. Cuanto sabemos de Bosco Rincón (2010) supuso su regreso a la narrativa tras quince años de ausencia. La nueva era del cine de ciencia-ficción (2011), junto a La edad de oro de la ciencia-ficción, constituye una historia completa del género, aunque ambos textos son de lectura independiente. No halagaron opiniones (2014) fue un recorrido por la literatura maldita, heterodoxa y alucinada. Por su parte, David Lynch, el onirismo de la modernidad (2017), fue un estudio de la filmografía de este cineasta. El cine negro español (2020) es su última publicación hasta la fecha.  

 


 

          

 

Miniatura no disponible

 

Javier Memba en 2009

 

Javier Memba en 1988

 

Javier Memba en 1987

 

1996

 

 

Javier Memba en la librería Shakespeare & Co. de París

 

 

 

 

Imagen

 

 

COMPRAR EN KINDLE:

 

 

 

contador de visitas en mi web



 

 

Enlaces

-La linterna mágica

-Unas palabras sobre Vida en sombras

-Unas palabras sobre La torre de los siete jorobados

-50 años de la Nouvelle Vague en Días de cine

-David Lynch, el onirismo de la modernidad en Radio 3

-Unas palabras sobre Casablanca en Telemadrid

-Unas palabras sobre Tintín en Cuatro TV

 

 

ALGUNOS ARTÍCULOS:

Malditos, heterodoxos y alucinados de la gran pantalla

Nuevos momentos estelares de la humanidad

Chicas yeyés

Chicas de ayer

Prólogo al nº 4 de la revista "Flamme" de la Universidad de Limoges

Destinos literarios

Sobre La naranja mecánica

Mi tributo al gran Chris Marker

El otro Borau

Bohemia del 89

Unos apuntes sobre las distopías

Elogio de Richard Matheson

En memoria de Bernadette Lafont

Homenaje al gran Jean-Pierre Melville

Los amores de Édith

Unos apuntes sobre La reina Margot

Tributo a Yasujiro Ozu con motivo del 50 aniversario de su fallecimiento

Muere Henry Miller

Unos apuntes sobre dos cintas actuales

Las legendarias chicas de los Stones

Unos apuntes sobre el "peplum"

El cine soviético del deshielo

El operador que nos devolvió el blanco y negro

Más real que Homeland

El cine de la Gran Guerra

Del porno a la pantalla comercial

Formentera cinema

Edward Hopper en estado puro

El cine de terror de los años 70

Mi tributo a Lauren Bacall

Mi tributo a Jean Renoir

Una entrevista a Lee Child

Una entrevista a William McLivanney 

Novelistas japonesas

Treinta años de Malevaje

Las grandes rediciones del cómic franco-belga

El estigma de La campana del infierno

Una reedición de Dalton Trumbo

75 años de un canto a la esperanza

Un siglo de El nacimiento de una nación

60 años de Semilla de maldad

Sobre las adaptaciones de Vicente Aranda

Regreso al futuro, treinta años después 

La otra cabeza de Murnau

Un tributo a las actrices de mi adolescencia

Cineastas españoles en Francia

El primer surrealista

La traba como materia literaria

La ilustración infantil de los años 70

Una exposición sobre la UFA

La musa de John Ford

Los icebergs de Jorge Fin

Un recorrido por los cineastas/novelistas -y viceversa-

Ettore Scola

Mi tributo a Jacques Rivette

Una película a la altura de la novela en que se basa

Mi tributo a James Cagney en el trigésimo aniversario de su fallecimiento

Recordando a Audrey Hepburn

El rey de los mamporros

Una guía clásica de la ciencia ficción

Musas de grandes canciones

Memorias de la España del tebeo

70 años de la revista Tintín

Ediciones JC regresa a sus orígenes

Seis claves para entender a Hergé

La chica del "Drácula" español

La primera princesa de la lejana galaxia

El primer Tintín coloreado

Paloma Chamorro: el fin de "La edad de oro"

Una entrevista a la fotógrafa Vanessa Winship

Una recuperación del Instituto Murnau

Heroínas de la revolución sexual

Muere George A. Romero

Un mito del cine francés

Semblanza de Basilio Martín Patino

Malevaje en la Gran Vía

Entrevista a Benjamin Black

Un circunloquio sobre la provocación

Una nueva aventura de Yeruldelgger

Una dama del crimen se despide

Recordando a Peggy Cummins

Un tributo a las yeyés francesas

La última reina del Technicolor

Recordando a John Gavin

Las referencias de La forma del agua

El Madrid de 1988

La nueva ola checa

Un apunte sobre Nelson Pereira dos Santos

Una simbiosis perfecta

Un maestro del neorrealismo tardío

El inovidable Yellowstone Kelly

Que Dios bendiga a John Ford

Muere Darío Villalba

Los recuerdos sentimentales de Enrique Herreros

Mi tributo a Harlan Ellison

La inglesa que presidió el cine español

La última rubia de Hitchcock

Unos apuntes sobre Neil Simon

Recordando Musicolandia

Una novelista italiana

Recordando a Scott Wilson

Cämilla Lackberg inaugura Getafe Negro

Una conversación entre Läckberg y Silva

El guionista de Dos hombres y un destino

Noir español y hermoso

Noir italiano

Mi tributo al gran Nicholas Roeg

De la Escuela de Barcelona al fantaterror patrio

Recordando a Rosenda Monteros

Unas palabras sobre Andrés Sorel

Farewell to Julia Adams

Corto Maltés vuelve a los quioscos

Un editor veterano

Una entrevista a Wendy Guerra

Continúa el misterio de Leonardo

Los cantos de Maldoror

Un encuentro con Clara Sánchez

Recuerdos de la Feria del Libro

Viajes a la Luna en la ficción

Los pecados de Los cinco

La última copa de Jack Kerouac

Astérix cumple 60 años

Getafe Negro 2019

Un actriz entrañable

Ochenta años de "El sueño eterno"

Sam Spade cumple 90 años

Un western en la España vaciada

Romy Schneider: el triste destino de Sissi

La nínfula maldita

Jean Vigo: el Rimbaud del cine francés

El último vuelo de Lois Lane

Claudio Guerin Hill

Dennis Hopper: El alucinado del Hollywood finisecular

Jean Seberg: la difamada por el FBI

Wener Herzog y la cólera de Dios

Gordad, el gran maese de la heterodoxia cinematográfica

Frances Farmer, la esquizofrénica que halló un inquietante sosiego

El hombre al que gustaba odiar

El gran amor de John Wayne

Iván Zulueta, arrebatado por una imagen efímera

Agnès Varda, entre el feminismo y la memoria

La reina olvidada del noir de los 40

Judy Garland al final del camino de adoquines amarillos

Jonas Mekas, el catalizador del cine independiente estadounidense

El gran Edgar G. Ulmer

La última flapper; la primera it girl

El estigmatizado por Stalin

La controvertida Egeria del Führer

El gran Tod Browning

Una chica de ayer

El niño que perdió su tren eléctrico

La primera chica de Éric Rohmer

El último cadáver bonito

La exnovia de James Dean que no quiso cumplir 40 años

Don Luis Buñuel, "ateo gracias a Dios"

La estrella cuyo fulgor se extinguió en sus depresiones

El gran cara de palo

Sylvia Kristel más allá de Emmanuelle

Roscoe Arbuckle, cuando se acabaron las risas

Laura Antonelli, la reina del softcore que perdió la razón

Nicholas Ray, que nunca volvió a casa

El vuelo más bajo de la princesa Leia Organa

Eloy de la Iglesia y el cine quinqui

Entiérralo con sus botas, su cartuchera y su revólver

La chica sin suerte

Bela Lugosi y la sombría majestuosidad de Drácula

La estrella de triste suerte

La desmesura de Jacques Rivette

Françoise Dorléac

Klaus el loco

Una hippie de los 70

Jean Esustache, entre la Nouvelle Vague y el ascetismo

Nadiuska, un juguete roto

Thea von Harbou

Jesús Franco

David Cronenberg

Sharon Tate, como en un cuento de Sheridan Le Fanu

Un guionista sediento

La reina del fantaterror patrio

Dalton Trumbo y los diez de Hollywood

La primera chica que arrojó una tarta 

El desdichado Hércules contemporáneo

En la tradición familiar

El músico del realismo poético

Otro tributo a la gran Patty Shepard

Elmer Modlin y su extraña familia

Las coproducciones internacionales rodadas en España

Marilyn Monrore y su desesperado último gesto

Un amor más poderosos que la vida

El actor atrapado en sus personajes

Entre el fantasma de su madre y el final del musical

Barbet Schroeder

Amparo Muñoz

Samuel Bronston más alla de Las Rozas

Chantal Akerman

Françoise Hardy 

Un antiguo dogmático

Jane Birkin

Anna Karina, su turbulento amor y el Madison

Sandie Shaw, ya con calzado

El gran Serge Gainsbourg

Entre la niña prodigio y la mujer concienciada

La intérprete de Shakespeare que inspiró a The Rolling Stones

La maleta del capitán Wajda

Val Lewton y su dramatización de la psicología del miedo

La alimaña de Whitechapel

Cristina Galbó

La caravana Donner

Eddie Constantine

Un nuevo curso del tiempo

Rosenda Monteros

Una criatura de la noche

Una carta a Nicolás I

Edison y el 35 mm

Barbara Steele

El felón Esquieu de Floyran acaba con los templarios

Entre Lovecraft y Hitchcock

Tchang Tchong Yen recuerda a Hergé

La musa del ciberpunk

Néstor Majnó

Una leyenda del Madrid finisecular

El rey de la serie B

La primera cosmonauta soviética

Cuando la injuria sucede a la fatalidad

Bajo Ulloa y sus cuentos crueles

La cicerone de los Stones en el infierno 

Nace Toulouse-Lautrec

El París del Charlestón se rinde a Josephine Baker

Nastassja Kinski, la dulce hija del ogro

Un tributo a Sam Peckinpah

La leyenda del London Calling

Fiódor Dostoievski frente al pelotón de fusilamiento

Mi alucinada favorita

El hombre de las mil caras

El 7º de Caballería pierde la gloria

Un recuerdo de Silke

El genocidio camboyano

Peter Bogdanovich

Guy Debord y la sociedad del espectáculo

Un héroe de Iwo Jima 

Lupe Vélez tras el último tequila sunrise

El general Lee

Roman Polanski

Un hampón italoamericano

Jane Fonda en su juventud

Kraken en la Cuesta de Moyano

Josef von Sternberg

The Beatles en The Carvern y en el show de Ed Sullivan

Que la tierra le sea leve a Douglas Trumbull

El último superviviente del hampa de Chicago

Inma de Santis

El Álamo

Una musa insumisa

El malvado Zaroff y un elogio a las revistas pulp

Miles Davis

Un polaco y el amour fou

La Legión extranjera como género literario

Conchita Montenegro

Peter Lorre y su cara de villano

El juez de la horca

Syd Barrett

Kathleen Turner

Una caricatura de la hombría

Eric Clapton

Helga Liné

Butch Cassidy

Carlos Arévalo, un cineasta español

Nace el último bohemio

Pascual García Arano

María Perschy

El Combray de Ingmar Bergman

Carlos Castaneda

Una canción de Neil Young

Un suicida dandi

Hedy Lamarr

Philip K. Dick y sus realidades bastardas

La última mujer fatal

Andréi Tarkovski, otro maldito por la censura soviética

Nace la música de la New Age

"Wie einst" Lili Marleen

Una lectura de Byron en Villa Diodati

Un apostol de la sedición juvenil

Ava en mi ciudad

Rider Haggard

Una entrada para la "Historia universal de la infamia"

La Marguerite Duras cineasta

Gallardo y calavera

El hombre que vendió su alma a Elizabeth Taylor

El crímen de Charlotte Corday

Un elogio entusiasta de la urbe

Un ángel caído

Mary Bradbury teme por su vida

Pierre Étaix y su triste gracia

El mejor verano de los Rolling

María Rosa Salgado y su conmovedora discrección

La valentía de Ramón Acín

Sylvie Vartan

La cruz de Malta de Wim Wenders

La epifanía de Louis Daguerre

Carroll Baker

Marie Laforêt y mi amigo Eloy

Eliseo Reclus atisba su quimera

Patty Pravo

Richard Pryor contra sí mismo

Miroslava, una actriz marcada por la fatalidad

France Gall y el doble sentido

Robert Bresson y el cine puro

La gesta de Alekséi Stajánov

Nace el Rimbaud del Rock & Roll seminal

Dominique Dunne, una filmografía que se quedó en el aire

Un actor vampirizado por un personaje

Tolkien publica El Hobbit

La segunda musa de Godard

John Dos Passos entra en la eternidad

Alain Resnais, el cine de la memoria

Una musa del filme noir

El cadáver de Nancy Spungen en el Chelsea Hotel

La historia de Bobby Driscoll

Un icono del feminismo

Recordando a Tina Aumont

Colgaron a Gilles de Rais

Dario Argento

Nico en el cine

Dylan Thomas en su último trance

Brigitte Helm

Un punkie en la Disney 

Nace Billy el Niño

The Wall

Tennessee Williams

Vivien Leigh

Kazuo Sakamaki salva la vida en Pearl Harbor

El proscrito de la Escuela de Barcelona 

47 hombres de honor

Charlotte Rampling

La incomunicabilità del gran MIchelangelo Antonioni

F. Scott Fitzgerald

Un pilar del cómic estadounidense

Juliet Berto

Erik, el fantasma de la Ópera

Una comedia francesa

Un pesimista alegre

Una mirada indolente a la derrota 

Sender en Casas Viejas

Kipling en su último momento

Los hermanos Marx

Puente sobre aguas turbulentas

Anouk Aimée

Mary Shelley

Quentin Tarantino

Neal Cassady 

Natalie Wood

La heterodoxia de Ermanno Olmi

Fu-Manchú

Stefan Zweig pone fin a sus días

 

 

 

 

 

 

EN TU MAIL

Recibe los blogs de Gente en tu email

Introduce tu correo electrónico:

FeedBurner

Archivo

Grupo de información GENTE · el líder nacional en prensa semanal gratuita según PGD-OJD