Libres de malos humos
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La tolerancia es elemento fundamental de convivencia y es la que, tras el endurecimiento de la Ley 28/2005 de medidas sanitarias frente al tabaquismo, popularmente conocida como Ley Antitabaco, debe caracterizar las relaciones entre la clientela de los establecimientos hosteleros, en los que desde el pasado 2 de enero está prohibido fumar.
Los conflictos que pudieran surgir entre ambos colectivos, fumadores y no fumadores, deben resolverse con el diálogo y la buena educación. Situaciones como la protagonizada, muy a su pesar, por el propietario de una bolera en la localidad cacereña de Montehermoso, que terminó con varios puntos de sutura tras resultar agredido por un cliente al que había pedido que apagara el cigarrillo, son muy lamentables y evidencian una falta de civismo y tolerancia por parte de un sector de la población, mínimo por suerte, que no acepta que frente a su libertad individual de fumar está el derecho colectivo al disfrute de espacios sin humo regulados por ley.
La prohibición de fumar en todos los espacios cerrados de uso público o colectivo conllevará un cambio de hábitos, de formas de socialización sin humos, que a la larga, beneficiará al conjunto de la sociedad.
Habrá que esperar semanas, meses, para valorar el impacto económico que la nueva norma tendrá en el sector hostelero, el más reaccio a la medida, y cuya patronal ha cifrado en un 10% la caída de ingresos.
Está bien que la ley proteja a la población del humo ambiental del tabaco y a los trabajadores del mismo en sus centros y lugares de trabajo, pero la modificación de la Ley Antitabaco se quedará coja si no se trabaja con insistencia en el ámbito educativo para prevenir el inicio del consumo de tabaco, si no se facilita desde las instituciones sanitarias la deshabituación tabáquica y no se desnormaliza el consumo de tabaco en la sociedad.
Publicado el 12 de enero de 2011 a las 13:30.