Toros sí, toros no. Un debate con trasfondo
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Abolir las corridas de toros en Cataluña. ¡Manda huevos!, que diría Trillo. ¿Y por qué no abolimos el tabaco? Me pregunto yo, ¿acaso no es más nocivo que la lidia de toros? El negocio es el negocio, me contestarán.
No entiendo los argumentos de quienes amparados únicamente en la defensa del animal llegan a comparar el espectáculo taurino con la ablación del clítoris, la violencia de género y las torturas, como hizo o dio a entender, según ha recogido la prensa nacional, Jesús Mosterín, filósofo y catedrático de la Universidad de Barcelona, en el Parlamento regional de Cataluña, la semana pasada. El no va más de los despropósitos.
He de decirles que no me gustan los toros como espectáculo, pero no por ello me proclamo antitaurina ni pido que se prohíban las corridas de toros. Simplemente no acudo al coso. Considero que los aficionados a la lidia merecen todo el respeto del mundo y que cada uno es muy libre de contemplar o criticar la fiesta de toros. A nadie le obligan a ir a la plaza. El debate surgido en Cataluña-¡qué casualidad que haya sido en Cataluña!- al cobijo de una legitimidad democrática mal entendida creo que va más allá y, como en muchos otros temas, tiene que ver más con el movimiento independentista deseoso de acabar con todo lo que ‘huele' a España.
Taurinos, antitaurinos, y los demás. El debate está servido. Como bien dice mi compañero de blogosfera, Cañaveralejo, iniciativas como la llevada al Parlamento de Cataluña, de prosperar, privarían a los taurinos del derecho de libertad a elegir.
P.D. Asustada me quedo tras leer en la web algunos argumentos de los antitaurinos. Llegan a considerar mentes enfermas las de quienes consideran arte la tauromaquia.
Publicado el 8 de marzo de 2010 a las 19:30.
