Las sala de cine que programan películas en versión original subtitulada suponen porcentaje paupérrimo en la cartelera cinematográfica de la geografía española. Por su escaso rendimiento económico y una política cultural equivocada, la V.S.O. solicita un S.O.S. inmediato. He estado buscando datos en Internet durante un buen rato sobre el número de salas que programan esta posibilidad fílmica sin éxito. Por lo tanto, carezco del poder de las estadísticas.
Según datos provisionales del Ministerio de Cultura sobre 2009, existen 820 cines en España y un número que supera las 4.000 pantallas de proyección. Si usted viven Madrid tiene a su disposición una decena de espacios cinematográficos (puede que más) donde existe variada oferta en versión original subtitulada. Hagan su cálculo sobre el número de salas que puede haber en cada cine. A esta cifra, súmenle un número similar de espacios semejantes en Barcelona. Según informaciones publicadas en la red, Bilbao, Valencia, Tenerife, Palma de Mallorca o Zaragoza también incluyen pequeños nichos con esta categoría: la V.S.O. Si utilizamos la imaginación, el panorama actual demuestra que el cine en versión original subtitulada malvive dentro de la comunidad cultural española.
¿Cuáles son los motivos que han propiciado la situación actual? ¿Es posible una política de cambio en esta problemática cinematográfica? La imposición política del pasado se ha transformado en una costumbre social de gran arraigo. El doblaje español ofrece una indudable calidad, reconocida en todo el mundo, pero no cabe duda de que, cuando acude de forma habitual a ver películas en versión original subtitulada, la obra fílmica pierde autenticidad y verosimilitud artística. ¿Acaso existe un temor empresarial sobre este aspecto? Si la industria no actúa, uno piensa en posibles razones económicas que impiden el desarrollo de los títulos en V.O.S.
¿La pereza o acomodo del público se postula como el gran condicionante en la progresiva implantación de este sistema estilístico? Evidentemente, la versión original subtitulada requiere un mayor esfuerzo cognitivo y visual, no apto para todos los públicos o edades, pero las nuevas generaciones reclaman un mayor número de estas salas en más puntos del mapa nacional. Por supuesto, se trata de un problema educativo, un asunto cultural de gran calado porque la difusión de la V.S.O. derivaría en un mayor conocimiento de otras lenguas como el inglés, que tanto nos ocupa y preocupa en nuestras carreras, estudios o situaciones cotidianas. Menos mal que nos quedan el DVD e Internet para salvaguardar la virginidad de los títulos fílmicos originales.
Según un informe provisional del 2009 (del 1 de enero al 15 de noviembre) realizado por el Ministerio de Cultura, durante el pasado año se programaron 1.243 películas en los cines españoles y la oferta española no alcanzaba los 300. Hubo 94 millones de espectadores y sólo 13 optaron por filmes autóctonos. La oferta norteamericana triunfa en la cuota cinematográfica del mercado español, con un dato superior al 37 por ciento. Han llamado la atención de 64 millones de cinéfilos con 471 títulos. Reino Unido, Suecia (debido al fenómeno 'Millenium'), Francia, Alemania e Italia son las nacionalidades que siguen a Estados Unidos y a España (24% de cuota de mercado) en esta clasificación.
Estos apuntes argumentan el poderío extranjero, uséase de origen norteamericano, en los cines españoles. Por lo tanto, la V.S.O nos remite al idioma de Shakespeare, existen un claro conocimiento de las vías de comunicación necesarias para abordar el problema y, como mínimo, sería adecuada la consecución de una cuota decente para películas en versión original subtitulada, con una potente campaña publicitaria de carácter gubernamental que aumenta un hábito infravalorado. ¿Cómo lo ven? ¿Interesa más la permanencia del doblaje al español que la exhibición en estado puro con subtítulos en castellano? Si no lo han hecho nunca, vean cine en V.S.O., comparen y concluyan.
Publicado el 25 de febrero de 2010 a las 09:45.