El misterio de la carretera de Sintra
Archivado en: Cuaderno de lecturas, sobre "El misterio de la carretera de Sintra" de Eça de Queiroz y Ramalho Ortigao
Causa cierta sorpresa que Carmen Martín Gaite -traductora y editora del texto- afirme en su introducción que estamos ante una obra fallida. Lo corriente, en estas noticias preliminares, es alabar las páginas que siguen. Sin embargo, la autora de Entre visillos (1957) no habla por hablar.
Al parecer las misivas que conforman la novela -procedimiento en verdad ingenioso del que Eça de Queiroz y Ramalho Ortigão se valieron para escribirla mano a mano- fueron en verdad publicadas en el Diario de noticias lisboeta, como cartas al director en el verano de 1870. La primera de ellas da cuenta de un secuestro perpetrado por unos enmascarados en la persona de un médico y su acompañante. Como se ve, el arranque es magistral.
Lo malo es que todas las expectativas que despierta no tardarán en verse defraudadas. Pese a que en uno de los pasajes del cautiverio hay un atisbo de terror -aquel en el que el médico comienza a sentir una presencia en una estancia contigua-, la narración no encierra el más mínimo escalofrío. Muy por el contrario, se trata de una historia galante.
Explicado que se ha raptado al facultativo para ver si éste puede hacer algo por un herido de gravedad, una vez se certifica la muerte del desdichado, la siguiente carta abre un flashback en el que se nos refiere la historia de una bella aristócrata de la capital portuguesa. El punto de vista es el de un pariente próximo, además de confidente de la mujer...
Casada con un hombre tosco que la engaña, la dama conoce a un oficial inglés destinado en la India. Siendo éste todo un seductor, antes de amar a la portuguesa ha sido amante de una ardiente española a la que conoció durante su estancia en Asia. Se antoja tan improbable la presencia de una española en la India británica que creo no equivocarme mucho al apuntar que uno de los fallos que su traductora e introductora reprocha al libro es ése precisamente.
Tras seguir enajenada al inglés al crucero por el Mediterráneo en que el militar y la portuguesa se conocen, la española, al verse rechazada por quien tanto la inspira y sabiendo que él ha estado a punto de fugarse con la portuguesa, dará cuenta de su derrota cayendo en un éxtasis místico que la llevará a la muerte. Un último apunte a este respecto, así como la presencia en la India de una española decimonónica se me antoja un despropósito, he de observar que los autores no caen en los tópicos denigrantes concernientes a la mujer hispana.
El amor del inglés y la portuguesa proseguirá en París. Será allí, en la Ciudad de la Luz, donde ella comenzará a apreciar que la relación se enfría. Los celos, personificados en la persona de una irlandesa, no tardarán en abrumar a la luxa.
De regreso a Portugal, nuestra bella dama, obsesionada con la infidelidad de su amante, acabará por dar muerte al soldado. La atención al cadáver del militar motivará el secuestro del médico. Pese a lo original de su planteamiento y de esa publicación por entregas en un periódico, hay que convenir que es una obra fallida. Mucha vuelta, mucho artificio para tan poco asunto. Me han interesado mucho más algunos relatos de Eça de Queiroz -El Difunto, o Jose Matías- leídos el pasado verano.
(Octubre 2000)
Publicado el 11 de octubre de 2015 a las 10:15.