martes, 19 de noviembre de 2024 01:16 www.gentedigital.es
Gente blogs

Gente Blogs

Blog de Javier Memba

El insolidario

Balzac en la Nouvelle Vague

Archivado en: Inéditos cine, Balzac en la Nouvelle Vague

imagen

El joven Doinel y su vela a Balzac

            Las lecturas de William Faulkner a las que alude Patricia Franchini (Jean Seberg) en Al final de la escapada (Jean-Luc Godard, 1960), la estrecha colaboración de Alain Resnais con Marguerite Duras y Alain Robbe-Grillet o la labor del gran Chris Marker dentro de Editions du Seuil... Entre otras muchas cosas, admiro tanto el cine de la Nouvelle Vague, en bloque, porque, grosso modo, es el más literario que la historia registra.

            Tanto afán de libro en la generación que inauguró el cine moderno, acaso tuviera su máxima expresión en la adaptación de Fahrenheit 451 de Ray Bradbury llevada a cabo por el gran Truffaut en 1966, donde unos juramentados para salvarlos de la quema se aprenden de memoria su texto favorito y así legarlo a la posteridad. Basta con echar un vistazo a la entrada anterior de esta bitácora para darse cuenta de la estimación que siento por Bradbury, uno de los grandes de la literatura fantástica del amado siglo XX. Sin embargo, de entre todas las citas bibliográficas de la Nouvelle Vague, me quedo con las referidas a la obra del novelista más grande de la centuria decimonónica, el suprarrealista por antonomasia, mi venerado Honoré de Balzac.

 

            Desde hace ya dieciséis años, cuando -más o menos- elevé al altar mayor de mis devociones literarias al autor de La Comedia Humana, vengo siguiendo su rastro en todas mis revisiones de las cintas de Nouvelle Vague. Cronológicamente, la relación empieza con el obsequio de Ilusiones perdidas (1843) que el librero (Guy Decomble) le hace a Charles (Gerard Blain) en Los primos (Claude Chabrol, 1959).

 

La vela de Antoine Doinel

            Inmediatamente después nos llega el entrañable Antoine Doinel (Jean-Pierre Leaud) de Los cuatrocientos golpes (François Truffaut, 1959). Tras la vela que el álter ego del realizador enciende a Balzac en la intimidad de su cuarto he sentido una pasión por el maestro idéntica a la mía. Fui tan mal estudiante como Doinel. Ello no era óbice para que -¡oh paradoja!- ya latiera en mí ese afán de libros que ya gravitaba en mi vida incluso antes de saber leer, cuando me magnetizaban sus ilustraciones, los "santos" que las llamaban mis mayores. Como Doinel, aborrecía tener que estar encerrado en el aula y prestar atención al profesor. Pero mi avidez de novelística, de cultura, ya era la misma que hoy. Así que me conmueve ese Doinel mal estudiante, empero devoto de Balzac, que se inicia en ese universo de ochenta y cinco novelas que sintetizan la historia social de Francia entre 1815 y 1830 -desde la Restauración Borbónica hasta la Monarquía de Julio- bajo el título de La Comedia Humana. No hay tesis que valgan, no cuenta con más guía en la empresa que su devoción.

            Devoción que, en otro orden de cosas, Truffaut y Balzac compartieron por la burguesía. Pero hablemos de otras concomitancias, menos denostadas que las inquietudes burguesas, que hubo entre el novelista y el realizador. Por ejemplo, esa asociación de las distintas obras en un mismo universo, que cimienta el ciclo de Doinel, es inequívocamente balzaquiana: la espina dorsal de La Comedia Humana, ni más ni menos.

            En Besos robados (1968), esa tercera entrega de la Pentalogía de Doinel -que suele tenerse por tetralogía porque suele olvidarse Antoine y Colette, su fragmento del filme colectivo El amor a los 20 años (1962), que el gran Truffaut también dedica a su álter ego-, vemos a Doinel leyendo El lirio en el valle (1836). Alivia Antoine los rigores de su confinamiento en una prisión militar con la novela que Balzac dedicó a la señora Berny, La Dilecta, su primera benefactora. Doinel ya no es aquel mal estudiante que se adentraba entre temeroso y fascinado en el universo de Balzac. Ahora es un mal soldado, pero un buen lector de La Comedia Humana. Sabe moverse por sus miles de páginas. Le consta que dentro de ella, el personaje que tiene más entradas es Eugenio de Rastignac, que el díptico de Lucien Chardon de Rubempré está integrado por Ilusiones perdidas y Esplendores y miserias de las cortesanas (1847) y que, bajo el epígrafe de Los Parientes Pobres, surgen dos novelones de la talla La prima Bette y El primo Pons, ambas de 1847.

            Doinel es Truffaut a todos los niveles. Como es sabido, el cineasta, lector compulsivo desde la infancia, fue redimido del dudoso destino que le aguardaba al salir del reformatorio -donde le envió su padre adoptivo tras el impago de unas deudas de su cineclub- por André Bazin, uno de los fundadores de Cahiers du Cinéma, uno de los impulsores de la teoría del cine de autor y primer maestro de cuantos escribimos convencidos de ella. Impresionado por la cinefilia y las lecturas del joven Truffaut, Bazin y su mujer le cogieron bajo su tutela y encaminaron tanta pasión hacia la crítica. Nació así uno de los críticos más combativos que ha conocido la literatura fílmica. Pero antes de que eso sucediera, Bazin tuvo que volver a sacar a Truffaut de su confinamiento. Esta segunda vez, de la prisión militar en la que fue recluido tras desertar. Exactamente igual que Doinel cuando leía El lirio en el valle. Calculo pues que fue ésa la novela que acompañó al cineasta en su prisión. Calculo que, llevando ya algunos años a cuestas con La Comedia Humana -los que se fueron entre esa velita que Truffaut, sin duda, encendió a Balzac y la segunda reclusión- convirtieron al realizador en ese experto en el universo de Balzac que yo imagino en Doinel.

 

El gran balzaquiano: Jacques Rivette

            Sin embargo, merced a sus películas de los años 70, prácticamente desconocidas en España, que estos días descubro en YouTube, comprendo que el gran balzaquiano de la Nouvelle Vague fue Jacques Rivette. Ya en los 90, cuando el cine de Rivette llegó tímidamente a nuestra cartelera, se estrenó La bella mentirosa (1991), su aclamada adaptación de La obra maestra desconocida (1831), uno de los Estudios filosóficos de La Comedia...

            Definido por Truffaut como "el más fanático de nuestro grupo de fanáticos", Rivette reproduce varios esquemas no ya de la obra, sino de la vida y la personalidad de Balzac. Como el novelista, llega a París desde una provincia dispuesto a conquistar la capital con sus ficciones -Balzac desde Tours, Rivette desde Ruan- y, lo que es más importante, uno y otro conciben sus asuntos con una loable desmesura.

            A diferencia de Balzac, que se extendía tanto porque escribía por entregas, el principal problema que ha tenido el cine de Rivette para su distribución comercial ha sido la desmedida duración de sus películas. Out 1, noli me tangere (1971), una de las que ahora descubro con tanto placer en YouTube, dura setecientos veintinueve minutos. Dividida al cabo en ocho episodios, se trata de una adaptación libre de La historia de los 13, una trilogía dentro de La Comedia... que a Rivette parece llamarle especialmente la atención.

           En sus secuencias, Jean-Pierre Leaud está convencido de que estos trece conjurados para el crimen, a los que el maestro alude en su trilogía, existen en ese París de los años 70 donde está ambientada la cinta. Puesto a descubrirlos, se entrevista con un balzaquiano incorporado por Eric Rohmer, quien como el profesor de literatura que era, probablemente, también fue ese experto en Balzac que encarna aquí. El personaje de Rohmer, como sin duda haría cualquier balzaquiano procedente del mundo académico ante quienes no tenemos más guía frente a la obra del maestro que la admiración que nos inspira, se muestra reticente ante los conocimientos de La Comedia Humana del personaje interpretado por Leaud. Se trata de un tipo que hasta entonces se ha hecho pasar por sordomudo. Dejaba páginas sueltas de una edición de La historia de los 13, a cambio de unas monedas voluntarias, en los cafés de París. Se comunicaba con sus benefactores con los sonidos que emitía con su harmónica. Ya en el cuarto episodio, resulta que el tipo habla y dice llamarse Colin. Como Jacques Colin, el villano de La Comedia Humana, que el maestro nos presenta en sus diferentes entregas bajo los nombres de Vautran, el abate Carlos Herrera o Burla la muerte.

            Hace sólo siete años, el gran Rivette volvió sobre La historia de los 13, adaptando su segunda entrega, La duquesa de Langeais (1834), en No toquéis el hacha (2007). El filme me es especialmente querido porque la duquesa es mi favorita, mi dilecta, de las grandes damas del maestro.

 

            Así, de entrada, vistas las míticas adaptaciones de Alain Resnais de Marguerite Duras -Hiroshima mon amour (1959)- y Alain Robbe-Grillet -El año pasado en Marienbad (1961)- dos de los más destacados miembros del Nouveau Roman, la nueva novelística que asomó a las letras francesas mediado el amado siglo XX, podría pensarse que la Nouvelle Vague fue especialmente afecta a aquella escuela. Incluso cabe decir que un entente entre aquel nuevo cine y aquella nueva novela hubiese sido lo natural. Sin embargo, apenas se vuelve sobre las cintas del grupo de Cahiers du Cinéma -Truffaut, Chabrol, Rivette, Godard, Rohmer- se descubre que la estela de Balzac en la Nouvelle Vague es mucho mayor. Cuanto queda por aprender del gran Honoré y que dichoso ha de ser hacerlo.

 

Publicado el 29 de marzo de 2014 a las 09:00.

añadir a meneame  añadir a freski  añadir a delicious  añadir a digg  añadir a technorati  añadir a yahoo  compartir en facebook  twittear  votar

Comentarios - 0

No hay comentarios



Tu comentario

NORMAS

  • - Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.
  • - Toda alusión personal injuriosa será automáticamente borrada.
  • - No está permitido hacer comentarios contrarios a las leyes españolas o injuriantes.
  • - Gente Digital no se hace responsable de las opiniones publicadas.
  • - No está permito incluir código HTML.

* Campos obligatorios

Javier Memba

Javier Memba

            Periodista con más de cuarenta años de experiencia –su primer texto apareció en la revista Ozono en 1978-, Javier Memba (Madrid, 1959) fue colaborador habitual del diario EL MUNDO entre junio de 1990 y febrero de 2020. Actualmente lo es en Zenda Libros. Estudioso del cine antiguo, en todos los medios donde ha publicado sus cientos de piezas ha demostrado un decidido interés por cuanto concierne a la gran pantalla. Puede y debe decirse que el setenta por ciento de su actividad literaria viene a dar cuenta de su actividad cinéfila. Ha dado a la estampa La nouvelle vague (2003 y 2009), El cine de terror de la Universal (2004 y 2006), La década de oro de la ciencia-ficción (2005) –edición corregida y aumentada tres años después en La edad de oro de la ciencia ficción-, La serie B (2006), La Hammer (2007) e Historia del cine universal (2008).

 

            Asimismo ha sido guionista de cine, radio y televisión. Como novelista se dio a conocer en títulos como Homenaje a Kid Valencia (1989), Disciplina (1991) o Good-bye, señorita Julia (1993) y ha reunido algunos de sus artículos en Mi adorada Nicole y otras perversiones (2007). Vinilos rock español (2009) fue una evocación nostálgica del rock y de quienes le amaron en España mientras éste se grabó en vinilo. Cuanto sabemos de Bosco Rincón (2010) supuso su regreso a la narrativa tras quince años de ausencia. La nueva era del cine de ciencia-ficción (2011), junto a La edad de oro de la ciencia-ficción, constituye una historia completa del género, aunque ambos textos son de lectura independiente. No halagaron opiniones (2014) fue un recorrido por la literatura maldita, heterodoxa y alucinada. Por su parte, David Lynch, el onirismo de la modernidad (2017), fue un estudio de la filmografía de este cineasta. El cine negro español (2020) es su última publicación hasta la fecha.  

 


 

          

 

Miniatura no disponible

 

Javier Memba en 2009

 

Javier Memba en 1988

 

Javier Memba en 1987

 

1996

 

 

Javier Memba en la librería Shakespeare & Co. de París

 

 

 

 

Imagen

 

 

COMPRAR EN KINDLE:

 

 

 

contador de visitas en mi web



 

 

Enlaces

-La linterna mágica

-Unas palabras sobre Vida en sombras

-Unas palabras sobre La torre de los siete jorobados

-50 años de la Nouvelle Vague en Días de cine

-David Lynch, el onirismo de la modernidad en Radio 3

-Unas palabras sobre Casablanca en Telemadrid

-Unas palabras sobre Tintín en Cuatro TV

 

 

ALGUNOS ARTÍCULOS:

Malditos, heterodoxos y alucinados de la gran pantalla

Nuevos momentos estelares de la humanidad

Chicas yeyés

Chicas de ayer

Prólogo al nº 4 de la revista "Flamme" de la Universidad de Limoges

Destinos literarios

Sobre La naranja mecánica

Mi tributo al gran Chris Marker

El otro Borau

Bohemia del 89

Unos apuntes sobre las distopías

Elogio de Richard Matheson

En memoria de Bernadette Lafont

Homenaje al gran Jean-Pierre Melville

Los amores de Édith

Unos apuntes sobre La reina Margot

Tributo a Yasujiro Ozu con motivo del 50 aniversario de su fallecimiento

Muere Henry Miller

Unos apuntes sobre dos cintas actuales

Las legendarias chicas de los Stones

Unos apuntes sobre el "peplum"

El cine soviético del deshielo

El operador que nos devolvió el blanco y negro

Más real que Homeland

El cine de la Gran Guerra

Del porno a la pantalla comercial

Formentera cinema

Edward Hopper en estado puro

El cine de terror de los años 70

Mi tributo a Lauren Bacall

Mi tributo a Jean Renoir

Una entrevista a Lee Child

Una entrevista a William McLivanney 

Novelistas japonesas

Treinta años de Malevaje

Las grandes rediciones del cómic franco-belga

El estigma de La campana del infierno

Una reedición de Dalton Trumbo

75 años de un canto a la esperanza

Un siglo de El nacimiento de una nación

60 años de Semilla de maldad

Sobre las adaptaciones de Vicente Aranda

Regreso al futuro, treinta años después 

La otra cabeza de Murnau

Un tributo a las actrices de mi adolescencia

Cineastas españoles en Francia

El primer surrealista

La traba como materia literaria

La ilustración infantil de los años 70

Una exposición sobre la UFA

La musa de John Ford

Los icebergs de Jorge Fin

Un recorrido por los cineastas/novelistas -y viceversa-

Ettore Scola

Mi tributo a Jacques Rivette

Una película a la altura de la novela en que se basa

Mi tributo a James Cagney en el trigésimo aniversario de su fallecimiento

Recordando a Audrey Hepburn

El rey de los mamporros

Una guía clásica de la ciencia ficción

Musas de grandes canciones

Memorias de la España del tebeo

70 años de la revista Tintín

Ediciones JC regresa a sus orígenes

Seis claves para entender a Hergé

La chica del "Drácula" español

La primera princesa de la lejana galaxia

El primer Tintín coloreado

Paloma Chamorro: el fin de "La edad de oro"

Una entrevista a la fotógrafa Vanessa Winship

Una recuperación del Instituto Murnau

Heroínas de la revolución sexual

Muere George A. Romero

Un mito del cine francés

Semblanza de Basilio Martín Patino

Malevaje en la Gran Vía

Entrevista a Benjamin Black

Un circunloquio sobre la provocación

Una nueva aventura de Yeruldelgger

Una dama del crimen se despide

Recordando a Peggy Cummins

Un tributo a las yeyés francesas

La última reina del Technicolor

Recordando a John Gavin

Las referencias de La forma del agua

El Madrid de 1988

La nueva ola checa

Un apunte sobre Nelson Pereira dos Santos

Una simbiosis perfecta

Un maestro del neorrealismo tardío

El inovidable Yellowstone Kelly

Que Dios bendiga a John Ford

Muere Darío Villalba

Los recuerdos sentimentales de Enrique Herreros

Mi tributo a Harlan Ellison

La inglesa que presidió el cine español

La última rubia de Hitchcock

Unos apuntes sobre Neil Simon

Recordando Musicolandia

Una novelista italiana

Recordando a Scott Wilson

Cämilla Lackberg inaugura Getafe Negro

Una conversación entre Läckberg y Silva

El guionista de Dos hombres y un destino

Noir español y hermoso

Noir italiano

Mi tributo al gran Nicholas Roeg

De la Escuela de Barcelona al fantaterror patrio

Recordando a Rosenda Monteros

Unas palabras sobre Andrés Sorel

Farewell to Julia Adams

Corto Maltés vuelve a los quioscos

Un editor veterano

Una entrevista a Wendy Guerra

Continúa el misterio de Leonardo

Los cantos de Maldoror

Un encuentro con Clara Sánchez

Recuerdos de la Feria del Libro

Viajes a la Luna en la ficción

Los pecados de Los cinco

La última copa de Jack Kerouac

Astérix cumple 60 años

Getafe Negro 2019

Un actriz entrañable

Ochenta años de "El sueño eterno"

Sam Spade cumple 90 años

Un western en la España vaciada

Romy Schneider: el triste destino de Sissi

La nínfula maldita

Jean Vigo: el Rimbaud del cine francés

El último vuelo de Lois Lane

Claudio Guerin Hill

Dennis Hopper: El alucinado del Hollywood finisecular

Jean Seberg: la difamada por el FBI

Wener Herzog y la cólera de Dios

Gordad, el gran maese de la heterodoxia cinematográfica

Frances Farmer, la esquizofrénica que halló un inquietante sosiego

El hombre al que gustaba odiar

El gran amor de John Wayne

Iván Zulueta, arrebatado por una imagen efímera

Agnès Varda, entre el feminismo y la memoria

La reina olvidada del noir de los 40

Judy Garland al final del camino de adoquines amarillos

Jonas Mekas, el catalizador del cine independiente estadounidense

El gran Edgar G. Ulmer

La última flapper; la primera it girl

El estigmatizado por Stalin

La controvertida Egeria del Führer

El gran Tod Browning

Una chica de ayer

El niño que perdió su tren eléctrico

La primera chica de Éric Rohmer

El último cadáver bonito

La exnovia de James Dean que no quiso cumplir 40 años

Don Luis Buñuel, "ateo gracias a Dios"

La estrella cuyo fulgor se extinguió en sus depresiones

El gran cara de palo

Sylvia Kristel más allá de Emmanuelle

Roscoe Arbuckle, cuando se acabaron las risas

Laura Antonelli, la reina del softcore que perdió la razón

Nicholas Ray, que nunca volvió a casa

El vuelo más bajo de la princesa Leia Organa

Eloy de la Iglesia y el cine quinqui

Entiérralo con sus botas, su cartuchera y su revólver

La chica sin suerte

Bela Lugosi y la sombría majestuosidad de Drácula

La estrella de triste suerte

La desmesura de Jacques Rivette

Françoise Dorléac

Klaus el loco

Una hippie de los 70

Jean Esustache, entre la Nouvelle Vague y el ascetismo

Nadiuska, un juguete roto

Thea von Harbou

Jesús Franco

David Cronenberg

Sharon Tate, como en un cuento de Sheridan Le Fanu

Un guionista sediento

La reina del fantaterror patrio

Dalton Trumbo y los diez de Hollywood

La primera chica que arrojó una tarta 

El desdichado Hércules contemporáneo

En la tradición familiar

El músico del realismo poético

Otro tributo a la gran Patty Shepard

Elmer Modlin y su extraña familia

Las coproducciones internacionales rodadas en España

Marilyn Monrore y su desesperado último gesto

Un amor más poderosos que la vida

El actor atrapado en sus personajes

Entre el fantasma de su madre y el final del musical

Barbet Schroeder

Amparo Muñoz

Samuel Bronston más alla de Las Rozas

Chantal Akerman

Françoise Hardy 

Un antiguo dogmático

Jane Birkin

Anna Karina, su turbulento amor y el Madison

Sandie Shaw, ya con calzado

El gran Serge Gainsbourg

Entre la niña prodigio y la mujer concienciada

La intérprete de Shakespeare que inspiró a The Rolling Stones

La maleta del capitán Wajda

Val Lewton y su dramatización de la psicología del miedo

La alimaña de Whitechapel

Cristina Galbó

La caravana Donner

Eddie Constantine

Un nuevo curso del tiempo

Rosenda Monteros

Una criatura de la noche

Una carta a Nicolás I

Edison y el 35 mm

Barbara Steele

El felón Esquieu de Floyran acaba con los templarios

Entre Lovecraft y Hitchcock

Tchang Tchong Yen recuerda a Hergé

La musa del ciberpunk

Néstor Majnó

Una leyenda del Madrid finisecular

El rey de la serie B

La primera cosmonauta soviética

Cuando la injuria sucede a la fatalidad

Bajo Ulloa y sus cuentos crueles

La cicerone de los Stones en el infierno 

Nace Toulouse-Lautrec

El París del Charlestón se rinde a Josephine Baker

Nastassja Kinski, la dulce hija del ogro

Un tributo a Sam Peckinpah

La leyenda del London Calling

Fiódor Dostoievski frente al pelotón de fusilamiento

Mi alucinada favorita

El hombre de las mil caras

El 7º de Caballería pierde la gloria

Un recuerdo de Silke

El genocidio camboyano

Peter Bogdanovich

Guy Debord y la sociedad del espectáculo

Un héroe de Iwo Jima 

Lupe Vélez tras el último tequila sunrise

El general Lee

Roman Polanski

Un hampón italoamericano

Jane Fonda en su juventud

Kraken en la Cuesta de Moyano

Josef von Sternberg

The Beatles en The Carvern y en el show de Ed Sullivan

Que la tierra le sea leve a Douglas Trumbull

El último superviviente del hampa de Chicago

Inma de Santis

El Álamo

Una musa insumisa

El malvado Zaroff y un elogio a las revistas pulp

Miles Davis

Un polaco y el amour fou

La Legión extranjera como género literario

Conchita Montenegro

Peter Lorre y su cara de villano

El juez de la horca

Syd Barrett

Kathleen Turner

Una caricatura de la hombría

Eric Clapton

Helga Liné

Butch Cassidy

Carlos Arévalo, un cineasta español

Nace el último bohemio

Pascual García Arano

María Perschy

El Combray de Ingmar Bergman

Carlos Castaneda

Una canción de Neil Young

Un suicida dandi

Hedy Lamarr

Philip K. Dick y sus realidades bastardas

La última mujer fatal

Andréi Tarkovski, otro maldito por la censura soviética

Nace la música de la New Age

"Wie einst" Lili Marleen

Una lectura de Byron en Villa Diodati

Un apostol de la sedición juvenil

Ava en mi ciudad

Rider Haggard

Una entrada para la "Historia universal de la infamia"

La Marguerite Duras cineasta

Gallardo y calavera

El hombre que vendió su alma a Elizabeth Taylor

El crímen de Charlotte Corday

Un elogio entusiasta de la urbe

Un ángel caído

Mary Bradbury teme por su vida

Pierre Étaix y su triste gracia

El mejor verano de los Rolling

María Rosa Salgado y su conmovedora discrección

La valentía de Ramón Acín

Sylvie Vartan

La cruz de Malta de Wim Wenders

La epifanía de Louis Daguerre

Carroll Baker

Marie Laforêt y mi amigo Eloy

Eliseo Reclus atisba su quimera

Patty Pravo

Richard Pryor contra sí mismo

Miroslava, una actriz marcada por la fatalidad

France Gall y el doble sentido

Robert Bresson y el cine puro

La gesta de Alekséi Stajánov

Nace el Rimbaud del Rock & Roll seminal

Dominique Dunne, una filmografía que se quedó en el aire

Un actor vampirizado por un personaje

Tolkien publica El Hobbit

La segunda musa de Godard

John Dos Passos entra en la eternidad

Alain Resnais, el cine de la memoria

Una musa del filme noir

El cadáver de Nancy Spungen en el Chelsea Hotel

La historia de Bobby Driscoll

Un icono del feminismo

Recordando a Tina Aumont

Colgaron a Gilles de Rais

Dario Argento

Nico en el cine

Dylan Thomas en su último trance

Brigitte Helm

Un punkie en la Disney 

Nace Billy el Niño

The Wall

Tennessee Williams

Vivien Leigh

Kazuo Sakamaki salva la vida en Pearl Harbor

El proscrito de la Escuela de Barcelona 

47 hombres de honor

Charlotte Rampling

La incomunicabilità del gran MIchelangelo Antonioni

F. Scott Fitzgerald

Un pilar del cómic estadounidense

Juliet Berto

Erik, el fantasma de la Ópera

Una comedia francesa

Un pesimista alegre

Una mirada indolente a la derrota 

Sender en Casas Viejas

Kipling en su último momento

Los hermanos Marx

Puente sobre aguas turbulentas

Anouk Aimée

Mary Shelley

Quentin Tarantino

Neal Cassady 

Natalie Wood

La heterodoxia de Ermanno Olmi

Fu-Manchú

Stefan Zweig pone fin a sus días

 

 

 

 

 

 

EN TU MAIL

Recibe los blogs de Gente en tu email

Introduce tu correo electrónico:

FeedBurner

Archivo

Grupo de información GENTE · el líder nacional en prensa semanal gratuita según PGD-OJD