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Blog de Luisgé Martín

El infierno son los otros

Apología del anticlericalismo

Archivado en: Iglesia, Munilla

El infierno -se sabe desde Dante- tiene muchos niveles y categorías, pero los curas, los obispos y los arzobispos ocupan en él un puesto muy destacado. Del Papa ya ni hablo, pues me cabe la duda de si es el mismísimo Diablo, el Mefistófeles reinante. Digo todo esto a propósito del ungido Munilla, ese ser celestial que nada más llegar al País Vasco para ocupar su nuevo puesto de obispo, con más pinta de pastor de ovejas que de almas, ha despachado esas declaraciones en las que aseguraba que hay cosas mucho peores que lo de Haití, como "nuestra pobre situación espiritual y nuestra concepción materialista de la vida". Ha habido, al oírle, un clamor de espanto, pero él se ha apresurado a aclarar que se habían tergiversado sus palabras. Siempre ocurre igual: a los mentecatos y a los cobardes se les tergiversan las palabras todo el tiempo.

Munilla

Estamos muy preocupados por el estado de nuestra enseñanza universitaria, y a veces nos preguntamos qué enseñarán en las facultades de periodismo, por ejemplo, para que salgan de ellas profesionales tan mediocres. No he oído nunca a nadie preguntar qué se enseña en las facultades de teología para que sus promociones, año tras año, den este género de memos ilustrados. Porque Munilla no es una excepción vistosa, sino uno más de los majaderos de la Iglesia. Cada semana, si no cada día, nos desayunamos con algún despropósito a cual más llamativo: que la ley del aborto es peor que el Holocausto nazi, que se protege a las crías del lince ibérico pero sin embargo se asesina a bebés rubicundos, que los curas no son pederastas sino efebófilos, que si usas un condón tienes más posibilidades de contagiarte el sida...

Yo creo que la única actitud razonable, reflexiva y ponderada que se puede mantener hoy en día es el anticlericalismo. Los ateos y los agnósticos, por puro instinto de supervivencia. Pero los cristianos de buena fe -esos que antes se llamaban cristianos de base y que siguen siendo hoy, con su esfuerzo, con su solidaridad y con su trabajo social lo único de lo que puede sentir orgullo la Iglesia- deberían ser los más anticlericales de todos, los más beligerantes, los más interesados en que esos cálices herrumbrosos con hostias llenas de moho, desaparecieran de una vez para dejar ver la luz del Evangelio. El mensaje del Evangelio tiene la virtud de que puede ser aceptado por cualquier persona de bien, crea o no en Dios. La Iglesia, en cambio, sigue usando como base doctrinal de sus soflamas el Levítico y otros textos del Antiguo Testamento que hoy, en el siglo XXI, sólo pueden convencer a los necios. En el mismo lugar en el que se condena la homosexualidad, por ejemplo, se condena comer marisco, de modo que no entiendo por qué Rouco está obsesionado con el matrimonio gay y no con la pesca de bajura.

Como dijo no sé quién, se puede discutir de todo menos de lo obvio. Cuando un grupo de señorones vestidos con ropajes caros y gorros estrafalarios -más propios de drag queens que de hombres respetables-, que tienen prohibido amar a alguien de carne y hueso, fornicar, engendrar seres humanos y fundar una familia, cuando estos señorones aseguran que "Europa se quedaría sin hijos sin la familia católica", ¿qué se puede responder? Cuando el tal Munilla, ataviado con más joyas que una marquesona del siglo XIX, critica "nuestra concepción materialista de la vida", sentado en algún lujoso salón de un palacio arzobispal, ¿qué se puede responder? Cuando el obispo -irlandés, californiano o conchinchino- clama en el púlpito contra el pecado de sodomía poco rato después de haber firmado el traslado de diócesis de algún cura pederasta para encubrir sus crímenes, ¿qué se puede responder?

Ya no sé si ahora hay infierno o no, porque el infierno está siendo últimamente como la tasa de basuras del Ayuntamiento de Madrid: la ponen y la quitan según las conveniencias. Juan Pablo II lo abolió, Benedicto XVI -tan intelectual él, tan sabio-, lo reinstauró, y no sé si últimamente se ha llegado a una situación intermedia (un infierno con llamas más suaves y calderas de acero inoxidable o algo así). De lo que sí estoy seguro es de que si hay algún lugar infernal al que las almas vayan después de muertos los cuerpos, ese lugar estará lleno de cardenales y arzobispos. A lo mejor el infierno es eso: una misa eterna.

Publicado el 18 de enero de 2010 a las 09:00.

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Comentarios - 11

1 | German - 19/1/2010 - 01:03

Genial

2 | Miguel (Web) - 19/1/2010 - 12:23

Con tu aguda prosa, me gustaría mucho LUis que dedicaras, al hilo del post de Munilla, tus opiniones en relación a la super misa, radiada como si fuera un partido del Madrid, que se celebró el otro día en pleno paseo de la Castellana con 1000, sí, digo bien, 1000 curas y 400.000 hostias consagradas. Aquello, of course, fue emitido por nuestra "pública" y "pagada por todos" Telemadrid.
Un abrazo

3 | Javier - 19/1/2010 - 13:25

Luis, vas a ir al infierno.

4 | GONZALO - 19/1/2010 - 14:25

Cierto, Munilla no es una excepción vistosa, pero yo sí lo colocaría algunos peldaños por encima de los majaderos habituales. Los donostiarras lo tenemos fichado de mucho tiempo antes a su estelar fichaje en la Liga Vasca como Obispo Cancerbero del catolicismo guipuzcoano.
Hace más de una década solía escribir en el Diario Vasco, cuando sólo era un humilde parroco (o sea, un suplente de tres al cuarto con muchas ansias de notoriedad y de abandonar el triste banquillo), y todavía recuerdo mis sofocos ante aquellos textos absolutamente impresentables. En un acto masoquista llegué incluso a recortar uno de ellos en el que hablaba de la curación de los viciosos homosexuales para luego sacarlo en las tertulias con los amigos y crear un inigualable efecto de espanto y horror a lo Marlon Brando en Apocalipse Now.

5 | Sor Ella - 19/1/2010 - 22:09

Por favor, Luisgé, ¡qué barbaridades dice usted!

Por supuesto que no voy a comentar esta entrada de su blog. Nadie medianamente inteligente puede decir que es ateo.

¿Qué quiere usted, que a mí me echen del convento? En el que para lo que me queda dentro, por cierto...

Su hartículo de hoy en El País suscita notable controversia. En los comentarios algunos dicen que el infierno es usted.

6 | Luisgé - 20/1/2010 - 00:25

Estimada Sor Hella, ¿en vez de rezar se dedica usted a navegar por internet? ¿O es que reza por messenger? Me parece vergonzoso.

7 | Javier - 21/1/2010 - 11:45

Éste medium católico suele pedir a sus siervos que voten a partidos de extrema derecha.

Ser anticlerical significa estar en contra del clericalismo que, por definición, es un enemigo de la democracia. Un democrata que no sea anticlerical no es un demócrata, sino un teócrata.

8 | Angel - 24/1/2010 - 09:46

¿por que queremos convertir a la Iglesia en algo homologable a nuestra ideología?
Deberías preguntaros por eso. No entiendo esa manía que tienen desde algunas posiciones progresistas de estar todo el día dandole a los curas. Me parece antiguo y fácil. la Iglesia en este país ya no es un poder. Las iglesias están vacias y lo estarán más. La batlla intelectual se ganó hace tiempo. Lo demás es ensañamiento.
En cuanto a las declaraciones de Munilla, creo que hay que decir que la Iglesia católica no tiene nada que demostrar sobre ayuda a los desfavorecidos. En zonas de guerra de donde salen todas las Ongs pitando, los únicos que se quedan son los misioneros católicos.
En cuanto a posiciones progresistas, por favor mirar lo que dice la ultraderechista Iglesia católica sobre la inmigración, ninguna posición es más progresista y abierta que la suya en este tema..
Por cierto por si alguién tiene alguna duda, antes de nada, no soy un facha...es que esa palabra se pronuncia con mucha facilidad

9 | Luisgé - 25/1/2010 - 00:35

Ángel, yo lo único que quiero es que la Iglesia no sea precisamente una ideología y que se ocupe de las almas. De las almas de sus fieles, no de la mía, que la tengo negra por decisión propia. Es verdad que las iglesias están vacías, pero las tonterías de los jerarcas siguen teniendo casi el mismo altavoz que antes y siguen pesando en mucha gente.

Yo hablaba ya de los cristianos que se ocupan de causas sociales y son solidarios, en zonas de conflicto o en zonas de bienestar. Pero creo que Munilla y los jerarcas sí tienen mucho que demostrar en esas cosas. Suelen llegar a esos puestos justamente los que tienen las suelas de los zapatos más limpias.

Y respecto a la inmigración, no sé por qué no hacen ahora tanta sangre como con la familia, en ese caso. Misas, ruedas de prensa, reprobaciones.

10 | Ángel De Manuel - 25/1/2010 - 08:58

Perfectas tus matizaciones y las comparto en casi todo. Sigo crellendo que la iglesia, incluso su jerarquía, ya no es un poder y me parece que a veces se sobredimensiona el de los obispos por intereses político.Nunca he oído comentar nada que han dicho los obispos por la calle...
Por lo demás me encanta tu bloc y te sigo siempre que puedo.

11 | Quin King - 25/2/2010 - 16:46

EL OBISPO DIJO ¡UNA GRAN VERDAD!

Monseñor Munilla, en la entrevista que la periodista Gemma Nierga le hizo en el espacio La Mañana en la SER, dio en el clavo con sus declaraciones, y no tiene que rectificar nada señor Lehendakari del Gobierno Vasco, porque ha dicho absolutamente la verdad.-

Visto la virulencia conque religiosos, políticos, escritores, periodistas, teólogos, y demás gentes, se rasgan las vestiduras (y hasta las entrañas), para condenar al obispo Munilla, algo “gordo” y “verdadero” ha debido decir; porque sería propio de gente “sinsorga” atacarle de esa manera si lo que ha dicho “no es verdad”, ya que, en ese supuesto, sería mas correcto advertirle y sacarle de su error con argumentos de caridad cristiana (o no hacer “ni caso” a lo dicho, por… “estupidez”).-

Pero no.- Munilla ha dicho ¡una gran verdad!, y eso, duele a los que se quieren erigir en pedestales de “sabiduría” para que la plebe “los aplauda”.-

A los soberbios, les sale como un resorte lo de… ¡ha blasfemado!, ¡crucifiquémosle!, que es lo que en el fondo vienen a decir y querer todos esos críticos del obispo.-

El obispo Munilla ha dicho que: “es un mal más grande el que nosotros padecemos que el que esos inocentes sufren”, refiriéndose a la catástrofe de Haití, para hacernos comprender “la gravedad del mal del que nos habla”.- También ha dicho y escrito otras muchas cosas que ustedes no quieren escuchar ni leer, agarrándose a esa frase como clavo ardiendo para condenarle.-

Son tan “monstruosos” los pensamientos de los que dicen que el obispo Munilla no tiene “alma” y es insensible a los dolores que padecen sus semejantes en Haití, que no hacen otra cosa que “ratificar como verdaderas” las opiniones del obispo respecto a la “enfermedad espiritual de nuestra sociedad”.-

¿A ustedes les extraña los males que nuestra sociedad padece?: “niños que desaparecen”, “chicas jóvenes terriblemente asesinadas”, “violaciones con ensañamiento”, “mujeres acuchilladas por sus parejas”, “padres maltratados por sus hijos”, “profesores amenazados y despreciados por sus alumnos”, “policías encubridores de gravísimos delitos”, “financieros estafadores”, “empresarios que se quedan con lo ajeno”, “robos con violencia”, “divorcios que desorientan a los hijos”, “abortos de chicas adolescentes”, “juventud adoradora del alcohol y las drogas”, “terrorismo con extorsiones y muertes”, “bandas callejeras de matones”, “mafias de trata de blancas”, “políticos corruptos”, “jueces prevaricadores”, “autoridades perversas” y… pueden seguir enumerando males hasta donde quieran.

Con lo que “la juventud percibe” de nuestra sociedad a través de los medios de comunicación: prensa, radio, televisión e Internet como… “¡modelos de vida!”, no es extraño que “después” pasen todas esas cosas.- Y para más inri, pretenden quitar los crucifijos de las escuelas y colegios, que es querer quitar los mandatos que Jesucristo nos dio para enderezar nuestras conductas, para que seamos “hombres nuevos”; y no hay nadie que nos haga ver la “gran catástrofe” a la que nuestra sociedad se encamina.- El obispo Munilla sí lo hace: con sus escritos, con sus declaraciones, con las explicaciones del Catecismo de la Iglesia Católica.-

Si la sal se desala… ¿quién la salará?.-

Me encantaría que todos esos “virulentos críticos” del señor obispo de San Sebastián, religiosos y teólogos, me explicasen el Catecismo de la Iglesia Católica como lo hace el obispo Munilla.-

De los “titulares” y “tergiversaciones” que hacen los periodistas en sus periódicos y revistas me extraña menos, porque viven de la noticia espectacular, “aunque sea mentira”.- No se si lo hacen queriendo ó sin querer, pero son muy hábiles en recortar frases ó pensamientos para que la noticia sea “espectacular”, “monstruosa” y “escandalosa” (como poner fotos ridículas del que vituperan), para que vayamos corriendo al kiosco a comprar el periódico.-

Un columnista que llama “tarugo” al señor obispo, también ha escrito: “Eso de comparar la delicada situación española con la horripilante catástrofe de Haití no es solo una mentecatez, sino una blasfemia”.- (aunque dice que puede estar emitiendo un juicio temerario al criticar a Monseñor).-

Señor periodista, usted que escribe columnas que casi son “puro Evangelio”, ¿no le habrá traicionado también “ese pedestal” de tener que escribir a diario algo espectacular, sin pensar muy bien en lo que dice, para que compremos el periódico y le paguen a usted su sueldo?-

Quiero pensar que al obispo Munilla, no le han, ó no han querido entenderle: por eso uno de los teólogos que quieren crucificarle por lo dicho en la entrevista, le recrimina y escribe: “Para una persona que cree en Dios, lo más sagrado es la vida humana”.-

¿No será… LA VIDA ETERNA… señor teólogo?, y por ende ¿la vida humana, que es “sagrada” para “los que creen” y para “los que no creen” en Dios? .-

El obispo de San Sebastián: Don José Ignacio Munilla Aguirre, en la antevista de la SER dijo… ¡UNA GRAN VERDAD!-

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Luisgé Martín

Luisgé Martín

Un blog con olor a azufre y a carne quemada. Ciberllamas en las que arderán todos: no habrá ningún títere al que le quede la cabeza sobre los hombros. El convencimiento es claro: el infierno existe y son los otros. Basta con abrir los ojos y mirar el mundo alrededor. Hablaré de libros, de películas, de canciones y de paisajes extranjeros, pero siempre con el tridente desenvainado.

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Biografía: Madrid, 1962. Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Gerencia de Empresas. Autor de los libros de relatos Los oscuros (1990) y El alma del erizo (2002), la colección de cartas Amante del sexo busca pareja morbosa (2002) y las novelas La dulce ira (1995), La muerte de Tadzio (2000), ganadora del Premio Ramón Gómez de la Serna, Los amores confiados (2005) y Las manos cortadas (2009, publicada, como la mayor parte de su obra, por Alfaguara). Ganador del Premio del Tren 2009 "Antonio Machado" de Cuento, que convoca la Fundación de los Ferrocarriles Españoles, con el cuento Los años más felices.

 

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