¿Y si Dios no existe? Aún nos queda el fútbol
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Stephen Hawking ha afirmado que Dios no existe, que la física ha probado su no existencia. Y si no existe, ¿qué nos queda entonces? Para otros físicos no menos habilidosos que Hawking pero con (quizá) menos ambición que éste, aún nos queda el fútbol.
Según extractos que se han hecho publicos sobre su nuevo libro, Stephen Hawking parece haber concluido que la física prueba la no existencia de Dios. ¿Puede la física alcanzar esas conclusiones? No, claro que no, pero comentarios de ese tipo sí que ayudan a vender libros. Este absurdo debate, similar al de la existencia del monstruo de espagueti volador, hace un flaco favor a la física de nuestros días. Los científicos lo tenemos difícil para transmitir correctamente qué es y qué va a hacer el LHC , por ejemplo, y muchas voces temerosas y/o ignorantes se han alzado para alarmar a la población de los “malévolos experimentos” que los físicos hacen a más de cien metros bajo el suelo. Este anuncio de Hawking es lo que nos faltaba para “crucificar” a los que hacemos física y volver a levantar debates vacíos e indeseables.
Lejos de apoyar la postura ateísta de Hawking, me gustaría dejar claro que ciencia y religión pueden convivir en la misma sociedad. La filosofía natural y la metodología natural son visiones del mundo muy diferentes. La filosofía natural sigue la idea de que todo lo que existe consiste en causas y leyes naturales (esta parece ser la postura defendida por Hawking). La metodología natural, por el contrario, no descarta la posibilidad de entidades o causas fuera de la naturaleza, simplemente estipula que éstas no seran consideradas en el marco científico. La metodología natural, por tanto, permite la coexistencia de ideas científicas con ideas de tipo no científico tales como la religión. Esta es la postura defendida por quien escribe.
Por tanto, la física (ni ninguna otra ciencia basada en la metodología natural) no puede probar o refutar la existencia de dioses, hadas y/o personajes similares. Lo que sí puede hacer, sin embargo, es demostrar que el gol que metió Roberto Carlos a Francia en 1997 no fue pura suerte.
En un artículo publicado la semana pasada en el New Journal of Physics, un grupo de investigadores franceses ha concluido que la trayectoria seguida por el balón lanzado por Roberto Carlos desde una distancia de 35 metros puede ser perfectamente explicada por las leyes físicas. El llamado "efecto Magnus" explica por qué una pelota que gira sobre sí misma sigue una trayectoria curva cuando se desplaza por el aire. Este efecto lo vemos habitualmente en deportes como el béisbol. Sin embargo, el disparo de Roberto Carlos fue un caso especial. La potencia del disparo permitió a la pelota llegar con gran velocidad hasta las proximidades de la portería, pero la fricción con el aire y la rápida rotación del balón se conjuraron para modificar dramáticamente la trayectoria del esférico. Fue precisamente porque el balón se lanzó desde 35 metros hasta la portería lo que permitío el repentino cambio en la trayectoria del balón, que pasó de ser un circulo suave a una espiral cerrada. La velocidad de la pelota y su rapidez de giro unidas a la distancia a la portería fueron las causas físicas del éxito del disparo. Eso por lo que respecta a la física. Por lo que respecta al deporte, fue otra genialidad de un gran deportista.
Publicado el 8 de septiembre de 2010 a las 10:15.