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Blog de Javier Memba

El insolidario

Elogio de la fotografía digital (y II)

Archivado en: Entre la imagen y las mil palabras, fotografía

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(viene del asiento anterior)

Adquirí mi primera cámara digital -una Canon PowerShot A-540- en agosto de 2006. La calidad de sus imágenes, muy superior a las tomadas en 35 mm. y en 6 x 6, los dos formatos de los que me valí durante mis casi cuarenta años de experiencia analógica, y el hecho de no tener que revelar los negativos y ampliarlos para su positivado en papel, hicieron que el verano siguiente, el del 2007, me entregase a la fotografía digital.

Además de esa calidad superior, infinitamente superior de la imagen digital, todo lo concerniente al cuarto oscuro -una de las tareas a las que he dedicado más tiempo en mi vida, ya que hice del revelado del negativo y su ampliación en papel un auténtico desafío personal- quedaba suprimida con el nuevo procedimiento. La toma de vistas es igual tanto en la analógica como en la digital. Ciertamente, ahora lo normal es que todo sea automático, hasta el enfoque. Pero si el fotógrafo prefiere trabajar manualmente -opción que permiten la mayoría de las cámaras- deberá abrir o cerrar el diafragma y cambiar la velocidad de obturación para obtener uno u otro efecto en su vista. Exactamente igual que se hacía en los tiempos de Cartier-Bresson.

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Publicado el 26 de febrero de 2024 a las 16:45.

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Elogio de la fotografía digital (I)

Archivado en: Entre la imagen y las mil palabras, fotografía

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            El once de junio de 1997, cuando el francés Philippe Kahn tomó una instantánea a su hija con una cámara digital, valiéndose con posterioridad de su teléfono móvil para retrasmitir el archivo con la imagen de la recién nacida a su ordenador, debieron de ser muy pocos los que comprendieron que la fotografía había marcado un hito parangonable al del diez de agosto de 1839, cuando otro francés -Louis Daguerre- presentó el daguerrotipo. Considerada esta última fecha como la del nacimiento de la fotografía, lo cierto es que la primera imagen del natural, que quedó fijada, fue tomada por Joseph-Nicephore Niepce en 1816 con el título de Vista desde la ventana en Le Gras. Ya he escrito sobre ello, con todo el entusiasmo que el nacimiento de la fotografía me despierta, en uno de mis Nuevos momentos estelares de la humanidad, artículo al que remiten los dos primeros enlaces de este texto. Hoy, a lo que voy, es al dato de 1997. Ya tengo edad para decir que “soy viejo, pero no tanto como para haber asistido a los gloriosos días del nacimiento del octavo arte”.

El antepenúltimo verano del amado siglo XX aún me valía de mi Yashica Mat 124-G para tomar las vistas que me salían al paso. Enviado especial del diario El Mundo a la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) -aquellos aún eran los años en que los cursos de verano capitalizaban la actividad cultural en los estíos-, fotografié la península de la Magdalena, su palacio y, algo, pero muy poco, la ciudad de Santander.

Tanto por lo escuchado en las aulas de la UIMP, como entrevistando a expertos en comunicación para el suplemento Campus -las páginas que el periódico dedicaba entonces todas las semanas a la escena universitaria, donde también colaboraba con asiduidad-, tenía cierta idea de lo que habría de ser la inminente revolución digital. Pero ignoraba por completo que el once de junio de aquel año hubo dos neonatas que trasformaron radicalmente la fotografía: una fue la hija de Khan al protagonizar aquella primera imagen que inspiró a su padre; la otra, el procedimiento de envío -la inclusión de la foto en el teléfono hablando en plata- que aquel retrato inauguró.

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Publicado el 24 de febrero de 2024 a las 19:45.

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La bandera de Madrid (I)

Archivado en: Miscelánea, la bandera de Madrid

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            Hace más de cuarenta años que recelo de la obra de Ernest Hemingway. Si he de ser exacto, desde que en 1983 terminé mi lectura de París era una fiesta (1964), publicación póstuma pues él mismo era consciente de las ampollas que iba a levantar. Con todo, esas memorias de juventud en aquel París fascinante que sucedió a la Gran Guerra, el de la Generación Perdida, donde el escritor fue “muy pobre y feliz” a mí siempre me ha interesado mucho más que la manida Por quién doblan las campanas (1940) o El viejo y el mar (1952) que, de puro buenrollista -es decir, sensiblera-, se me antoja poco menos que naif.

Más que de la bibliografía, de lo que yo recelo es del personaje que el propio Hemingway se creó: el del ególatra bravucón. Su culto a la aventura, a la acción, me carga como el Hollywood de nuestro infausto tiempo, que es como una canción con mucho ritmo, pero carente de melodía.

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Publicado el 8 de febrero de 2024 a las 04:30.

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Que la tierra le sea leve a Norman Jewison

Archivado en: Inéditos cine, Que la tierra le sea leve, la cartelera perdida

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Hubo un par de cintas de Norman Jewison que admiré en la cartelera de los años 60: ¡Qué vienen los rusos! (1966) y El caso de Thomas Crown (1967). La primera era una comedia sobre un submarino soviético que encalla en la costa de Nueva Inglaterra. Me llevó a verla mi madre al cine Albéniz, en los aledaños de la Puerta del Sol. Casi sesenta años después, llegado el momento de acusar el óbito del cineasta, aún recuerdo aquella sesión como una de las proyecciones en las que más nos reímos.

El segundo de los títulos del finado, que tengo en la más alta estima, es El caso de Thomas Crown (1967). Aun siendo para mayores de dieciocho años, pude verla en el cine España de Campamento, mi barrio. No confundirlo con otro, del mismo nombre, que había al principio de General Ricardos, casi en Usera. En el de Campamento, como me conocían, aunque las películas no fueran toleradas, me dejaban entrar. De El caso de Thomas Crown recuerdo que atesoré el programa de mano original hasta que, a falta de dinero para no sé qué, lo vendí junto al resto de mi colección.

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Publicado el 23 de enero de 2024 a las 06:00.

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Un precursor del terror materialista

Archivado en: Cuaderno de lecturas, Edgar Allan Poe

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(Con motivo del doscientos quince aniversario del nacimiento de Edgar Allan Poe, a continuación reproduzco el artículo dedicado a él en mi ensayo No halagaron opiniones, Huerga y Fierro, Madrid, 2014)

Traducido por Baudelaire –que según T. S. Eliot eliminó de sus versiones cuantos elementos arcaizantes estorbaban en los originales-, Mallarmé y Cortázar -a quien también se debe uno de sus mejores apuntes biográficos *-; admirado por Julio Verne -quien le dedicó La esfinge de los hielos (1897), continuación de Las aventuras de Arthur Gordon Pyn (1838)- y situado por Pablo Neruda en su "matemática tiniebla", Edgar Allan Poe fue el primer escritor universal que dieran los Estados Unidos. Aunque lo fue después de su exaltación en Francia. Con el correr de los años, habría de sucederles algo muy parecido a los grandes artesanos del Hollywood clásico para ascender a la categoría de cineastas.

Pero Edgar Allan Poe también fue el primer maldito de las letras estadounidenses. Lo fue por la Parca, que como a Mary Shelley le rondaba desde niño llevándose a quien más quiso; lo fue por esa inteligencia de los alienados, por ese otro yo que habitaba en él impeliéndole constantemente contra sí mismo. Fue también el primer heterodoxo frente al puritanismo imperante en las páginas que conformaron ese siglo de oro de la literatura estadounidense desde Nathaniel Hawtthorne hasta Ralph Waldo Emerson, a los que aborrecía. Fue, en fin, el primer alucinado: bebió hasta el delirio, fumo opio... No son pues de extrañar todas esas brumas que parecen agobiarle en ese daguerrotipo suyo, tomado por W. Hartshorn, que ha llegado hasta nosotros.

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Publicado el 19 de enero de 2024 a las 22:45.

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Unas consideraciones sobre "El beso" de Doisneau

Archivado en: Entre la imagen y las mil palabras, fotografía

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El reciente óbito, el pasado veinticinco de diciembre, de Françoise Bornet, la chica a la que besa su novio de entonces -Jacques Corteaux- en la acera de enfrente de l'hôtel de ville -el ayuntamiento parisino-, en una soleada mañana de la primavera de 1950 en la foto más celebrada y conocida del gran Robert Doisneau, me ha suscitado algunas consideraciones. Aunque sólo sea someramente, sí que tengo interés en consignarlas aquí.

Empezaré por una puntualización. Como todo el mundo sabe, Le baiser de l'hôtel de ville, que es el título exacto de la fotografía, es un auténtico icono del siglo XX. Sin embargo, no es el beso más famoso de mi amada centuria pasada, como han afirmado tantos comentaristas con más euforia por la grandeza de la estampa que ponderación a la hora de aseverar. Sin ir más lejos, Alfred Eisenstaedt congeló otro beso, tanto o más efusivo que el de Doisneau, el catorce de agosto de 1945.

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Publicado el 13 de enero de 2024 a las 17:30.

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La primera novela de Wilkie Collins

Archivado en: Cuaderno de lecturas, Ioláni o Tahití tal como era, Wilkie Collins

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Supongo que ese auge de la narrativa de Wilkie Collins, que nos trajo el fin de siglo, tendría algo que ver con los derechos de su obra. No pongo en duda que este acólito de Dickens merezca toda esa reivindicación de la que fue objeto en las postrimerías del segundo milenio. Pero tampoco me extrañaría que, esa avalancha de ediciones de Collins, que conocimos a finales de los 90, tuviera algo que ver con que sus textos hubiesen pasado a ser del dominio público, o que los editores hubieran reparado entonces en que podían darlos a la estampa sin pagar a nadie. Ésos fueron los casos, en su momento, de T. E. Lawrence y James M. Barrie, por citar a otros dos ingleses, protagonistas de un boom en el mercado editorial español en los treinta y muchos años que ya llevo yo pendiente de sus vaivenes.

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Publicado el 22 de diciembre de 2023 a las 18:30.

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Nuevos apuntes sobre la literatura cinéfila

Archivado en: Inéditos cine, escribir sobre películas

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De bien antiguo, desde antes de mi entrega al estudio de cuanto concierne a la realización cinematográfica, cuando era un mero espectador de la sesiones continuas -las maravillas del cine de los sábados- y también de las sesiones numeradas -el lujo de los domingos- de la Gran Vía y Fuencarral; a veces en el patio de butacas, otras en el entresuelo… Desde hace ahora justo 50 años, los transcurridos desde que en 1973 adquirí El cine, aquella enciclopedia de Buru Lan en fascículos semanales, que reservaba y encuadernaba en la papelería Gardevisa, ya cerrada, como todos los primeros negocios que hubo en las inmediaciones de la que aún es mi casa.

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Publicado el 1 de diciembre de 2023 a las 19:00.

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Nostalgia del cine a la antigua usanza (y II)

Archivado en: Inéditos cine, La cartelera perdida, El cine a la antigua usanza

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(viene de la entrada anterior)

Lo que sí tocó a su fin con la llegada del vídeo fue esa exhibición cinematográfica a la antigua usanza a la que me refiero. Un amor que, por mi parte, duró veintitrés años. Poco más de dos décadas frente a las casi cuatro que ya llevo echándolo de menos. El recuerdo de un amor siempre dura más que el amor mismo. Pero sigo yendo al cine en esas multisalas que programan mi queridísima versión original, o a esos megaplex con sus pantallas gigantes -mi querido Kinépolis- que me recuerdan los grandes formatos de pantalla de mi infancia: el Cinerama, el Tod-AO, los diferentes scope…

De hecho, fue en una sesión en el Proyecciones de la calle Fuencarral -antiguo Cinerama- donde terminé de comprender que los nuevos espectadores le han perdido el respeto a la pantalla: se levantan en mitad de la película para ir al servicio, a comprar palomitas, a hablar por teléfono o a lo que les venga en gana.

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Publicado el 11 de noviembre de 2023 a las 08:45.

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Nostalgia del cine a la antigua usanza (I)

Archivado en: Inéditos cine, la cartelera perdida

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            Hubo un tiempo en que ver una película era lo que más me gustaba en el mundo. Cuando aquel antiguo placer se convirtió en esa necesidad imperante en la que aún ahora me debato, comencé a sentarme en la fila uno -para que el filme me envuelva hasta el aturdimiento- y me di a una quimérica entrega: la de saciar ese apetito insaciable que es la necesidad imperante de ver películas. Empecé a darme a esa entrega, que es mi cinefilia, a comienzos de los años 80, cuando la Filmoteca estaba en el cine Príncipe Pío de la Cuesta de San Vicente. Pero ese tiempo, en que ver una película era lo mejor del mundo, se remonta al comienzo de mi vida.

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Publicado el 3 de noviembre de 2023 a las 22:30.

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Javier Memba

Javier Memba

            Periodista con más de cuarenta años de experiencia –su primer texto apareció en la revista Ozono en 1978-, Javier Memba (Madrid, 1959) fue colaborador habitual del diario EL MUNDO entre junio de 1990 y febrero de 2020. Actualmente lo es en Zenda Libros. Estudioso del cine antiguo, en todos los medios donde ha publicado sus cientos de piezas ha demostrado un decidido interés por cuanto concierne a la gran pantalla. Puede y debe decirse que el setenta por ciento de su actividad literaria viene a dar cuenta de su actividad cinéfila. Ha dado a la estampa La nouvelle vague (2003 y 2009), El cine de terror de la Universal (2004 y 2006), La década de oro de la ciencia-ficción (2005) –edición corregida y aumentada tres años después en La edad de oro de la ciencia ficción-, La serie B (2006), La Hammer (2007) e Historia del cine universal (2008).

 

            Asimismo ha sido guionista de cine, radio y televisión. Como novelista se dio a conocer en títulos como Homenaje a Kid Valencia (1989), Disciplina (1991) o Good-bye, señorita Julia (1993) y ha reunido algunos de sus artículos en Mi adorada Nicole y otras perversiones (2007). Vinilos rock español (2009) fue una evocación nostálgica del rock y de quienes le amaron en España mientras éste se grabó en vinilo. Cuanto sabemos de Bosco Rincón (2010) supuso su regreso a la narrativa tras quince años de ausencia. La nueva era del cine de ciencia-ficción (2011), junto a La edad de oro de la ciencia-ficción, constituye una historia completa del género, aunque ambos textos son de lectura independiente. No halagaron opiniones (2014) fue un recorrido por la literatura maldita, heterodoxa y alucinada. Por su parte, David Lynch, el onirismo de la modernidad (2017), fue un estudio de la filmografía de este cineasta. El cine negro español (2020) es su última publicación hasta la fecha.  

 


 

          

 

Miniatura no disponible

 

Javier Memba en 2009

 

Javier Memba en 1988

 

Javier Memba en 1987

 

1996

 

 

Javier Memba en la librería Shakespeare & Co. de París

 

 

 

 

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Enlaces

-La linterna mágica

-Unas palabras sobre Vida en sombras

-Unas palabras sobre La torre de los siete jorobados

-50 años de la Nouvelle Vague en Días de cine

-David Lynch, el onirismo de la modernidad en Radio 3

-Unas palabras sobre Casablanca en Telemadrid

-Unas palabras sobre Tintín en Cuatro TV

 

 

ALGUNOS ARTÍCULOS:

Malditos, heterodoxos y alucinados de la gran pantalla

Nuevos momentos estelares de la humanidad

Chicas yeyés

Chicas de ayer

Prólogo al nº 4 de la revista "Flamme" de la Universidad de Limoges

Destinos literarios

Sobre La naranja mecánica

Mi tributo al gran Chris Marker

El otro Borau

Bohemia del 89

Unos apuntes sobre las distopías

Elogio de Richard Matheson

En memoria de Bernadette Lafont

Homenaje al gran Jean-Pierre Melville

Los amores de Édith

Unos apuntes sobre La reina Margot

Tributo a Yasujiro Ozu con motivo del 50 aniversario de su fallecimiento

Muere Henry Miller

Unos apuntes sobre dos cintas actuales

Las legendarias chicas de los Stones

Unos apuntes sobre el "peplum"

El cine soviético del deshielo

El operador que nos devolvió el blanco y negro

Más real que Homeland

El cine de la Gran Guerra

Del porno a la pantalla comercial

Formentera cinema

Edward Hopper en estado puro

El cine de terror de los años 70

Mi tributo a Lauren Bacall

Mi tributo a Jean Renoir

Una entrevista a Lee Child

Una entrevista a William McLivanney 

Novelistas japonesas

Treinta años de Malevaje

Las grandes rediciones del cómic franco-belga

El estigma de La campana del infierno

Una reedición de Dalton Trumbo

75 años de un canto a la esperanza

Un siglo de El nacimiento de una nación

60 años de Semilla de maldad

Sobre las adaptaciones de Vicente Aranda

Regreso al futuro, treinta años después 

La otra cabeza de Murnau

Un tributo a las actrices de mi adolescencia

Cineastas españoles en Francia

El primer surrealista

La traba como materia literaria

La ilustración infantil de los años 70

Una exposición sobre la UFA

La musa de John Ford

Los icebergs de Jorge Fin

Un recorrido por los cineastas/novelistas -y viceversa-

Ettore Scola

Mi tributo a Jacques Rivette

Una película a la altura de la novela en que se basa

Mi tributo a James Cagney en el trigésimo aniversario de su fallecimiento

Recordando a Audrey Hepburn

El rey de los mamporros

Una guía clásica de la ciencia ficción

Musas de grandes canciones

Memorias de la España del tebeo

70 años de la revista Tintín

Ediciones JC regresa a sus orígenes

Seis claves para entender a Hergé

La chica del "Drácula" español

La primera princesa de la lejana galaxia

El primer Tintín coloreado

Paloma Chamorro: el fin de "La edad de oro"

Una entrevista a la fotógrafa Vanessa Winship

Una recuperación del Instituto Murnau

Heroínas de la revolución sexual

Muere George A. Romero

Un mito del cine francés

Semblanza de Basilio Martín Patino

Malevaje en la Gran Vía

Entrevista a Benjamin Black

Un circunloquio sobre la provocación

Una nueva aventura de Yeruldelgger

Una dama del crimen se despide

Recordando a Peggy Cummins

Un tributo a las yeyés francesas

La última reina del Technicolor

Recordando a John Gavin

Las referencias de La forma del agua

El Madrid de 1988

La nueva ola checa

Un apunte sobre Nelson Pereira dos Santos

Una simbiosis perfecta

Un maestro del neorrealismo tardío

El inovidable Yellowstone Kelly

Que Dios bendiga a John Ford

Muere Darío Villalba

Los recuerdos sentimentales de Enrique Herreros

Mi tributo a Harlan Ellison

La inglesa que presidió el cine español

La última rubia de Hitchcock

Unos apuntes sobre Neil Simon

Recordando Musicolandia

Una novelista italiana

Recordando a Scott Wilson

Cämilla Lackberg inaugura Getafe Negro

Una conversación entre Läckberg y Silva

El guionista de Dos hombres y un destino

Noir español y hermoso

Noir italiano

Mi tributo al gran Nicholas Roeg

De la Escuela de Barcelona al fantaterror patrio

Recordando a Rosenda Monteros

Unas palabras sobre Andrés Sorel

Farewell to Julia Adams

Corto Maltés vuelve a los quioscos

Un editor veterano

Una entrevista a Wendy Guerra

Continúa el misterio de Leonardo

Los cantos de Maldoror

Un encuentro con Clara Sánchez

Recuerdos de la Feria del Libro

Viajes a la Luna en la ficción

Los pecados de Los cinco

La última copa de Jack Kerouac

Astérix cumple 60 años

Getafe Negro 2019

Un actriz entrañable

Ochenta años de "El sueño eterno"

Sam Spade cumple 90 años

Un western en la España vaciada

Romy Schneider: el triste destino de Sissi

La nínfula maldita

Jean Vigo: el Rimbaud del cine francés

El último vuelo de Lois Lane

Claudio Guerin Hill

Dennis Hopper: El alucinado del Hollywood finisecular

Jean Seberg: la difamada por el FBI

Wener Herzog y la cólera de Dios

Gordad, el gran maese de la heterodoxia cinematográfica

Frances Farmer, la esquizofrénica que halló un inquietante sosiego

El hombre al que gustaba odiar

El gran amor de John Wayne

Iván Zulueta, arrebatado por una imagen efímera

Agnès Varda, entre el feminismo y la memoria

La reina olvidada del noir de los 40

Judy Garland al final del camino de adoquines amarillos

Jonas Mekas, el catalizador del cine independiente estadounidense

El gran Edgar G. Ulmer

La última flapper; la primera it girl

El estigmatizado por Stalin

La controvertida Egeria del Führer

El gran Tod Browning

Una chica de ayer

El niño que perdió su tren eléctrico

La primera chica de Éric Rohmer

El último cadáver bonito

La exnovia de James Dean que no quiso cumplir 40 años

Don Luis Buñuel, "ateo gracias a Dios"

La estrella cuyo fulgor se extinguió en sus depresiones

El gran cara de palo

Sylvia Kristel más allá de Emmanuelle

Roscoe Arbuckle, cuando se acabaron las risas

Laura Antonelli, la reina del softcore que perdió la razón

Nicholas Ray, que nunca volvió a casa

El vuelo más bajo de la princesa Leia Organa

Eloy de la Iglesia y el cine quinqui

Entiérralo con sus botas, su cartuchera y su revólver

La chica sin suerte

Bela Lugosi y la sombría majestuosidad de Drácula

La estrella de triste suerte

La desmesura de Jacques Rivette

Françoise Dorléac

Klaus el loco

Una hippie de los 70

Jean Esustache, entre la Nouvelle Vague y el ascetismo

Nadiuska, un juguete roto

Thea von Harbou

Jesús Franco

David Cronenberg

Sharon Tate, como en un cuento de Sheridan Le Fanu

Un guionista sediento

La reina del fantaterror patrio

Dalton Trumbo y los diez de Hollywood

La primera chica que arrojó una tarta 

El desdichado Hércules contemporáneo

En la tradición familiar

El músico del realismo poético

Otro tributo a la gran Patty Shepard

Elmer Modlin y su extraña familia

Las coproducciones internacionales rodadas en España

Marilyn Monrore y su desesperado último gesto

Un amor más poderosos que la vida

El actor atrapado en sus personajes

Entre el fantasma de su madre y el final del musical

Barbet Schroeder

Amparo Muñoz

Samuel Bronston más alla de Las Rozas

Chantal Akerman

Françoise Hardy 

Un antiguo dogmático

Jane Birkin

Anna Karina, su turbulento amor y el Madison

Sandie Shaw, ya con calzado

El gran Serge Gainsbourg

Entre la niña prodigio y la mujer concienciada

La intérprete de Shakespeare que inspiró a The Rolling Stones

La maleta del capitán Wajda

Val Lewton y su dramatización de la psicología del miedo

La alimaña de Whitechapel

Cristina Galbó

La caravana Donner

Eddie Constantine

Un nuevo curso del tiempo

Rosenda Monteros

Una criatura de la noche

Una carta a Nicolás I

Edison y el 35 mm

Barbara Steele

El felón Esquieu de Floyran acaba con los templarios

Entre Lovecraft y Hitchcock

Tchang Tchong Yen recuerda a Hergé

La musa del ciberpunk

Néstor Majnó

Una leyenda del Madrid finisecular

El rey de la serie B

La primera cosmonauta soviética

Cuando la injuria sucede a la fatalidad

Bajo Ulloa y sus cuentos crueles

La cicerone de los Stones en el infierno 

Nace Toulouse-Lautrec

El París del Charlestón se rinde a Josephine Baker

Nastassja Kinski, la dulce hija del ogro

Un tributo a Sam Peckinpah

La leyenda del London Calling

Fiódor Dostoievski frente al pelotón de fusilamiento

Mi alucinada favorita

El hombre de las mil caras

El 7º de Caballería pierde la gloria

Un recuerdo de Silke

El genocidio camboyano

Peter Bogdanovich

Guy Debord y la sociedad del espectáculo

Un héroe de Iwo Jima 

Lupe Vélez tras el último tequila sunrise

El general Lee

Roman Polanski

Un hampón italoamericano

Jane Fonda en su juventud

Kraken en la Cuesta de Moyano

Josef von Sternberg

The Beatles en The Carvern y en el show de Ed Sullivan

Que la tierra le sea leve a Douglas Trumbull

El último superviviente del hampa de Chicago

Inma de Santis

El Álamo

Una musa insumisa

El malvado Zaroff y un elogio a las revistas pulp

Miles Davis

Un polaco y el amour fou

La Legión extranjera como género literario

Conchita Montenegro

Peter Lorre y su cara de villano

El juez de la horca

Syd Barrett

Kathleen Turner

Una caricatura de la hombría

Eric Clapton

Helga Liné

Butch Cassidy

Carlos Arévalo, un cineasta español

Nace el último bohemio

Pascual García Arano

María Perschy

El Combray de Ingmar Bergman

Carlos Castaneda

Una canción de Neil Young

Un suicida dandi

Hedy Lamarr

Philip K. Dick y sus realidades bastardas

La última mujer fatal

Andréi Tarkovski, otro maldito por la censura soviética

Nace la música de la New Age

"Wie einst" Lili Marleen

Una lectura de Byron en Villa Diodati

Un apostol de la sedición juvenil

Ava en mi ciudad

Rider Haggard

Una entrada para la "Historia universal de la infamia"

La Marguerite Duras cineasta

Gallardo y calavera

El hombre que vendió su alma a Elizabeth Taylor

El crímen de Charlotte Corday

Un elogio entusiasta de la urbe

Un ángel caído

Mary Bradbury teme por su vida

Pierre Étaix y su triste gracia

El mejor verano de los Rolling

María Rosa Salgado y su conmovedora discrección

La valentía de Ramón Acín

Sylvie Vartan

La cruz de Malta de Wim Wenders

La epifanía de Louis Daguerre

Carroll Baker

Marie Laforêt y mi amigo Eloy

Eliseo Reclus atisba su quimera

Patty Pravo

Richard Pryor contra sí mismo

Miroslava, una actriz marcada por la fatalidad

France Gall y el doble sentido

Robert Bresson y el cine puro

La gesta de Alekséi Stajánov

Nace el Rimbaud del Rock & Roll seminal

Dominique Dunne, una filmografía que se quedó en el aire

Un actor vampirizado por un personaje

Tolkien publica El Hobbit

La segunda musa de Godard

John Dos Passos entra en la eternidad

Alain Resnais, el cine de la memoria

Una musa del filme noir

El cadáver de Nancy Spungen en el Chelsea Hotel

La historia de Bobby Driscoll

Un icono del feminismo

Recordando a Tina Aumont

Colgaron a Gilles de Rais

Dario Argento

Nico en el cine

Dylan Thomas en su último trance

Brigitte Helm

Un punkie en la Disney 

Nace Billy el Niño

The Wall

Tennessee Williams

Vivien Leigh

Kazuo Sakamaki salva la vida en Pearl Harbor

El proscrito de la Escuela de Barcelona 

47 hombres de honor

Charlotte Rampling

La incomunicabilità del gran MIchelangelo Antonioni

F. Scott Fitzgerald

Un pilar del cómic estadounidense

Juliet Berto

Erik, el fantasma de la Ópera

Una comedia francesa

Un pesimista alegre

Una mirada indolente a la derrota 

Sender en Casas Viejas

Kipling en su último momento

Los hermanos Marx

Puente sobre aguas turbulentas

Anouk Aimée

Mary Shelley

Quentin Tarantino

Neal Cassady 

Natalie Wood

La heterodoxia de Ermanno Olmi

Fu-Manchú

Stefan Zweig pone fin a sus días

 

 

 

 

 

 

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