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Blog de Luisgé Martín

El infierno son los otros

Haikus japoneses II: Las mujeres y el amor

Archivado en: Japón, Mujeres, Relaciones de Pareja

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Quizá Japón sea el único ejemplo de sociedad moderna, económicamente avanzada, en el que el machismo campea por sus fueros tan desvergonzadamente. Conocimos a una mujer de mediana edad que trabajaba sólo dos días por semana porque a su marido no le gustaba que lo hiciera. No tienen hijos, de modo que ni siquiera existe el reparto de tareas tradicionales. Los fines de semana, él, amante de los trenes y de viajar, se levanta, avisa de cuándo volverá y se va.

Yurico, en cambio, es española de padre japonés. Se fue hace cuatro años a vivir a Tokyo. Sus rasgos son perfectamente japoneses. Cuando hace unos años alquiló un piso, discutió con el arrendador. A raíz de algún desacuerdo menor, ella hizo valer sus derechos y levantó un poco la voz en la disputa, como la habría levantado cualquier española medianamente asertiva. El arrendador, entonces, la detuvo y le dijo: "Por favor, sea usted un poco más japonesa".

Es Yurico quien me cuenta que el amor, en Japón, es como una empresa. Ella es psicóloga y hace terapia de parejas, o algo parecido. El amor, en aquel lejano oriente, es sólo un pequeño ingrediente, un estímulo secundario, que, además, se sabe que tiene fecha de caducidad. Los novios acuerdan casarse porque creen que juntos les va a ir mejor en la vida, porque complementan sus fuerzas o sus capacidades. Y el vínculo que se establece es parecido al que uno establece con su empresa (sobre todo en ese país, donde la fidelidad laboral es casi inextinguible). Por eso ese "compartir la vida", tal como lo entendemos nosotros, no tiene sentido. Cuando se agota el amor romántico (como cuando se agota la vocación profesional), uno sigue en la brecha. Poniendo la distancia que sea pertinente. No hay por qué pasar tiempo juntos, no hay por qué viajar juntos, no hay por qué compartir gustos o aficiones: lo que se comparte es un sentido mayor. Lo explico mal porque lo entiendo mal. Pero así es Japón.

 

 

Publicado el 31 de agosto de 2012 a las 19:00.

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Luisgé Martín

Luisgé Martín

Un blog con olor a azufre y a carne quemada. Ciberllamas en las que arderán todos: no habrá ningún títere al que le quede la cabeza sobre los hombros. El convencimiento es claro: el infierno existe y son los otros. Basta con abrir los ojos y mirar el mundo alrededor. Hablaré de libros, de películas, de canciones y de paisajes extranjeros, pero siempre con el tridente desenvainado.

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Biografía: Madrid, 1962. Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Gerencia de Empresas. Autor de los libros de relatos Los oscuros (1990) y El alma del erizo (2002), la colección de cartas Amante del sexo busca pareja morbosa (2002) y las novelas La dulce ira (1995), La muerte de Tadzio (2000), ganadora del Premio Ramón Gómez de la Serna, Los amores confiados (2005) y Las manos cortadas (2009, publicada, como la mayor parte de su obra, por Alfaguara). Ganador del Premio del Tren 2009 "Antonio Machado" de Cuento, que convoca la Fundación de los Ferrocarriles Españoles, con el cuento Los años más felices.

 

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