La economía, el bazo y el espinazo
Antes de ayer, en la Feria del Libro, escuché a dos hombres discutiendo acaloradamente mientras avanzaban por las casetas sin demasiada atención. "O sea que Alemania es también un desastre, ¿no?", decía uno con énfasis. "Que la Merkel es una inútil y una derrochadora, ¿verdad?" El otro sonreía con ese gesto de desdén que pone quien se siente superior y no puede responder a argumentos insustanciales sin rebajarse. Acababa de saberse que Alemania iba a aplicar un plan de recorte tan brutal como el español y que en todas partes, por lo tanto, cocían habas.
Cuando llegué a casa, vi que en Facebook el escritor Tino Pertierra había colgado en su muro un pensamiento semejante: "Alemania anuncia un gran recorte. ¿Aunque Zapatero lo hubiera hecho bien habría que haber dado el tijeretazo?", decía más o menos. De la pregunta colgaban un par de decenas de respuestas a la pregunta, evidentemente enconadas.
Yo, como todos los españoles en mayor o menos medida, llevo discutiendo de economía durante meses. En cualquier sobremesa o en cualquier reunión social -de amigos o de enemigos- se habla de la crisis, de las medidas del Gobierno y de las opiniones del FMI, la OCDE, Trichet y la Santísima Trinidad sobre la situación. Discuto, como siempre, con cierta furia, planteando preguntas que desde la postura de mi contertulio no tienen respuesta. Y es entonces cuando todos dicen la frase mágica: "Y yo qué sé. Yo no soy economista". No falla nunca. Ni una vez. En cuanto buscas las contradicciones o los absurdos, se lo pones en bandeja: "Y yo qué sé. Yo no soy economista".
Por ejemplo, ahora todo el mundo dice que si el Gobierno (Zapatero, en realidad, que es Mefistófeles) hubiera hecho recortes hace dos años, cuando empezó la crisis, no habríamos llegado a esta situación lamentable y los ajustes no habrían tenido que ser duros. Esto no es un disparate: es simplemente una gilipollez. Algo insostenible por cualquier economista, sea cual sea la escuela a la que pertenezca y el color político que tenga. Hace dos años nadie en el mundo reclamaba ajustes, sino todo lo contrario, porque de lo que se trataba era de empujar la economía, y si recortas el gasto público la economía se contrae aún más. Se puede acusar al Gobierno (con razón o sin ella) de gastar mal, pero no de gastar mucho. Y sin embargo la idea se ha hecho ahora hegemónica: pensamiento único. La última persona a la que se la escuché fue a un escritor famoso; es decir, a alguien instruido, que lee periódicos y tiene una cierta formación.
Hace un mes Zapatero decía que no quería acelerar la reducción del déficit porque se resentiría el crecimiento. Ahora, cuando ha pegado el tijeretazo, los que se lo exigían se echan las manos a la cabeza y dicen -unos hipócritamente; otros estúpidamente- que la economía va a crecer menos, que eso provocará más paro y por lo tanto más gasto en prestaciones y menos recaudación.
El espectáculo que se está produciendo me parece fascinante. Es parecido una vez más al del fútbol. Ojalá ganemos el Mundial o lleguemos a la final, pero si no es así, la culpa va a ser de Del Bosque. Porque en el alma de cualquier español habita un seleccionador nacional y un ministro de economía. Tenemos la alineación ideal y las recetas oportunas, aunque no seamos entrenadores ni economistas.
Yo estudié algo de economía (de macroeconomía) hace años, y me parece una disciplina tan apasionante como escurridiza. Saqué una conclusión que puede aplicarse casi sin excepción: "Lo que es bueno para el bazo es malo para el espinazo". Si bajas los tipos de interés se dispara la inflación. Si los subes, se retraen el consumo y la inversión y se frena el crecimiento, con el consiguiente aumento del paro. Si aumentas el gasto público, aumenta el déficit. Si lo reduces, disminuye la actividad y por lo tanto la recaudación. Y así hasta el infinito. Es como los medicamentos, a partir de una determinada edad: las pastillas para dormir te destrozan el hígado, los comprimidos para la alergia te estriñen y las pomadas para las contracturas musculares producen dermatitis.
Hace unos meses, cuando el Gobierno español habló de especuladores, muchos torcieron la sonrisa y se burlaron. Ahora, cuando Sarkozy y Merkel hablan de especuladores y piden que se tomen medidas contra esas operaciones, nadie tuerce la sonrisa ni dice nada. Cuando España hace un recorte, es por la torpeza y la mala gestión de su gobierno. Cuando lo hace Alemania, es por prudencia y por previsión. Cuando Francia aprueba una medida de auxilio financiero es por reflejos. Cuando la aprueba España es por improvisación. No sólo somos sectarios e ignorantes: seguimos siendo paletos. "Y yo qué sé. Yo no soy economista".
El Gobierno ha cometido errores, evidentemente. Quizá más que otros gobiernos, quizá menos, no lo sé. Uno de ellos -sin efecto real en la marcha de la economía, pero sí en su credibilidad y su prestigio- es haber dicho que íbamos a salir de la crisis al mismo tiempo que los demás. ¿Cómo va a salir España de la crisis al mismo tiempo que Francia y que Alemania? España no es Francia ni es Alemania. Les voy a poner un ejemplo que tengo muy a mano. Mi hermana está embarazada. Tiene un trabajo y vive en Madrid. Quiere hacer unas sesiones de pilates para embarazadas, como hacen obsesivamente las madres de hoy en día con el fin de mantenerse en forma y facilitar el desarrollo del feto y el posterior parto. Pero no quiere dejar el trabajo. Pues al parecer en Madrid no es posible. No hay centros de pilates que ofrezcan sesiones para embarazadas después de las siete de la tarde. Madrid es una ciudad con más de tres millones de personas y con más de medio millón de parados. No sé cuántas embarazadas habrá ni cuántas de ellas estarán buscando sesiones semejantes, pero estoy seguro de que muchas. ¿Cómo es posible que a nadie se le ocurra montar una empresilla para ofrecer ese servicio? No tengo respuesta. ¿Es culpa de Zapatero? Seguramente: podía habérselo dicho a Sonsoles, que está desocupada, y haber abierto un centro.
Los gobiernos cada vez mandan menos, que es lo que se pretendía. Cada vez tienen menos margen de maniobra, que es lo que se buscaba. Y además juegan los partidos con los jugadores que tienen. En este Mundial, con Busquets, Xabi Alonso, Cesc y Xavi en el centro del campo es posible que podamos ganar. Hace años, cuando los balones los tenía que sacar Alexanco desde la defensa, dando pases de veinte metros, haber pasado de cuartos habría sido un milagro. Y sin embargo nos lo creíamos. Como lo de salir de la crisis al mismo tiempo que Alemania.
¿No ha llegado el momento de hacer la revolución?
Publicado el 9 de junio de 2010 a las 21:45.