Archivado en: Día del libro, Regalos
El día 23 es el Día del Libro. Hay que comprar y hay que regalar, porque son malos tiempos para todo pero sobre todo para la lírica, y la lírica tal vez no tenga un peso fundamental en nuestro PIB (en torno al 4% todo el sector cultural, casi el dos la industria del libro), pero tiene un peso incalculable en nuestro producto interior ético, ése que tanto se descuida en estos tiempos. A continuación hago algunas sugerencias personales. Libros recientes que aún están en las mesas de novedades o en la maleta del vendedor:
Un buen detective no se casa jamás, de Marta Sanz (Anagrama). Aparte de ser amiga mía, Marta Sanz es una de las escritoras más importantes de este país (y si no al tiempo), y ha escrito la segunda parte de las aventuras del detective Arturo Zarco, que se sumerge ahora, sin quererlo, en intrigas familiares, en la morbidez social de la costa levantina española y en el amor. Un libro importante.
La luz difícil, del colombiano Tomás González (Alfaguara). Es un disparo al corazón. Un libro de una dureza que conmueve. Un padre recuerda los días en los que su hijo veinteañero, tetrapléjico por un accidente y con unos dolores insoportables, decide morir y viaja a otro lugar para ejecutar esa decisión. El amor y la ternura espejeando sobre una imagen de sufrimiento puro. ¿Por qué algunos libros como éste, hermosos y hondos, pasan casi desapercibidos?
No llames a casa, de Carlos Zanón (RBA). Novela negra es su quintaesencia: la vida corriente que se va pudriendo al rozar las dificultades de la vida y que busca salida en el crimen. Personajes perfectamente reconocibles, vecinos nuestros.
Crímenes, de Ferdinand von Schirac (Salamandra). Colección de relatos no ficticios en la que un abogado criminalista cuenta algunos de sus casos más pintorescos, dramáticos o extravagantes. La longitud del alma humana es demasiado larga para ser medida. En este libro, una vez más, se comprueba que la realidad puede superar a cualquier ficción.
Noche de los enamorados, de Félix Romeo (Mondadori). Es la novela póstuma de Félix Romeo. Aunque en realidad no es una novela. Como en su libro anterior, Amarillo, hurga en episodios excesivos de su propia vida. Cuando estuvo en la cárcel por insumiso, al negarse a hacer el servicio militar y la prestación social sustitutoria, Romeo compartió celda con un hombre que había asesinado a su esposa. Este libro es la reconstrucción casi policial de aquella muerte. Un libro sin aderezos innecesarios.
La vida de hotel, de Javier Montes (Anagrama). Un libro morboso, oscuro, inquietante, que busca reconstruir la geografía sentimental de quienes buscan la fugacidad o de quienes se ven arrastrados a ella. Quizá la vida es sólo una vida de hotel. Quizá perseguimos fantasmas sin saber las razones por las que lo hacemos.
Y hay más: Mejor que ficción, una antología que ha hecho Jorge Carrión de cronistas latinoamericanos; Libertad, de Jonathan Franzen; o Tendríamos que haber venido solos, una formidable novela de Guillermo Roz que se lee de un tirón y deja en la boca el sabor amargo de las vidas exageradas.
En cualquier caso, no hay justificación para no comprar libros el día 23. Y el resto de los días.
Publicado el 14 de abril de 2012 a las 20:30.