Obras de arte convertidas en sinónimo del lucro turístico
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Normalmente, hablamos sobre cine, teatro o literatura en este blog. A modo de símil, necesitamos una butaca numerada para contemplar, analizar y valorar las obras de estas disciplinas artísticas. Asimismo, uno utiliza la misma butaca, ya sea un banco o dos centímetros cuadrados de pie entre el gentío, para admirar otras obras que versan sobre pintura, escultura o fotografía, por abarcar otros ámbitos culturales.
Esta introducción se debe a una reflexión que quiero compartir sobre el arte turístico. Un viaje a Roma suele incluir dos paradas habituales: el Coliseo y los museos vaticanos. La entrada al Coliseo, símbolo del Imperio Romano y gran anfiteatro cuya estructura se mantiene en pie desde el año 80 d.c, cuesta 12 euros, cuatro más con la posibilidad de tener una visita guiada que incluye uno de esos clásicos teléfonos para escuchar las explicaciones. Esta última opción se antoja como la más idónea si quieres evitar colas. El mismo billete permite la posibilidad de visitar los foros romanos y la entrada es válida durante dos días.
Por otra parte, el acceso a los Museos Vaticanos, espacio dedicado al patrimonio de la Santa Sede y situado en el Vaticano, cuesta 15 euros (22 con audioguía y 26 con, por ejemplo, una compañía que evita las interminables colas). Allí se encuentra la Capilla Sixtina, un reclamo artístico masivo y que todo el mundo quiere visitar.
Estamos hablando de dos referentes artísticos en el mundo y los precios de estos multitudinarios lugares turísticos provocan una constante reflexión sobre la idoneidad de sus precios para el gran público. ¿Merece la pena pagar tanto dinero por ver semejantes obras de arte? ¿Estamos hablando de un lucro desmesurado o realmente hace falta tanta pasta para el mantenimiento de espacios como los dos que hemos citado? Opinen ustedes, por favor.
Publicado el 9 de junio de 2010 a las 13:00.