Las grandes reformas siguen pendientes
9 de septiembre de 2010; 29 de marzo de 2012; y 14 de noviembre de 2012... Jornadas de huelga general -las más recientes en la memoria colectiva- en las que se intenta visibilizar por parte de los convocantes el mayor o menor respaldo social a sus argumentos, que en el caso de la movilización del pasado miércoles reúnen el denominador común de las políticas promovidas por el Gobierno de Mariano Rajoy que, según los sindicatos mayoritarios organizadores de la protesta, “no contribuyen a salir de la crisis”.
El 14N ha dejado claro que el pueblo está enfadado; las manifestaciones, más allá de la guerra de cifras entre sindicatos y Cuerpos y Fuerzas de Seguridad en relación con las cifras de participación, han sido multitudinarias, también en Burgos. Los tiempos de bonanza quedan lejos, y ahora toca ajustarse el cinturón, pero no hasta el último agujero, porque entonces ya no habrá nada de ajustar. El Gobierno está llevando a cabo reformas, ajustes y recortes que nos afectan a todos y que a nadie gustan, pero sigue sin coger el toro por los cuernos en lo que, por ejemplo, a la gran reforma de la estructura del Estado se refiere. Autonomías, diputaciones, fundaciones, empresas públicas, sociedades y otros organismos dependientes o surgidos al amparo de las administraciones en los años de vacas gordas continúan lastrando las cuentas públicas y deberían ser objeto de un profundo análisis para definir su papel -o su desaparición- en el nuevo escenario surgido por la crisis. Políticos, sindicatos y organizaciones patronales no atraviesan por sus mejores momentos.
El pueblo, al que antes me refería, es sabio y es consciente de que los esfuerzos que se le están pidiendo tienen un límite, máxime cuando observa que el peso de los mismos se inclina más hacia un lado. Persisten intactos todavía ciertos privilegios que, con la que está cayendo, no tienen justificación alguna, pero a los que, sin embargo, nadie pone fin.
Publicado el 16 de noviembre de 2012 a las 12:45.