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Blog de Luisgé Martín

El infierno son los otros

Al habla con Dios padre

Archivado en: Richard Cohen, Homosexualidad, Curación

"Durante mi infancia y adolescencia, recuerdo a mi padre gritándonos y a mi madre agarrándose a mí. Yo me sentía muy distante respecto de él y demasiado próximo a ella. Cuando tenía cinco años, un amigo de la familia vino a vivir con nosotros. Se ganó mi confianza, conquistó mi corazón, y abusó sexualmente de mí. Eso me empujó a experimentar la vida de manera muy intensa e hizo más difícil para mí el olvidar las cosas. Yo tenía un temperamento más artístico, mientras que mi padre y mi hermano eran más deportistas. Mi padre maltrataba emocionalmente a mi hermano Neal, y Neal me maltrataba a mí. Éstas son algunas de las causas que me empujaron a experimentar atracciones hacia personas de mi mismo sexo".

No es parte de mi vida -afortunadamente-, sino el comienzo del libro Comprender y sanar la homosexualidad, de Richard Cohen, que ha encendido una vez más la polémica estos días por su venta en comercios tan emblemáticos como El Corte Inglés o la Casa del Libro. Lo publica la editorial-basura LibrosLibres, que cada vez me ratifica más en el convencimiento de que cuando se lee en alguna marca comercial o en algún eslogan la palabra libertad, hay que echarse a temblar.

Yo, que soy un acérrimo enemigo de la piratería, invito en esta ocasión a todos a que echen un vistazo a este libro, que está disponible en PDF en la red, como me ha hecho saber mi amigo Curro Cañete. No lo compren, por supuesto, pero lean algunas páginas. Están todas a la altura de ese comienzo. Yo no voy a hacer mucha glosa, pero no me extraña nada que alguien con una infancia como la que describe Cohen quiera cambiar su tendencia sexual, su lugar de residencia y hasta el color de sus ojos. Me parece que estos libros deberían divulgarse más. En contra de lo que han pedido algunas organizaciones gays, creo que la difusión del libro de Cohen más que curar la homosexualidad curaría la homofobia, porque pone a la vista qué tipo de gente sostiene aún esas cosas: descerebrados, locos, psicópatas y majaderos.

Gente a la que se le aparece Dios y le habla al oído: "Jae Sook [su esposa] y yo asistimos a un congreso de Exodus en 1987, justo después de que yo diera aquel primer paso con David. Exodus es una organización "paraguas" para las asociaciones cristianas de ayuda a los ex homosexuales en todo el mundo. Allí le pedí a Dios que nos mostrara el siguiente paso: qué hacer y hacia dónde ir. Durante aquel congreso recé cada día para obtener la asistencia de Dios, pero nada sucedió. Al final, el congreso llegó a su fin. Me fui dando un paseo hasta un lago cercano. Me arrodillé y recé: "De acuerdo, Dios, es hora de ajustar cuentas. No me voy a mover de aquí hasta que no me digas qué hacer y a dónde debo ir. Aunque me muera sentado aquí. Espero tu ayuda". Entonces entendí con claridad: "Vete a Seattle, recibe ayuda para tu matrimonio, estudia y entonces dedícate a ayudar a otras personas". Sin salir de mi asombro, pregunté: "¿Podrías repetirlo una vez más?". Las palabras se volvieron a pronunciar exactamente como las había escuchado antes".

Yo les aseguro que si a mí Dios me dice un día estas cosas, me divorcio de mi marido y comienzo una terapia inmediatamente. Aunque tenga que irme a Seattle. Que ya le vale a Dios, con lo poderoso que es, no haberle podido encontrar ayuda al pobre Cohen en Nueva York, que era donde vivía en aquella época.

 

Publicado el 28 de diciembre de 2011 a las 01:45.

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Comentarios - 5

1 | David - 28/12/2011 - 16:37

Me ha encantado tu crítica. La recomiendo a través de mi FB. Gracias!

2 | juan argelina (Web) - 28/12/2011 - 18:37

Admito que no estoy totalmente convencido de la necesidad de eliminar este tipo de publicaciones. La censura solo demuestra el paternalismo del Estado, que asume la incapacidad de los individuos para discriminar lo que puede dañar o simplemente engañar con el fin de conducir sus frágiles mentes hacia quién sabe que inconfesables propósitos. Solo demuestra en suma la poca o nula intención de las autoridades por educar preventivamente a la población, dado que nuestro sistema no hace más que lanzar mensajes destinados al consumo y al individualismo feroz, lo que redunda en desconfianza y violencia. Los que ya estamos curados de espanto podemos tomárnoslo a risa, pero para mucha gente estos discursos homófobos, racistas o machistas les confirman y refuerzan su actitud reaccionaria, sobre todo si son divulgados por grandes cadenas de distribución.

3 | Luisgé - 29/12/2011 - 01:30

Juan, al final no sé si estás a favor de la "censura" (que no es censura) o de difundir. Pero en tu comentario tienes razón, sobre todo hay que mantener alejados estos libros de los chavales, que tienen todavía la cabeza sin formar y pueden creérselo todo. Yo, no obstante, nunca estoy demasiado en contra de eso que casi siempre llamamos paternalismo y que no es otra cosa que autoprotección social. A la vista está que vivimos en unas sociedades de cafres y de imbéciles, de modo que tratar de reconducir eso no me parece mal. Es posible que prohibir ir a más de 120 y poner radares cada vez más sofisticados sea paternalismo, pero bienvenido sea.

4 | Estoy Hasta los Cojones - 30/12/2011 - 23:54

Tolerancia 0 contra cualquier control sobre las ideas. ¿quien se erige en guardian de la Verdad? dejemonos de puritanismos que ya somos mayorcitos todos para crearnos nuestras propias opiniones y verdades. En todo caso es nuestro problema. Liberemonos de nuestros miedos.

5 | juan argelina (Web) - 31/12/2011 - 00:43

Mi y nuestro problema será cuando una banda de criminales, amparados en ideas como la que defiende este libro, se dedique por ejemplo a linchar "maricones" en el Retiro, como ya ha pasado. ¿Crees que ya somos mayorcitos? ¿Piensas que son mayorcitos quienes maltratan y vejan a los demás? A ellos se les castiga porque se supone que son responsables de sus actos, son los directamente culpables, pero quienes incitan a la violencia, quienes atentan contra la dignidad de los demás y, mediante engaños, tratan de convencer de que una gran parte de la población está enferma, ellos ¿no deben ser responsables de nada? La "verdad" pasa por la defensa de los derechos humanos. Es así de sencillo. No se trata del control sobre las ideas sino de pura y llana autodefensa. La "verdad" pasa por la lógica y la razón que otorga la experiencia y el empirismo científico. No, no somos mayorcitos. Hay quien a sus 50 años no es más que un niño, porque su mente no ha aprendido a ser libre y se limita a obedecer lo que los medios le dictan; y hay adolescentes que darían lecciones a cualquiera que le doblara la edad. No todos crecen al mismo ritmo, y, en general, la sociedad no puede ser sometida a maltratos como esta publicación, ni a los ataques de los programas basura por ejemplo. Los profesores se las ven y se las desean para contrarrestar los efectos perniciosos de muchos mensajes que taladran los cerebros de sus alumnos hasta machacar su carácter. Librarnos de nuestros miedos... claro, es muy fácil decirlo, pero para ello hay que aprender a defenderse, y eso muy poca gente lo ha hecho.

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Luisgé Martín

Luisgé Martín

Un blog con olor a azufre y a carne quemada. Ciberllamas en las que arderán todos: no habrá ningún títere al que le quede la cabeza sobre los hombros. El convencimiento es claro: el infierno existe y son los otros. Basta con abrir los ojos y mirar el mundo alrededor. Hablaré de libros, de películas, de canciones y de paisajes extranjeros, pero siempre con el tridente desenvainado.

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Biografía: Madrid, 1962. Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Gerencia de Empresas. Autor de los libros de relatos Los oscuros (1990) y El alma del erizo (2002), la colección de cartas Amante del sexo busca pareja morbosa (2002) y las novelas La dulce ira (1995), La muerte de Tadzio (2000), ganadora del Premio Ramón Gómez de la Serna, Los amores confiados (2005) y Las manos cortadas (2009, publicada, como la mayor parte de su obra, por Alfaguara). Ganador del Premio del Tren 2009 "Antonio Machado" de Cuento, que convoca la Fundación de los Ferrocarriles Españoles, con el cuento Los años más felices.

 

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