Los cuentos no góticos de Karen Blixen
Memorias de África, la celebrada cinta de Sidney Pollack de 1985, como el noventa por ciento del cine comercial estadounidense de las últimas cuatro décadas, nunca me ha merecido el más mínimo interés. No fue ése el caso de El festín de Babette (Gabriel Axel, 1987), el otro filme que en los años 80 dio a conocer mayoritariamente a Karen Blixen y a "Isak Dinesen", seudónimo utilizado por Blixen, entre otras publicaciones, para su evocación africana.
Ahora bien, en un primer visionado, de El festín... me cargó por lo mismo que me hace insoportable a Bergman en su conjunto: su gravedad luterana. Es éste un conflicto que parece gravitar en todo el cine clásico escandinavo, pero que yo sólo soporto en Dreyer y en Sjöström. Se trata de un tedioso afán de perfección cristiana, que en alguna ocasión me ha hecho dudar de la liberación sexual que se le atribuía a las suecas entre los mitos del turismo de mi niñez y en las páginas de Suecia infierno y paraíso, el éxito editorial del italiano Enrico Altavila no mucho después.
Publicado el 12 de noviembre de 2013 a las 17:45.