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Michelle Bachelet, la presidenta de Chile que hoy abandona el cargo, se va con un 84% de aprobación popular. Lo repito de otra forma: el 84% de los chilenos aprueban su mandato, su gestión. El 84% -perdónenme la didáctica escolar- quiere decir más de ocho personas de cada diez. Qué envidia, ¿no? En los pasados días hemos hablado mucho en este blog de sectarismo. ¿Se imaginan ustedes que alguien pudiera obtener en España una aprobación semejante? Imposible, lo sé. Ningún presidente, lo haga bien, mal o regular, lo lograría.
La cosa en Chile se enreda más, pues acaba de ganar las elecciones el partido contrario. Bachelet no se presentaba, por impedimento constitucional, pero Frei, el candidato de la Concertación, perdió ante Sebastián Piñera, el candidato de la derecha. Es decir, el pueblo chileno se inclina hacia la derecha pero respalda la gestión del gobierno saliente de la izquierda. Puede parecer una contradicción, pero yo creo que sólo es patriotismo. O falta de sectarismo, como prefieran. Es decir, se tienen unas determinadas ideas pero se reconoce que quien gobierna está haciendo lo que puede y lo que debe por el país. Si alguna vez he tenido -que la he tenido- la tentación de comparar a Chile con España, en la polarización ideológica, la he perdido. Tener el 84% de aprobación significa que muchos anti-socialistas (o como ustedes los quieran llamar) apoyan la gestión de Bachelet. Con esas cifras, yo me atrevería a decir que incluso muchos pinochetistas la aprueban. Ello quiere decir dos cosas. Primera: que Bachelet, sin duda alguna, lo ha hecho bien. Y segunda: que los chilenos tienen el cuajo de llamar a las cosas por su nombre y sentir orgullo por los suyos. Yo creo que eso sólo puede pasar, además de en Chile, en Estados Unidos (si excluimos dictaduras y países en guerra). Merece envidia.
Hoy, el mismo día que la Bachelet abandona el cargo y que Piñera la releva, un gran escritor, de cuya amistad me precio, presenta una novela en Madrid. Hace un par de semanas escribí en Babelia sobre él y sobre la incomunicación literaria que hay entre España e Hispanoamérica. La novela, publicada por la editorial La otra orilla se titula La barrera del pudor y cuenta la historia de una pareja que, para recobrar el pulso de su amor, conduce su vida sexual por una pendiente de perversidad o de morbosidad que les destruye. Los límites que tiene la intimidad, los vasos comunicantes que hay entre los afectos y el deseo o el desgarro que se produce en la convivencia de dos personas que abren su alcoba a otros son los hilos que tensan este relato. En él, como en los libros anteriores de Simonetti, hay mucho más. Su capacidad de hurgar sin estridencias en el centro mismo del corazón humano es formidable. Y su capacidad para contarlo con la transparencia del aire -literatura- es prodigiosa.
A la misma hora en la que yo presento en sociedad a mis fantasmas, él presenta su novela en Casa de América. La competencia cultural en Madrid está al rojo vivo.
Publicado el 11 de marzo de 2010 a las 02:00.