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Castilla y León conmemoró el jueves 25 de febrero un hecho de gran trascendencia para la Comunidad, por lo que supuso de inicio del proceso de autonomía y, que sin embargo, no suscita demasiado interés entre la ciudadanía.
El Estatuto de Autonomía de Castilla y León ha cumplido 27 años. La efemérides me da pie a varias reflexiones e interrogantes en torno a la norma básica que me permito compartir con ustedes a través de estas líneas.
¿Realmente, Castilla y León ha conseguido en este tiempo situarse entre las comunidades más dinámicas de España, como se nos traslada desde las diferentes instituciones regionales?
¿Se ha producido una nueva descentralización a favor de los entes públicos locales?
¿No les da la sensación de que sigue habiendo comunidades de primera y de segunda?
¿Han mejorado nuestras condiciones de vida y la Administración se ha acercado a sus administrados?
¿Crece el sentimiento de Comunidad, la conciencia autonómica?
Los diferentes territorios que integran Castilla y León, ¿se sienten hoy cómodos en el mapa autonómico dibujado hace casi tres décadas? ¿Sienten que ‘juegan’ en igualdad de condiciones?
Quizás uno de los mayores problemas que dificultan que arraige esa conciencia regional tan reivindicada desde la capital del Pisuerga sea el ‘provincianismo’ del que se nos tacha ‘a los de provincias’, pero ‘el centralismo vallisoletano’ para nada contribuye al desarrollo del modelo en su conjunto.
Y al hilo de la actualidad, ¿realmente el resultado del proceso de integración financiera iniciado en Castilla y León va a depender, como hace exactamente un año dijo el presidente de las Cortes regionales, “de la voluntad y responsabilidad de las propias entidades de ahorro?”
Publicado el 25 de febrero de 2010 a las 23:15.