Archivado en: Centros históricos, conservación, restauración, rehabilitación
En más de una ocasión me he referido a la necesidad de redoblar los esfuerzos, tanto en el ámbito particular como institucional, para que el centro histórico de Burgos se convierta, no solo en la mejor carta de presentación de la ciudad para cuantos visitantes llegan a la capital, sino también en un lugar cómodo, accesible, funcional y dotado de servicios para quienes viven y trabajan en él o acuden a disfrutar de sus ratos de ocio o realizar compras.
Son los centros históricos los primeros espacios urbanos en recibir día tras día los mayores flujos de turistas, ávidos por conocer la identidad histórica de cada ciudad y aquello que diferencia a una urbe de otra, y, a la vez, puntos de encuentro social.
El Centro Histórico de Burgos, considerado desde hace unos años como Área de Rehabilitación Integral (ARI), está siendo objeto de una profunda intervención con una doble finalidad: de un lado actuaciones de rehabilitación en edificaciones y viviendas y, de otro, reurbanización de espacios públicos y mejora de zonas verdes. Un ejemplo muy reciente es la transformación que ha experimentado la calle Fernán González.
Y todo ello con el objetivo de convertir al conjunto urbano que constituye el Centro Histórico en un lugar que ofrezca mejores condiciones de habitabilidad y promueva, por tanto, la permanencia del vecindario, y salvaguardar el patrimonio arquitectónico, medioambiental, sociocultural y económico de la zona.
El Ayuntamiento prepara ya la segunda fase de urbanización y mejora de los espacios del Centro Histórico incluidos en el ARI, que afectará a zonas como Álvar Fáñez, Pozo Seco, subida de Saldaña y San Esteban, pero tarea de todos es preservar su conservación.
¡Qué pena da verlo tras las juergas de los fines de semana!
Publicado el 9 de octubre de 2009 a las 12:30.