Monterías de mentira, primera parte
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En los últimos años he asistido a muchas monterías en diferentes provincias de Castilla y León. Algunas han sido de las que se sortean de las Reservas de Caza, otras han sido en cotos particulares de amigos y la mayor parte han sido con distintas organizaciones privadas.
Voy a centrarme en estas últimas, ya que creo que son las más frecuentes para todos. No voy a engañaros, nunca he ido a una montería en la que el puesto costara más de cuatrocientos euros. Bien es cierto que es el precio que tienen la mayor parte de ellas, aunque, como siempre, lo barato sale caro, pues los buenos resultados monteros ‘sólo' se dan en las que pasan de los mil euros por puesto.
No hace tantos años que en nuestra región la montería se practicaba en muy pocos lugares y casi siempre con poca gente y pocos perros. Lo importante era el intenso día que pasabas entre amigos y compañeros, y de haber algún lance y cobro de alguna res, se celebraba como un éxito colectivo. Hoy en día, gracias al paulatino abandono del campo y del medio rural, los jabalíes, ciervos y lobos han vuelto a ocupar los terrenos que les fueron ‘robados' para el uso agrícola, ganadero o forestal. Gracias a esto, en los últimos años han proliferado las monterías copiando el estilo y organización de las que se desarrollan en Extremadura o Castilla-La Mancha, por poner algún ejemplo.
Con la comercialización de las monterías, hemos conseguido perder el verdadero espíritu montero para convertirlo en una mera transacción económica con mejores o peores resultados cinegéticos. Además, no hay cosa más dañina como que algo se ponga de moda, porque entonces es cuando surgen ‘orgánicas' de toda índole y condición, la mayoría sin la suficiente garantía y experiencia.
En las últimas temporadas, me refiero a las anteriores a ésta, que, gracias a la crisis está teniendo situaciones diferentes que analizaremos en otra ocasión, en las últimas temporadas, como decía, multitud de gente se ha dedicado a organizar monterías con el objetivo de hacer caja para, en unas ocasiones cubrir los gastos de los cotos, otras veces para satisfacer los alquileres y daños reclamados por los agricultores y en la mayoría de los casos para conseguir dinero fácil del que dar poca o ninguna cuenta a Hacienda.
Hemos vivido situaciones en las que la organización preparaba monterías a sabiendas de que no había nada que cazar porque el coto lo tenían ellos más que cazado y explotado con recechos, esperas y las jornadas propias para los socios. Con la organización de las monterías conseguían que los gastos anuales del coto fueran satisfechos por los ‘pardales' que asistimos con el ánimo de cobrar algún marranete o ciervo.
Al acabar la jornada y ver que los resultados nunca son los prometidos por los organizadores ni los deseados por los participantes, siempre se utilizan las mismas excusas: no se ha monteado bien la mancha, los perros no han trabajado lo suficiente, alguien no ha cubierto bien su puesto y se han salido las reses por esta o aquella punta, o el tan manido "es increíble, esta zona lleva sin cazarse cuatro o cinco años y está plagada. Se conoce que andan cerca los lobos y han espantado la caza". ¡MENTIRA! En el mejor de los casos, la caza de algún ‘bicho' y el avistamiento de algún otro sirven como justificación con la que ocultar el fracaso de la montería.
Publicado el 20 de diciembre de 2009 a las 21:00.