Archivado en: Japón, central nuclear, terremoto, tsunami, Fukushima
No es fácil, desde la distancia, dimensionar la magnitud de la catástrofe ocurrida en Japón. Internet nos permite ser testigos minuto a minuto de la que ya es considerada como la mayor crisis que ha vivido el país nipón desde la segunda Guerra Mundial.
Quienes conocen de cerca al pueblo japonés destacan su enorme resistencia y fortaleza de espíritu, cualidades que les ayudarán a sobreponerse a una tragedia que se ha llevado por delante miles de vidas, ha dejado cientos de miles de damnificados y ha sumido al país en un estado de parálisis y shock.
Lo que está ocurriendo en Japón ha traspasado los límites geográficos y ha devuelto a un primer plano el debate sobre la energía nuclear. Más allá de políticas anti o pro nucleares, lo que está en cuestión, tras Fukushima, es la seguridad de las centrales nucleares.
Los socios de la UE, donde el 30% de la electricidad se produce en centrales nucleares, y también Estados Unidos, se han comprometido a realizar cuantos tests de estrés y pruebas de resistencia sean necesarias a todas las instalaciones atómicas para garantizar su seguridad.
Deben ser los organismos técnicos los encargados de determinar si una central es segura o ha dejado de serlo. En relación con la central nuclear de Santa María de Garoña no ha sido así, pues en junio de 2009 el Consejo de Seguridad Nuclear informó favorablemente la renovación de la autorización de explotación de la planta burgalesa por un periodo de 10 años más, hasta 2019. Zapatero obvió dicho informe y concedió a Garoña una prórroga de 4 años, hasta 2013. Los técnicos volverán ahora a hablar y de sus informes debería depender la continuidad o el cierre de cada planta nuclear. La protección del ciudadano, ante todo.
Al pueblo japonés, nuestro apoyo y solidaridad.
Publicado el 18 de marzo de 2011 a las 13:45.