Tres entregas anteriores de los amigos del Centaur Club
Archivado en: Cuaderno de lecturas, las aventuras de Blake y Mortimer, sobre "Los sarcófagos del 6º continente" y "El santuario de Gondwana", André Juillard,
El interés de los sucesores de Jacobs por situar sus tramas en la época en que el maestro concibió las primeras aventuras de la pareja es más que notable. Así, el primer tomo de Los sarcófagos del 6º continente (2004), con guión de Yves Sente y dibujos de André Juillard, se abre con una intriga en torno al emperador Açoka situada en 1958. Es éste un extraño personaje. Después de llevar muerto más de dos mil años, resucita para llamar a la rebelión contra los ingleses a los distintos señores de la India. Entre sus prodigios destaca una guardia de fabulosos monos. Cuando se nos presenta, está en colaboración con el mayor Voritch, de La maquinación Voronov. El soviético y el paladín hindú tienen un enemigo común: Philip Mortimer…
Se inicia entonces un flash-back que nos lleva 35 años atrás. A la India de los primeros brotes independentistas. Es entonces cuando un joven Mortimer no duda en defender a un joven Blake de un grupo de nativos que se dispone a agredirle. Será el mismo Gandhi quien le salve. La amistad entre los dos compañeros acaba de nacer. Ya en casa de sus padres, Mortimer se enamorara de la bella hija de Açoka, ante la natural oposición de los padres de ambos. Cuando la joven cree que el futuro profesor la está engañando con una inglesa decide suicidarse y Açoka jura venganza.
De vuelta a 1958, Açoka se encuentra maquinando en colaboración con la delegación soviética que habrá de visitar la exposición universal de Bruselas. Olrik es sacado del GULAG para servir de instrumento a los planes del emperador, que tanto me recuerda al líder tibetano de El secreto del espadón. Blake y Mortimer, que forman parte de la delegación inglesa, no tardan en descubrir que Açoka –quien en realidad es la princesa Gita, que ocupó el puesto de su padre cuando éste murió- y los soviéticos han conseguido interesar a varios países del Tercer Mundo en su amenaza. Las primeras manifestaciones de nuevo peligro son unas extrañas radiaciones. En la delegación del Congo se trama algo, pero en contra de lo que parece, obedeciendo sin duda a la corrección política, Mukeba –un watusi- está al servicio del bien…
Julio, 2004
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Es lástima que en el segundo tomo de Los sarcófagos del 6º continente, publicado en España en 2005, el papel de Olrik -junto con Rastapopoulos de las aventuras de Tintín mi villano favorito- sea meramente testimonial. Está confinado en uno de los sarcófagos, desde donde el malvado Açoka, extrayendo la energía del cerebro del coronel, pretende sembrar el mal en la Exposición Universal de Bruselas del año 58. Ante este panorama, sólo tiene presencia en las últimas viñetas para ponerse al lado de Mortimer, dando lugar a una tregua en la que los eternos antagonistas pueden salvarse.
Lo primero que me ha llamado la atención de esta segunda entrega de Los sarcófagos de 6º continente ha sido la normalidad con la que el fiel Nasir –el criado hindú del profesor- se desenvuelve la Sudáfrica de 1958. Aunque esas teorías sobre la revolución tercermundista que lidera Açoka dan mucho que pensar acerca del posible racismo de los autores, lo cierto es que aquí, Nasir es un amigo más que ese criado que nos refiere Jacobs en las aventuras donde nos lo presenta.
Argumentalmente hablando, tras esa pequeña escala en Ciudad del Cabo, mientras Nasir se introduce en un barco de los sediciosos haciéndose pasar por un herido-, Blake y Mortimer se trasladan a una base inglesa en la Antártida. Pero ésta ha sido tomada por la gente de Açoka, quienes hacen prisioneros a los dos ingleses.
El capitán consigue escapar y llegar a una base francesa donde se encuentra el profesor Labrousse, inventor del subglaciator. Es éste un fabuloso vehículo sumergible, capaz de avanzar por las aguas que hay debajo de los hielos. Con él se acercan a la base de la Antártida -el sexto continente-, donde preparan su traición los tercermundistas con electricidad procedente de la base soviética. Cuando Blake, tras la muerte del mayor Voritch, consigue convencer a un teniente ruso para que corte el suministro eléctrico a la Antártida, se produce un pequeño terremoto que pone a Açoka y a los suyos fuera de juego. Es entonces cuando uno de sus antagonistas, en su agonía, prosigue con el flash-back iniciado en la entrega anterior...
Ahora se nos cuenta que fue Sushil, un amigo hindú de Mortimer, quien, creyendo haber dado muerte a la princesa que el profesor amó en su juventud, dejó junto al cadáver de la muchacha el cuchillo que le había regalado el inglés para culpar así del crimen al futuro profesor. Pero la muchacha no muere y aunque Açoka lo descubre todo, da muerte a Sushil.
Pese a que en el final del flash-back se nos dice que la princesa se ha quedado en una institución religiosa, apenas termina el moribundo de relatar sus recuerdos se nos descubre que en realidad, la muchacha –ya envejecida- es Açoka. Ocupó el lugar de su padre cuando éste, en el flash back, regresó sólo de la supuesta congregación donde teóricamente había quedado su hija.
Mortimer no ha salido de su asombro por todo el odio que le guarda su antiguo amor, cuando la princesa le somete al mismo destino que a Olrik encerrándole en el segundo sarcófago del 6º continente. Tras la unión de los dos eternos antagonistas en contra de Açoka, la base de la Antártida –con la princesa dentro- se hunde entre explosiones. La Exposición Universal de Bruselas puede inaugurarse felizmente. Todo un homenaje a la capital del cómic que sea Bruselas precisamente la ciudad elegida.
Julio, 2005
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El santuario de Gondwana, también de Sente y Julliard y publicado en España en 2009, no se anuncia como una continuación de Los sarcófagos del 6º continente, pero de eso se trata. Tanto es así que, además de continuar un asunto lanzado en su argumento, propone una variación de otro.
El álbum comienza con un científico alemán -Ulrich Heidegang- adentrándose en una singular cueva. La gruta, que ha quedado al descubierto con la sequía en un lago de la llanura de Serengeti, lleva al templo al que alude el título. Sorprendido por sus guardianes mientras roba un diamante de un ídolo de lugar, el alemán es herido en su huída.
Entra entonces en escena Mortimer, que asiste a un reconocimiento médico a consecuencia de unos dolores de cabeza que padece tras el shock sufrido en su aventura en el sarcófago. Nastasia, la joven rusa que se unió a los acólitos de los ingleses en La maquinación Voronov, se presenta al profesor con los resultados del análisis de una roca hallada en la aventura del 6º continente. Según las pruebas, la piedra muestra unos grabados que obedecen a una voluntad inteligente, quizás artística, que se remontan a 350 millones de años atrás. El dato es en verdad asombroso pues, a decir de Mortimer, los grabados más antiguos que se conocen “sólo tienen 30.000 años”.
Mientras el profesor y la bella rusa aventuran sus primeros juicios, son espiados por un personaje en el que creemos entrever a Olrik. Este mismo espía se interesa por las consultas hechas por Mortimer en la hemeroteca de un periódico, donde el profesor descubre que los grabados de la roca de la Antártida coinciden con los de un anillo robado por Heidegang en su visita al santuario, joya cuya fotografía es una de las que ilustran la noticia donde se da cuenta de la suerte del alemán, que languidece enloquecido por el miedo en un hospital de Tanganika.
Ya en su confortable hogar de Park Lane, tras un breve encuentro con Blake –que como algunas otras veces apenas aparece en esta entrega-, Mortimer, releyendo sus memorias, evoca a miss Sarah Summertown, otro amor de juventud, también truncado y de la India. De ahí que se me figure una variación del frustrado sentimiento del científico y la princesa Gita, la hija del Açoka de Los sarcófagos del 6º continente.
Siendo miss Sarah una experta en objetos tribales, Mortimer se apresta a visitarla en busca de información. Ella no tarda en sumarse a la pequeña expedición hacia Tanganika, en la que también formará Nastasia.
Mientras el trío se encuentra en África, Blake recibe la visita nocturna del tipo en quien creemos ver a Olrik. Sin embargo, el supuesto coronel consigue convencer al capitán, aunque una vez que él también se encuentre en Tanganika se nos descubrirá que en efecto es Olrik, quien conseguirá camelar a un grupo de nativos tras enfrentarse a ellos por defender a un masai en unas viñetas evocadoras del episodio de Tintín y Zorino en El templo de sol. A decir verdad, dichos nativos obedecen órdenes del Bezendjas de El misterio de la gran pirámide.
Ya adentrados en llanura de Serengeti, la expedición de Mortimer y sus acompañantes recuerda sobremanera a esas películas de aventuras africanas de los años 60 pero sin todo el, desprecio hacia los nativos que ese cine conlleva. Descubierto finalmente el lago, el científico y las dos mujeres se sumergen en sus aguas. A destacar la sensualidad del dibujo de Nastasia en bañador, a la altura de las chicas de Milo Manara.
Una vez en el santuario, les es dado a los expedicionarios descubrir los restos de una remota civilización que se remonta a las inscripciones de la piedra de la Antártida y el anillo de Heidegang. Dichos restos consisten en una inteligencia superior, una gran masa pensante.
Mucho más sorprendente es descubrir que Mortimer es Olrik camuflado bajo el aspecto del profesor y viceversa, por eso, cuando sólo parecía un espía, convenció a Blake en su visita nocturna. La transformación fue obrada en los sarcófagos del álbum anterior. De ahí que sea una clara prolongación de uno de sus asuntos. Pero también es venir a abundar en esa alteración de las personalidades tan frecuente en la serie. Verbigracia, Mortimer contra Mortimer (1990), segundo tomo de Las tres fórmulas del profesor Sato (1970).
Noviembre, 2009
Publicado el 13 de mayo de 2015 a las 14:30.