Los relatos del dandi colaboracionista
Archivado en: Cuaderno de lecturas, sobre "Diario de un hombre engañado", de Pierre Drieu La Rochelle
A excepción de la última de las piezas reunidas en Diario de un hombre engañado, una historia de anticipación que viene a criticar la conquista del espacio, el resto de los relatos que conforman este espléndido y original libro tienen un único argumento: demostrarnos las mezquindades y miserias del amor en la burguesía francesa de entreguerras. Yo las leí en junio de hace quince años, con el recelo y el interés que despiertan en mí los colaboracionistas como su autor, Pierre Drieu La Rochelle. Pero también con el entusiasmo que me acababa de procurar el visionado de la adaptación de El fuego fatuo (1936), la gran novela de Drieu La Rochelle, llevada a cabo por Louis Malle en 1963. Lo que sigue son las notas que tomé entonces, en la primavera del año 2000.
Salvo Diario propiamente dicho -primero de los relatos- y El momento oportuno -construido mediante el punto de vista de dos hombres y una mujer respecto a la relación que les une a ella-, cuyo mensaje se me ha antojado confuso, todos los textos que conforman el libro son de una legibilidad encomiable.
Puede que sean dos los paradigmas de la selección. El primero de ellos lleva por título Un buen matrimonio y se refiere al que hace un apuesto arquitecto, que causa sensación en las reuniones de sociedad, con una mujer tan hermosa como siempre ha deseado. Que todo vaya a las mil maravillas no es óbice para que nuestro hombre se busque un amante entre el círculo de amigas. Cuando pensamos que La Rochelle nos va a contar las desgracias de la esposa engañada, comienza a dar cuenta de cómo ella se busca igualmente un querido, al que no parece amar, y a quien se entrega por que dicha costumbre es un hábito entre las mujeres de su clase y de su tiempo.
La modelo, el segundo de esos relatos que he dado en llamar "paradigmáticos" del resto del libro, está localizado en las postrimerías de la Primera Guerra Mundial. Su protagonista, Mariette Wattin, quien por mejor decir es una de esas señoritas que antaño desfilaban para que las clientas vieran los vestidos en las boutiques, trabaja en una casa de modas de la Place Vendôme y es amante de un tipo que se está haciendo rico construyendo los primeros cines de barrio. Espera casarse con él por algo parecido a la inercia. Así las cosas, conoce a Philippe Montagne, un oficial con veleidades periodísticas -"Se había puesto a escribir de la misma forma que se empieza a gritar, sin ninguna preparación", apunta el autor en una de las frases más inteligentes de este interesantísimo libro-, quien la avasalla con un amor que parece sincero. El relato se abre con la confusión que asalta a Mariette cuando despierta por primera vez al lado de su soldado.
Ofuscada, buscando la ruptura con Philippe, le confiesa todo lo que ha tenido con él a su futuro. El otro "arrambló con las pocas joyas que le había regalado para no volver más". Los años pasan y la pasión que unió a los antiguos amantes se vuelve monotonía. Finalmente, a instancias de los amigos, que le aconsejan que abandone a Mariette antes de que sea demasiado tarde para que ella pueda encontrar a otro amante, la deja. Cuando creemos ver en la modelo a una víctima, La Rochelle nos descubre que, durante todos esos años que ha dedicado a Philippe, Mariette también ha tenido un amante.
Asimismo, dentro de este original empeño por demostrarnos la imposibilidad de la pureza del amor -"mis amigas adúlteras", comenta uno de los personajes- cabe destacar la pieza Divorciadas. Sus protagonistas, curiosamente las únicas que optan por la ruptura del matrimonio pese a que todas se pasan el vínculo por las narices, son dos amigas enemistadas porque el marido de una se ha convertido en amante de la otra -el extraño placer que producen los celos es otra de las constantes de estos textos-. Cuando él ha abandonado a ambas, acaban retomando su amistad para echar de menos juntas al hombre que han compartido.
Al igual que Celine, LaRochelle se nos descubre un gran cínico. Tal vez fuera su escepticismo lo que le llevara a convertirse en un colaboracionista durante la ocupación alemana de Francia.
Publicado el 30 de septiembre de 2015 a las 14:00.