Los mercados están llenos de especuladores, de gente que utiliza las debilidades ajenas para enriquecerse. En realidad no es que los mercados tengan a veces la perversión de especular, sino que es su trabajo. Buscan grietas y, como los jugadores, las aprovechan en su propio beneficio. Los mercados, por lo tanto, son sólo ese rostro enmascarado del capitalismo en el que vivimos: un capitalismo en el que la economía productiva es sólo una referencia lejana, difusa, pretextual. Las riquezas se pueden hacer a la antigua, como Amancio Ortega, o a la moderna, especulando. Aún más: las riquezas se pueden empezar a la antigua, pero siempre se rematan a la moderna.
Dicho todo esto, la verdad es que los mercados no son tontos ni estrictamente malvados. Digamos que su máscara no es la de Darth Vader. Son egoístas y despiadados, pero no sádicos ni necios. "Los mercados son insaciables", se dice después de que tras tantos recortes no haya mejorías en sus valoraciones y la prima de riesgo siga subiendo. "Los mercados desconfían de España pese al gran recorte", titulaba hoy El País.
¿Todavía no nos hemos dado cuenta de que los mercados desconfían de España por el gran recorte, y no pese a él? ¿Todavía hay que seguir explicando que lo que los mercados quieren -especulaciones al margen- es un crecimiento sólido, una economía en la que se cree empleo y se generen ingresos?
Desde 2010 se ha seguido el modelo de alimentar a los mercados como si fueran tiburones hambrientos. Dan una dentellada, recortamos 10.000 millones. Dan otra dentellada, 30.000 más. Siguen voraces: 70.000. Y todavía no nos damos cuenta de que no son dentelladas, sino los calambres de la anorexia. Los temblores que le van entrando al cuerpo cuando lo ven todo negro. Hasta mayo de 2010 la prima de riesgo estaba tranquila. A medida que se retiraron los estímulos a la economía productiva y se adelgazó la capacidad de consumo de los ciudadanos, la prima empezó a temblar. ¿Con qué va a pagar sus deudas un país empobrecido? ¿Con qué va a pagar un país en el que nadie trabaja y el paro crece en vez de menguar? ¿Con qué va a pagar un país que cada vez tendrá menos ingresos dado que el consumo se retrae, los sueldos bajan o desaparecen y las empresas cierran?
Los mercados, egoístas, no son imbéciles. Lo que quieren es crecimiento, no recortes. Los recortes son lo contrario al crecimiento. Si les quitas a los funcionarios 1.000 millones (o los que sean) que se iban a gastar en regalos de navidad y en turrón, a lo mejor te crees que te has ahorrado 1.000 millones, pero eso es que no sabes muy bien cómo funciona la rueda de la economía. Los mercados sí, lo saben bien. Por eso no se quejan del famoso e inexistente despilfarro de Zapatero (el único presidente que encadenó tres ejercicios con superavit, por cierto), ni de la desconfianza que inspira uno u otro gobierno por la belleza de sus ministros. Se quejan únicamente de la política económica necia, abstrusa y disparatada que se está desarrollando en Europa -y en España- desde la primavera de 2010. De la política que siempre defendió Mariano Rajoy.
Publicado el 16 de julio de 2012 a las 21:15.