Archivado en: Periodismo, 11-M, Goebbels
"A esto es a lo que me refiero cuando digo que la izquierda y la derecha no son simétricas. La gente de todas las creencias miente, pero la derecha tiene toda una estructura institucional de mentiras que no tiene equivalente en la izquierda". No son palabras mías, sino de Paul Krugman, el Premio Nobel de Economía al que se le entiende lo que dice y que tiene un blog combativo cuya lectura -está traducido y enlazado en la página web de El País- recomiendo fervorosamente.
Krugman no hablaba de España, por supuesto, sino de Estados Unidos, donde el panorama mediático está lleno de purulencias. Pero es evidente que la afirmación le queda como un guante a nuestro país, y será bueno repetirlo hoy, 11 de marzo, para recordar que en la Historia Universal de la Infamia del periodismo hay pocos casos tan indecentes y tan dañinos como el que tiene a esta fecha como estandarte.
Todo forma parte de un modo de hacer política que enorgullecería a Goebbels. Repetir una mentira hasta que parezca imposible que sea mentira y retorcer el lenguaje hasta que diga lo contrario de lo que realmente debe decir. Es verdad que hay hitos que deberían pasar directamente a la historia del goebbelismo, como lo del aborto causado por la "violencia estructural contra las mujeres" del manso Gallardón, que ya arrancó con laureles asegurando hace semanas que la reforma de la ley para eliminar los plazos era "lo más progresista" que podía hacer. Pero más allá de esos hitos admirables, tenemos casi un ejemplo diario. La reforma laboral no trae recorte de derechos ni inseguridad, por ejemplo, sino que ofrece flexibilidad. Las acciones del Gobierno no se hacen por ideología, sino por sentido común. Etcétera.
Dolores de Cospedal inauguró la nueva era nombrando al ultra Nacho Villa director de la televisión de Castilla-La Mancha, en un gesto elocuente de lo que el PP considera neutralidad mediática. Ahora Álex Grijelmo ha sido sustituido al frente de la Agencia EFE por José Antonio Vera, exdirector de La Razón y tertuliano de trinchera. Nos queda por ver quién es colocado al frente de Televisión Española y de sus servicios informativos, a pesar de que la ley aprobado por el diabólico Zapatero seguramente dificultará, incluyo con mayoría absoluta, la obscenidad anterior.
En este trance, además, ha muerto Público. Es cierto que una empresa tiene que ser ante todo rentable, pero no es menos cierto que la prensa se mantiene entre otras cosas gracias a la publicidad y a las inversiones de capital interesado. Las pérdidas de Público no eran más grandes que las de ABC, La Razón o La Gaceta, pero ha muerto. Quien no quiera entender la lógica perversa de todo esto tendrá que tratarse clínicamente la parálisis cerebral.
Resulta cómica la idea, denunciada por Krugman, de las simetrías, idea que en España está siendo defendida cada vez más también por ciudadanos de izquierdas con mala conciencia histórica o con una trayectoria personal ebria. Para cargarse de razón en sus censuras a Jiménez Losantos admiten que Iñaki Gabilondo es igual pero con mejores formas, y para poder atacar con contundencia a Intereconomía reconocen que lo único que la diferencia de La Sexta es el sentido del humor.
Este análisis sólo demuestra indigencia intelectual o pereza mental. En la vida casi nada es simétrico ni especular, pero si hubiera algo así, el equivalente a Intereconomía sería una cadena de los Jemeres Rojos y el gemelo izquierdista de La Razón no sería Público, sino Pravda. Y, que yo sepa, en España no hay televisiones castristas ni periódicos maoístas.
"Una visión cínica del periodismo sostiene que la verdad no existe. Que puede haber tantas verdades como interpretaciones de la realidad. Este planteamiento es una gran trampa. Creo que los periodistas hemos sido negligentes al descuidar la defensa de la verdad. Porque la verdad, en periodismo, existe. Al menos existe la verdad de los hechos, la verdad factual. Aquello que es cierto y es comprobable". Lo escribía, en su columna de despedida, Milagros Pérez Oliva, una de las periodistas más honestas y lúcidas de este país. Hasta que esa verdad sea reivindicada de nuevo no habrá realmente democracia, porque cualquier interpretación ideológica tiene que tomar como base la realidad, no la invención o la mentira.
Es necesario repetirlo hoy, 11 de marzo, para que los 192 muertos causados por el terrorismo islamista puedan descansar de verdad en paz.
Publicado el 12 de marzo de 2012 a las 00:45.