Haikus japoneses IV: Los superjobs
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La vida de un turista es muy limitada. Usa los transportes, visita las atracciones turísticas de todo tipo (no sólo monumentos), hace compras y come en restaurantes. No va a fábricas ni visita las escuelas. No entra en oficinas. Por eso es imposible llevarse una visión cabal de algunos aspectos del país, salvo, como siempre, preguntando o leyendo, cosa que se podría hacer sin viajar.
Con estas limitaciones preventivas, debo decir que resulta llamativa la estructura laboral de Japón. Recuerdan ese modelo soviético en el que al pie de cada escalera mecánica del metro había una garita con una empleada cuya única misión era vigilar y avisar si se estropeaba.
Uno tiene la idea de que Japón usa poca mano de obra y de que la productividad es muy amplia. Sin embargo, las áreas que quedan a la vista del turista desmienten esto. En cada andén de ferrocarril hay varios ferroviarios con sus banderines y sus libretas. En el metro, a pesar de la mecanización, existen abundantes empleados que vigilan, revisan y pasean. En los autobuses hay conductores y a veces cobradores. En cualquier obra callejera hay cuatro alrededor de un hoyo. En los restaurantes, en los comercios, hay en ocasiones más dependientes que clientes.
¿No dicen que las sociedades ricas deben ir abandonando la mano de obra? ¿Por qué Japón es rico? ¿Cómo se puede rentabilizar toda esa mano de obra que, además, tiene sueldos decentes? Japón es así.
Publicado el 6 de septiembre de 2012 a las 18:00.