Rafa Nadal y el ácido sulfúrico
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He aquí el germen de una buena historia. Quizá una historia más literaria que periodística. Al final de la entrevista que Juan José Mateo hace a Rafael Nadal, después de ganar por sexta vez el torneo de Montecarlo, y que publica hoy en El País, leemos:
P. Ahí, sobre la camilla, se le aprecia una cicatriz que tiene en la espalda.
R. ¡Como para olvidarse! Me la hice a los 10 o los 11 años. Tuve un herpes. Fui al dermatólogo y me recetó un compuesto que tenían que hacer en la farmacia para secarlo. Se equivocaron. Me pusieron ácido sulfúrico. Dos gotitas y... se me quemó. Salió humo. Estuve un año sin que se me cerrase la herida.
Ese humo podría ser un detonante, un catalizador, un punto de giro, una magdalena proustiana. Una biografía, un relato, una novela real o ficticia, un documental, qué sé yo, podrían comenzar mientras caen esas gotitas de ácido sulfúrico. Para contar la historia de un tenista, o de la persona que las vertió.
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Publicado el 19 de abril de 2010 a las 10:45.