Michael Haneke hurga en nuestra conciencia con 'La cinta blanca'
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El 2010 ha empezado con interesantes novedades en la cartelera cinematográfica. ¡Hay que ir al cine! Cuesta su dinero, pero si aciertas o eliges bien el título, parece una limosna. Esta última situación me ha sucedido con varios filmes. Recientemente, uno de ellos ha sido 'La Cinta Blanca' de Haneke.
El cine del alemán Michael Haneke significa una reflexión audiovisual constante, con numerosas preguntas al aire con mucha frecuencia. Aquí, el director ha apostado por un trabajo que ha sido galardonado con la Palma de Oro del Festival de Cannes de 2009. Se trata de un premio al fin y al cabo, pero, desde mi humilde punto de vista, los últimos premios en este evento traen consigo calidad.
'La Cinta Blanca' nos sitúa en un pueblo alemán justo antes de que se encienda la Primera Guerra Mundial. Rodada en blanco y negro, con un pulso parsimonioso, la cinta explica una serie de extraños acontecimientos que tienen lugar en esta villa. Haneke pretende, a lo largo del metraje, transmitir los gérmenes de la sociedad posterior, de la época nazi, utilizando como semillas el fanatismo religioso, el totalitarismo ideológico, la rigidez establecida en el plano educativo y la inocencia perdida, más bien maldita, de unos niños marcados para siempre por lo que observaban a su alrededor. La riqueza de 'La Cinta Blanca' reside en los diálogos, en los encuentros cara a cara, en la contención o la explosión de sentimientos reprimidos, autoritarios, faltos de espíritu crítico o de tolerancia con respecto al mundo exterior. En este caso, los propios vecinos.
Christian Friedel (profesor del colegio), Leonie Benesch (Eva), Ulrich Tukur (el barón), Ursina Lardi (la baronesa), Michael Kranz (el profesor en casa), Burghart Klaussner (el Pastor protestante) o Steffi Kühnert (La esposa del Pastor) son algunos de los brillantes actores que protagonizan esta obra de Haneke, cuyo reparto coral propicia un juego repleto de intriga y misterio. El filme posee un ritmo narrativo reposado en el aspecto técnico (secuencias largas, escasa movilidad de las cámaras), pero las marchas aumentan en nuestra conciencia hasta dejarnos petrificados con un final abierto, silencioso.
Por supuesto, les invito a que disfruten de esta película, si pueden, en versión original porque las traducciones, por muy bueno que sea el nivel del doblaje español, disminuyen la originalidad. Esto no es puro entretenimiento para salir de nuestras vidas cotidianas. 'La Cinta Blanca' sabe a tratado de sociología y viaja a un pasado muy presente en numerosos rincones del globo terráqueo.
Publicado el 21 de enero de 2010 a las 14:15.
