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Blog de Javier Memba

El insolidario

El "Horla" y otros cuentos de crueldad y delirio

Archivado en: Cuaderno de lecturas, "El 'Horla' y otros cuentos de crueldad y delirio", de Guy de Maupassant

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                   En su momento, en la primavera de 2000, guiado por un segundo acercamiento a la obra de William Hope Hodgson que no satisfizo el entusiasmo con que le descubrí en La casa del confín de la Tierra unas semanas antes, alumbré la peregrina teoría de que ningún autor merece la lectura de más de un libro. Tan incierta y desatinada como mi interés por cualquier otra ideología que no sea mi exacerbado individualismo, al concebir semejante majadería olvidaba el placer con que he frecuentado las páginas de Maupassant. Aunque suscribo aquello de Lovecraft de que Poe es "deidad y referencia de toda ficción diabólica", el francés es mi cuentista favorito.

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Publicado el 11 de enero de 2012 a las 10:30.

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El Stradivarius perdido

Archivado en: Cuaderno de lecturas, sobre "El Stradivarius perdido" de John Meade Falkner

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            Confundir la libertad con la velocidad y los coches con la independencia es algo tan de la juventud que a los cincuenta años me dejó gustar conducir por carretera. Todo ha sido gracia, como en el destino del cura rural de Georges Bernanos. Tras abandonar el volante en las rutas largas he vuelto a con agrado a las lecturas viajeras. La última fue la que me llevó a Gijón la pasada nochebuena. En ella puede dar cuenta de El Stradivarius perdido de John Meade Falkner. Número 37 de la colección Gótica de Valdemar, era un texto que me llamaba la atención desde que sus editores me lo obsequiaron gentilmente en el otoño de 2000.

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Publicado el 4 de enero de 2012 a las 17:30.

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Recordando a Gonzalo Torrente Malvido. Apuntes para unas estampas madrileñas (III)

Archivado en: Apuntes para unas estampas madrileñas, In memoriam

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            Conocí a Gonzalo Torrente Malvido en 1987, en un despacho que Antonio Huerga y Sagrario Fierro, entonces Ediciones Libertarias, tenían en el número 66 de la Gran Vía. Él acaba de publicar Teorema del mal y yo Hotel Savoy, mi primera novela. También fue en aquella colección, la de nueva narrativa española puesta en marcha por Huerga y Fierro, donde Malvido dio a la estampa sus Cuentos recuperados de la papelera. En ambos casos escondió su primer apellido tras su inicial. Yo mismo me enteré de quién era cuando me lo dijo la mayor arribista que he conocido en mi vida, a la que frecuenté mucho durante doce meses.

            Lejos de esos afanes de triunfos mezquinos, Gonzalo T. Malvido no quería glorias a costa de su padre, Gonzalo Torrente Ballester. Y bien es cierto que lo consiguió. Ya en sus últimos días, en las mismas entrevistas en que se daba noticia de que estaba durmiendo en un banco de la calle, se quejaba de la forma en que el pasado año se le ignoró en las conmemoraciones del centenario del nacimiento de su progenitor. Puede que el estigma con el que le marcó la literatura oficial sea tan discutible como la gloria que esa misma literatura concede a sus favoritos. Pero que Malvido hubiera podido decir mucho sobre el autor de sus días es algo que cae por su propio peso.

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Publicado el 29 de diciembre de 2011 a las 09:15.

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El fantasma de Cartago

Archivado en: Cuaderno de lecturas, sobre "El fantasma de Cartago"

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                   Siendo Alix el héroe por antonomasia de la antigüedad clásica en el Noveno Arte, nada más lógico que la frecuencia con que sus aventuras tienen que ver con Cartago. Y sin embargo, aunque el joven paladín es todo un romano, su buena disposición para los cartagineses -los enemigos de Roma, también por antonomasia- viene a dar fe de que el espíritu de Jacques Martin -el impagable creador de Alix- dista mucho del de Edgar P. Jacobs. Sin entrar en otras consideraciones -alabado sea por siempre el nombre de Jacobs-, en Martin sería inconcebible esa criminalización maniquea de los tibetanos -en realidad trasunto del fascismo japonés que acababa de perder la guerra en el Pacífico- que Jacobs lleva a cabo El secreto del Espadón (1946), primera aventura de mis adorados Blake y Mortimer.

                   A la larga, dicha buena voluntad no es otra que la que inspira a Hergé, mentor de todos ellos, cuando hace que Tintín, a partir de su experiencia americana, se abra a los países que visita en lugar de liarse a mamporros como Obélix. Es curioso que los estalinistas y otros mentecatos de antaño tilden a Hergé de fascista. Quedémonos de momento con Alix.

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Publicado el 28 de diciembre de 2011 a las 03:45.

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La esfinge de los hielos

Archivado en: Cuaderno de lecturas, sobre "La esfinge de los hielos", de Julio Verne

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                   Me tiembla el pulso al venir a denostar a uno mis autores favoritos desde que sé leer: el Julio Verne que ya admiraba en las lecturas de mi infancia en aquellas ediciones de la Colección Historias, de la queridísima Editorial Bruguera, con 250 ilustraciones. Un capitán de quince años, A través de la estepa o El faro del fin del mundo fueron algunas de aquellas delicias que me cautivaron cuando empezaba a leer.

                   Por eso, ahora me apena apuntar que la única gracia que encontré a La esfinge de los hielos en mi lectura de julio de 2001 fue precisamente lo que me atrajo de ella: estar basada en Las aventuras de Arthur Gordon Pym, de Edgar Allan Poe. Siempre le pido a un texto algo más que lo que me magnetiza de él. Pero en este viaje extraordinario de Verne sólo encontré la más tediosa de las novelas que he tenido oportunidad de leer hasta ahora del francés.

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Publicado el 22 de diciembre de 2011 a las 22:00.

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Crónica de pobres amantes

Archivado en: Cuaderno de lecturas, sobre "Crónica de pobres amantes", de Vasco Pratolini

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                   Mi interés por la narrativa italiana es limitado, desordenado y disperso. Aun así, leí con sumo gusto al Alberto Moravia de El conformista (1951), al Carlo Emilio Gadda de El zafarrancho aquel de Vía Merulana (1959), al Leonardo Sciascia de El archivo de Egipto (1959) o al Gesualdo Bufalino de Perorata del apestado (1981) y Las mentiras de la noche (1988). Me entusiasmó el Giuseppe Pontiggia de Vidas de hombres no ilustres (1995), el Dino Buzzati de El desierto de los tártaros (1940) y el Italo Calvino de El barón rampante (1957). El vizconde demediado (1952) y El caballero inexistente (1959), también de Calvino, ya me conmovieron menos.

                   Completa mi paquete lecturas italianas Crónica de pobres amantes (1947) de Vasco Pratolini. Me la regaló mi madre hace veinticinco años, junto con el resto de las Obras Maestras de Literatura Contemporánea de Seix Barral, una de mis más preciadas colecciones.

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Publicado el 17 de diciembre de 2011 a las 02:30.

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Apuntes para unas estampas madrileñas (II)

Archivado en: Apuntes para unas estampas madrileñas

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           Lo de Madrid con la Aspirina es la historia de una ida y una vuelta. Por lo tanto, hace evocar el título de las memorias de Bilbo Bolsón, el hobbit de La Comarca. Pero no es la deliciosa fantasía de Arda, el mundo de J. R. R. Tolkien, son las prisas, las que marcan la relación de los madrileños con la aspirina.

            Dada la rapidez con la que comen su menú del día, del que hacen la digestión en el trabajo -la siesta es otro placer en desuso-, los problemas estomacales son frecuentes entre el paisanaje de la ciudad. Siendo nefasto para el estómago ese ácido acetilsalicílico, que compone el más popular de los fármacos de la alemana Bayer, la Aspirina, como analgésico, conoció un franco retroceso frente al paracetamol. Esa podría ser la ida.

            Pero esas prisas también son la principal causa de los distintos infartos y la Aspirina, uno de los mejores fármacos para su prevención. Así las cosas, el gran invento de Bayer ocupa de nuevo un lugar privilegiado en la farmacia madrileña. Esa sería la vuelta.

Publicado el 15 de diciembre de 2011 a las 23:45.

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Esplendores y miserias de las cortesanas

Archivado en: Cuaderno de lecturas, sobre "Esplendores y miserias de las cortesanas", de Honoré de Balzac

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            Frente a quienes aseguran que Balzac quiso competir con el registro civil y crear un ciclo narrativo que reflejara todo lo acontecido en la sociedad francesa de su tiempo, no faltan quienes sostienen que el escritor no era consciente de la magnitud de su obra. En cualquier caso, la posteridad le otorgó la gloría de haber sido el gran cronista de esa Francia decimonónica de la que daba cuenta por entregas. Siendo esa redacción inicial por fascículos, rara es aquélla de sus novelas que fue concebida y organizada en un principio tal y como las leemos ahora.

            La disposición actual tiene su origen en la edición Furne, la integrada por dieciséis volúmenes y ciento dieciséis grabados, resultado del contrato que firmó con algunos de sus distintos editores -Hetzel, Paulin, Dubochet, Sanches y el propio Furne- para obtener unas rentas que, si bien aliviaron un poco su dramática situación, no pusieron fin a esas deudas que le acompañaron hasta la tumba. De hecho, su vivienda en la calle Raynouard, aunque desconocida para el común de los acreedores, estaba dotada estratégicamente con una puerta trasera para salir disparado en caso de que alguno descubriera el domicilio y se presentara.

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Publicado el 14 de diciembre de 2011 a las 10:45.

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Recordando a Patty Shepard

Archivado en: Inéditos, cine, "Recordando a Patty Shepard"

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            Bajo el nombre de brandy, bebí mucho coñac soñando a dos mujeres: Nico y Patty Shepard. Aquélla, la bella colaboradora de la Velvet Underground, fue la protagonista de un mítico anuncio de mi adolescencia de Centenario Terry -parece ser que dirigido por Leopoldo Pomés- en el que trotaba sobre un caballo blanco por un paraje idílico. Las maravillosas piernas de la alemana se veían más que el animal. "Cuando sea mayor beberé coñac", me dije entonces por un procedimiento parecido al que William Burroughs, también de niño, se prometió su toxicomanía para la vida adulta.

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Publicado el 8 de diciembre de 2011 a las 16:00.

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Un recuerdo de las sombras

Archivado en: Textos rápidos para indómitos, inadaptados y demás proscritos

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   Diecinueve

         En las próximas semanas hará un año que no frecuento la noche. Mis mañanas se han vuelto más luminosas. Al menos lo suficiente como para redescubrir la gracia de lo que guardan las primeras horas. Ha sido como volver a un mundo apacible: el de Madrid al mediodía. Lo perdí durante los veintiocho años que mitifiqué las emociones que me proporcionaron las madrugadas. Ahora soy consciente de que esa gente que puebla la ciudad en las horas laborables con sus agobios, sus gestiones y sus mezquindades son lo verdadero. La noche es para los fantasmas, los alucinados y los jóvenes que aún creen en la seducción y otras supuestas maravillas.

            Hace un tiempo, entrevistando a un conocido artista con motivo de la inauguración de una muestra de su obra, mi interlocutor, recordando todo el whisky bebido en esas noches que perfectamente pueden prolongarse durante un par de días, me decía que lo que hay es esto: la sobriedad y las horas laborables. Buscar estimulantes para la realidad es engañarse. Más temprano que tarde caen todos los embustes y siempre traen consecuencias. El de la ebriedad es un don maldito. La vida transcurre de día. La noche es tiempo que se roba al sueño, más cercana a la muerte que a la existencia.

            Como se ve, he aprendido la lección. Ahora aborrezco la teatralidad de los borrachos con la intransigencia del converso. La lucidez del alcohol también es mentira. Y sin embargo, hay veces que recuerdo a aquellas camareras que se quedaron entre las sombras con su infinita gracia. Como las criaturas de la noche cuando despunta el día.

            Original de Luis Cernuda, Otros tulipanes amarillos era uno de mis poemas favoritos en mis primeras madrugadas. "Ya en tu vida las sombras pesan más que los cuerpos", reza uno de sus versos. Entonces me ganó por su lirismo. Ahora por su falta de retórica.

Publicado el 30 de noviembre de 2011 a las 02:45.

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Javier Memba

Javier Memba

            Periodista con más de cuarenta años de experiencia –su primer texto apareció en la revista Ozono en 1978-, Javier Memba (Madrid, 1959) fue colaborador habitual del diario EL MUNDO entre junio de 1990 y febrero de 2020. Actualmente lo es en Zenda Libros. Estudioso del cine antiguo, en todos los medios donde ha publicado sus cientos de piezas ha demostrado un decidido interés por cuanto concierne a la gran pantalla. Puede y debe decirse que el setenta por ciento de su actividad literaria viene a dar cuenta de su actividad cinéfila. Ha dado a la estampa La nouvelle vague (2003 y 2009), El cine de terror de la Universal (2004 y 2006), La década de oro de la ciencia-ficción (2005) –edición corregida y aumentada tres años después en La edad de oro de la ciencia ficción-, La serie B (2006), La Hammer (2007) e Historia del cine universal (2008).

 

            Asimismo ha sido guionista de cine, radio y televisión. Como novelista se dio a conocer en títulos como Homenaje a Kid Valencia (1989), Disciplina (1991) o Good-bye, señorita Julia (1993) y ha reunido algunos de sus artículos en Mi adorada Nicole y otras perversiones (2007). Vinilos rock español (2009) fue una evocación nostálgica del rock y de quienes le amaron en España mientras éste se grabó en vinilo. Cuanto sabemos de Bosco Rincón (2010) supuso su regreso a la narrativa tras quince años de ausencia. La nueva era del cine de ciencia-ficción (2011), junto a La edad de oro de la ciencia-ficción, constituye una historia completa del género, aunque ambos textos son de lectura independiente. No halagaron opiniones (2014) fue un recorrido por la literatura maldita, heterodoxa y alucinada. Por su parte, David Lynch, el onirismo de la modernidad (2017), fue un estudio de la filmografía de este cineasta. El cine negro español (2020) es su última publicación hasta la fecha.  

 


 

          

 

Miniatura no disponible

 

Javier Memba en 2009

 

Javier Memba en 1988

 

Javier Memba en 1987

 

1996

 

 

Javier Memba en la librería Shakespeare & Co. de París

 

 

 

 

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Enlaces

-La linterna mágica

-Unas palabras sobre Vida en sombras

-Unas palabras sobre La torre de los siete jorobados

-50 años de la Nouvelle Vague en Días de cine

-David Lynch, el onirismo de la modernidad en Radio 3

-Unas palabras sobre Casablanca en Telemadrid

-Unas palabras sobre Tintín en Cuatro TV

 

 

ALGUNOS ARTÍCULOS:

Malditos, heterodoxos y alucinados de la gran pantalla

Nuevos momentos estelares de la humanidad

Chicas yeyés

Chicas de ayer

Prólogo al nº 4 de la revista "Flamme" de la Universidad de Limoges

Destinos literarios

Sobre La naranja mecánica

Mi tributo al gran Chris Marker

El otro Borau

Bohemia del 89

Unos apuntes sobre las distopías

Elogio de Richard Matheson

En memoria de Bernadette Lafont

Homenaje al gran Jean-Pierre Melville

Los amores de Édith

Unos apuntes sobre La reina Margot

Tributo a Yasujiro Ozu con motivo del 50 aniversario de su fallecimiento

Muere Henry Miller

Unos apuntes sobre dos cintas actuales

Las legendarias chicas de los Stones

Unos apuntes sobre el "peplum"

El cine soviético del deshielo

El operador que nos devolvió el blanco y negro

Más real que Homeland

El cine de la Gran Guerra

Del porno a la pantalla comercial

Formentera cinema

Edward Hopper en estado puro

El cine de terror de los años 70

Mi tributo a Lauren Bacall

Mi tributo a Jean Renoir

Una entrevista a Lee Child

Una entrevista a William McLivanney 

Novelistas japonesas

Treinta años de Malevaje

Las grandes rediciones del cómic franco-belga

El estigma de La campana del infierno

Una reedición de Dalton Trumbo

75 años de un canto a la esperanza

Un siglo de El nacimiento de una nación

60 años de Semilla de maldad

Sobre las adaptaciones de Vicente Aranda

Regreso al futuro, treinta años después 

La otra cabeza de Murnau

Un tributo a las actrices de mi adolescencia

Cineastas españoles en Francia

El primer surrealista

La traba como materia literaria

La ilustración infantil de los años 70

Una exposición sobre la UFA

La musa de John Ford

Los icebergs de Jorge Fin

Un recorrido por los cineastas/novelistas -y viceversa-

Ettore Scola

Mi tributo a Jacques Rivette

Una película a la altura de la novela en que se basa

Mi tributo a James Cagney en el trigésimo aniversario de su fallecimiento

Recordando a Audrey Hepburn

El rey de los mamporros

Una guía clásica de la ciencia ficción

Musas de grandes canciones

Memorias de la España del tebeo

70 años de la revista Tintín

Ediciones JC regresa a sus orígenes

Seis claves para entender a Hergé

La chica del "Drácula" español

La primera princesa de la lejana galaxia

El primer Tintín coloreado

Paloma Chamorro: el fin de "La edad de oro"

Una entrevista a la fotógrafa Vanessa Winship

Una recuperación del Instituto Murnau

Heroínas de la revolución sexual

Muere George A. Romero

Un mito del cine francés

Semblanza de Basilio Martín Patino

Malevaje en la Gran Vía

Entrevista a Benjamin Black

Un circunloquio sobre la provocación

Una nueva aventura de Yeruldelgger

Una dama del crimen se despide

Recordando a Peggy Cummins

Un tributo a las yeyés francesas

La última reina del Technicolor

Recordando a John Gavin

Las referencias de La forma del agua

El Madrid de 1988

La nueva ola checa

Un apunte sobre Nelson Pereira dos Santos

Una simbiosis perfecta

Un maestro del neorrealismo tardío

El inovidable Yellowstone Kelly

Que Dios bendiga a John Ford

Muere Darío Villalba

Los recuerdos sentimentales de Enrique Herreros

Mi tributo a Harlan Ellison

La inglesa que presidió el cine español

La última rubia de Hitchcock

Unos apuntes sobre Neil Simon

Recordando Musicolandia

Una novelista italiana

Recordando a Scott Wilson

Cämilla Lackberg inaugura Getafe Negro

Una conversación entre Läckberg y Silva

El guionista de Dos hombres y un destino

Noir español y hermoso

Noir italiano

Mi tributo al gran Nicholas Roeg

De la Escuela de Barcelona al fantaterror patrio

Recordando a Rosenda Monteros

Unas palabras sobre Andrés Sorel

Farewell to Julia Adams

Corto Maltés vuelve a los quioscos

Un editor veterano

Una entrevista a Wendy Guerra

Continúa el misterio de Leonardo

Los cantos de Maldoror

Un encuentro con Clara Sánchez

Recuerdos de la Feria del Libro

Viajes a la Luna en la ficción

Los pecados de Los cinco

La última copa de Jack Kerouac

Astérix cumple 60 años

Getafe Negro 2019

Un actriz entrañable

Ochenta años de "El sueño eterno"

Sam Spade cumple 90 años

Un western en la España vaciada

Romy Schneider: el triste destino de Sissi

La nínfula maldita

Jean Vigo: el Rimbaud del cine francés

El último vuelo de Lois Lane

Claudio Guerin Hill

Dennis Hopper: El alucinado del Hollywood finisecular

Jean Seberg: la difamada por el FBI

Wener Herzog y la cólera de Dios

Gordad, el gran maese de la heterodoxia cinematográfica

Frances Farmer, la esquizofrénica que halló un inquietante sosiego

El hombre al que gustaba odiar

El gran amor de John Wayne

Iván Zulueta, arrebatado por una imagen efímera

Agnès Varda, entre el feminismo y la memoria

La reina olvidada del noir de los 40

Judy Garland al final del camino de adoquines amarillos

Jonas Mekas, el catalizador del cine independiente estadounidense

El gran Edgar G. Ulmer

La última flapper; la primera it girl

El estigmatizado por Stalin

La controvertida Egeria del Führer

El gran Tod Browning

Una chica de ayer

El niño que perdió su tren eléctrico

La primera chica de Éric Rohmer

El último cadáver bonito

La exnovia de James Dean que no quiso cumplir 40 años

Don Luis Buñuel, "ateo gracias a Dios"

La estrella cuyo fulgor se extinguió en sus depresiones

El gran cara de palo

Sylvia Kristel más allá de Emmanuelle

Roscoe Arbuckle, cuando se acabaron las risas

Laura Antonelli, la reina del softcore que perdió la razón

Nicholas Ray, que nunca volvió a casa

El vuelo más bajo de la princesa Leia Organa

Eloy de la Iglesia y el cine quinqui

Entiérralo con sus botas, su cartuchera y su revólver

La chica sin suerte

Bela Lugosi y la sombría majestuosidad de Drácula

La estrella de triste suerte

La desmesura de Jacques Rivette

Françoise Dorléac

Klaus el loco

Una hippie de los 70

Jean Esustache, entre la Nouvelle Vague y el ascetismo

Nadiuska, un juguete roto

Thea von Harbou

Jesús Franco

David Cronenberg

Sharon Tate, como en un cuento de Sheridan Le Fanu

Un guionista sediento

La reina del fantaterror patrio

Dalton Trumbo y los diez de Hollywood

La primera chica que arrojó una tarta 

El desdichado Hércules contemporáneo

En la tradición familiar

El músico del realismo poético

Otro tributo a la gran Patty Shepard

Elmer Modlin y su extraña familia

Las coproducciones internacionales rodadas en España

Marilyn Monrore y su desesperado último gesto

Un amor más poderosos que la vida

El actor atrapado en sus personajes

Entre el fantasma de su madre y el final del musical

Barbet Schroeder

Amparo Muñoz

Samuel Bronston más alla de Las Rozas

Chantal Akerman

Françoise Hardy 

Un antiguo dogmático

Jane Birkin

Anna Karina, su turbulento amor y el Madison

Sandie Shaw, ya con calzado

El gran Serge Gainsbourg

Entre la niña prodigio y la mujer concienciada

La intérprete de Shakespeare que inspiró a The Rolling Stones

La maleta del capitán Wajda

Val Lewton y su dramatización de la psicología del miedo

La alimaña de Whitechapel

Cristina Galbó

La caravana Donner

Eddie Constantine

Un nuevo curso del tiempo

Rosenda Monteros

Una criatura de la noche

Una carta a Nicolás I

Edison y el 35 mm

Barbara Steele

El felón Esquieu de Floyran acaba con los templarios

Entre Lovecraft y Hitchcock

Tchang Tchong Yen recuerda a Hergé

La musa del ciberpunk

Néstor Majnó

Una leyenda del Madrid finisecular

El rey de la serie B

La primera cosmonauta soviética

Cuando la injuria sucede a la fatalidad

Bajo Ulloa y sus cuentos crueles

La cicerone de los Stones en el infierno 

Nace Toulouse-Lautrec

El París del Charlestón se rinde a Josephine Baker

Nastassja Kinski, la dulce hija del ogro

Un tributo a Sam Peckinpah

La leyenda del London Calling

Fiódor Dostoievski frente al pelotón de fusilamiento

Mi alucinada favorita

El hombre de las mil caras

El 7º de Caballería pierde la gloria

Un recuerdo de Silke

El genocidio camboyano

Peter Bogdanovich

Guy Debord y la sociedad del espectáculo

Un héroe de Iwo Jima 

Lupe Vélez tras el último tequila sunrise

El general Lee

Roman Polanski

Un hampón italoamericano

Jane Fonda en su juventud

Kraken en la Cuesta de Moyano

Josef von Sternberg

The Beatles en The Carvern y en el show de Ed Sullivan

Que la tierra le sea leve a Douglas Trumbull

El último superviviente del hampa de Chicago

Inma de Santis

El Álamo

Una musa insumisa

El malvado Zaroff y un elogio a las revistas pulp

Miles Davis

Un polaco y el amour fou

La Legión extranjera como género literario

Conchita Montenegro

Peter Lorre y su cara de villano

El juez de la horca

Syd Barrett

Kathleen Turner

Una caricatura de la hombría

Eric Clapton

Helga Liné

Butch Cassidy

Carlos Arévalo, un cineasta español

Nace el último bohemio

Pascual García Arano

María Perschy

El Combray de Ingmar Bergman

Carlos Castaneda

Una canción de Neil Young

Un suicida dandi

Hedy Lamarr

Philip K. Dick y sus realidades bastardas

La última mujer fatal

Andréi Tarkovski, otro maldito por la censura soviética

Nace la música de la New Age

"Wie einst" Lili Marleen

Una lectura de Byron en Villa Diodati

Un apostol de la sedición juvenil

Ava en mi ciudad

Rider Haggard

Una entrada para la "Historia universal de la infamia"

La Marguerite Duras cineasta

Gallardo y calavera

El hombre que vendió su alma a Elizabeth Taylor

El crímen de Charlotte Corday

Un elogio entusiasta de la urbe

Un ángel caído

Mary Bradbury teme por su vida

Pierre Étaix y su triste gracia

El mejor verano de los Rolling

María Rosa Salgado y su conmovedora discrección

La valentía de Ramón Acín

Sylvie Vartan

La cruz de Malta de Wim Wenders

La epifanía de Louis Daguerre

Carroll Baker

Marie Laforêt y mi amigo Eloy

Eliseo Reclus atisba su quimera

Patty Pravo

Richard Pryor contra sí mismo

Miroslava, una actriz marcada por la fatalidad

France Gall y el doble sentido

Robert Bresson y el cine puro

La gesta de Alekséi Stajánov

Nace el Rimbaud del Rock & Roll seminal

Dominique Dunne, una filmografía que se quedó en el aire

Un actor vampirizado por un personaje

Tolkien publica El Hobbit

La segunda musa de Godard

John Dos Passos entra en la eternidad

Alain Resnais, el cine de la memoria

Una musa del filme noir

El cadáver de Nancy Spungen en el Chelsea Hotel

La historia de Bobby Driscoll

Un icono del feminismo

Recordando a Tina Aumont

Colgaron a Gilles de Rais

Dario Argento

Nico en el cine

Dylan Thomas en su último trance

Brigitte Helm

Un punkie en la Disney 

Nace Billy el Niño

The Wall

Tennessee Williams

Vivien Leigh

Kazuo Sakamaki salva la vida en Pearl Harbor

El proscrito de la Escuela de Barcelona 

47 hombres de honor

Charlotte Rampling

La incomunicabilità del gran MIchelangelo Antonioni

F. Scott Fitzgerald

Un pilar del cómic estadounidense

Juliet Berto

Erik, el fantasma de la Ópera

Una comedia francesa

Un pesimista alegre

Una mirada indolente a la derrota 

Sender en Casas Viejas

Kipling en su último momento

Los hermanos Marx

Puente sobre aguas turbulentas

Anouk Aimée

Mary Shelley

Quentin Tarantino

Neal Cassady 

Natalie Wood

La heterodoxia de Ermanno Olmi

Fu-Manchú

Stefan Zweig pone fin a sus días

 

 

 

 

 

 

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