En los últimos años hemos visto como el sector de la caza se resentía por la grave crisis económica que vivimos. La monterías han bajado de precio, algunas han tenido que celebrarse con numerosos puestos vacíos e incluso muchas se han tenido que suspender.
Las subastas de recechos también han notado la recesión y han tenido que ajustar sus precios a la baja. En los ojeos de perdiz son muchos los que cuentan las capturas para no sobrepasar el cupo ajustado y no tener que desembolsar más dinero. Muchos cotos han sufrido bajas entre sus socios y el número de licencias de caza sigue descendiendo año tras año.
Pero no todo es de color negro. Dentro del sector hay un segmento que, pese a la crisis, está aumentando. Es la caza de lujo. Así lo refleja Fernando Vicente en un artículo publicado en 'publico.es' con el título de 'A cazar en descapotable mientras pasa la crisis' y que transcribo aquí.
Los pasajeros del AVE andaluz son testigos de que la crisis no parece afectar a ese 1% de la población que concentra la riqueza del mundo. En temporada de caza, entre octubre y diciembre, al pasar junto al aeropuerto de Ciudad Real, cerrado al uso y disfrute del público general por orden judicial pero abierto a los jets privados de los pocos que pueden permitírselo, es frecuente ver las pistas repletas de pequeños reactores Falcon, Cessna o Gulfstream. En ocasiones llegan a contarse incluso por decenas.
Según los datos del registro de armas de la Guardia Civil, a mediados de diciembre del pasado ejercicio ya habían entrado por él 599 rifles y escopetas, frente a las 399 armas que entraron entre octubre y el 31 de diciembre del año anterior. ¿Crisis, que crisis? En palabras de uno de los principales expertos en caza de España, es cierto que "muchos de los nuevos ricos que hicieron grandes fortunas en época de bonanza han tenido que deshacerse de las fincas que compraron". Como el sevillano Luis Portillo, que reinvirtió parte de sus inmensas ganancias de la época del ladrillo en una finca de caza de 4.000 hectáreas en la cordobesa Sierra de Hornachuelos. Pagando, se cuenta en el mundillo, unos 48 millones de euros. Pero, añade a continuación: "Los que ya tenían grandes fincas antes del boom, las siguen teniendo hoy día a pesar de la crisis".
El negocio del gran lujo no ha notado los efectos de la depresión
Es el caso de su vecino, el duque de Westminster, Gerald Cavendish Grosvenor, tercera fortuna de Reino Unido y propietario de uno de los mayores latifundios de caza de toda España. La finca La Garganta, de 12.000 hectáreas, cuya espectacularidad puede ser apreciada poco antes de llegar a Córdoba por esos mismos pasajeros del AVE que posiblemente acaban de ver entre Ciudad Real y Puertollano su avión privado, o alguno de los de sus invitados, aparcado en el aeropuerto que ahora sólo es para ricos. Un privilegio nada comparable al del presidente del Banco Santander, cuyos invitados pueden disfrutar incluso de la discreción de la única pista de aterrizaje privada con capacidad para aviones a reacción de todo el país, situada un poco más al norte en los Montes de Toledo, en la localidad de Luciana, en su enorme finca de caza El Castaño, de 11.000 hectáreas.
Hay, incluso, quien ha conseguido mantener sus fincas contra viento y marea. Si el veredicto de culpabilidad y su consiguiente condena de prisión no impidieron al exbanquero Mario Conde seguir disfrutando de La Salceda, su coto de caza privado de 3.000 hectáreas en los Montes de Toledo, adquirido en los años de su presidencia de Banesto, la dureza de la crisis económica menos todavía. A sus vecinos y viejos enemigos los Albertos, los primos Cortina y Alcocer, sus propios escándalos judiciales y matrimoniales tampoco les han apartado de sus respectivas y espectaculares fincas de caza de Toledo y Ciudad Real: Las Cuevas (6.000 hectáreas) y El Avellanar (5.000 hectáreas), con las que en temporada de caza entretienen a sus poderosas y también acaudaladas relaciones.
"La caza es un acto social, sobre todo a niveles elevados", resume ese experto que vive de las monterías y cacerías de perdices organizadas en estas grandes fincas y a las que acuden, dice, "poderosos hombres de negocios españoles y extranjeros".
Banqueros, nobles y exconvictos como Conde mantienen sus fincas
Entre ellos el propio rey Juan Carlos, que acude a menudo a tirar contra ciervos y corzos en las fincas de los Albertos. O a otro de los grandes latifundios de caza al norte y sur de Sierra Morena.
Como el de 8.000 hectáreas de Juan Abelló, Las Navas, que incluye un museo para albergar alguna de las obras de arte de su colección privada que le ha llevado a formar parte del patronato del Prado. O las 3.000 hectáreas toledanas de la finca de Robledo de las Pilas, propiedad del también exbanquero con problemas judiciales Emilio Ybarra.
Los ricos que cazan llegan montados en sus renovados vehículos de lujo. En 2011, cuando las ventas totales de automóviles en España cayeron un 17,7%, el segmento premium experimentó un incremento en las ventas del 83,1%, alcanzando las 2.456 unidades. Fabricantes como Lexus (+53,3%) o Porsche(+27,7%) se beneficiaron de ese apetito comprador de los que no notan la crisis.
El segmento premium de automóviles creció un 83,1% en 2011
Dispuestos a pagar más
Los comerciantes de artículo de lujo se permiten incluso subir precios en la actual coyuntura económica. "Los clientes de siempre siguen siendo clientes y además vienen más. En situación de crisis los ricos se vuelven más ricos", dice la responsable de una de las tiendas de marcas de gran lujo de la madrileña calle Serrano, donde se concentran Dior, Louis Vuitton, Cartier, Bulgari o Loewe. "Incluso hemos subido los precios de marroquinería y no hemos notado caída en las ventas", añade.
El pasado ejercicio, además, fue un gran año, según explica, gracias a la subida del turismo, "en especial el asiático, que representó en torno al 60% de nuestras ventas".
Publicado el 22 de febrero de 2012 a las 12:00.