Sin pasión no hay emoción
La sociedad actual está castigando el deporte, empezando por el deporte base y subiendo progresivamente hasta el deporte amateur en adultos, y con ello me estoy refiriendo a la actual falta de pasión que los propios deportistas sienten con la modalidad de practica.
Echando la vista atrás, a un tiempo no muy lejano, recuerdo cómo la mayoría de las personas que practicaban un deporte intentaban buscar cualquier hueco en su tiempo libre para practicarlo, bien fuera en un equipo, con amigos e incluso en soledad, porque era algo que a todos nos apasionaba y llenaba nuestras vidas. Actualmente esas ganas de "jugar" ya no se tienen, la sociedad se ha acomodado demasiado a los horarios preestablecidos, las actividades programadas y los días que se repiten, lo que impide que haya modificaciones en nuestras agendas.
Otro factor muy a tener en cuenta, es también la disminución de respeto hacia "los mayores", es decir, cuando éramos pequeños queríamos jugar con los mayores, poder estar a su nivel y demostrar de lo que éramos capaces tratando de hacernos un hueco en futuras ocasiones en lugar de ser expulsados de las pistas polideportivas. Eso ya no se ve, cada uno juega con los suyos, no se quiere mejorar, no se pretende ser mejor y sobre todo no se quiere aprender con los que tienen un nivel superior (física o técnicamente), es más, ya ni se respeta cuando vienen "esos mayores" a jugar a nuestra pista.
En el deporte de competición está ocurriendo exactamente lo mismo, hace unos años el niño infantil que jugaba con el cadete era una gran promesa, el cadete que jugaba en junior era un fuera de serie y el junior que jugaba con el primer equipo era una estrella en potencia, y con esa filosofía los canteranos se dejaban la piel en los campos tratando de demostrar a los entrenadores de la categoría superior que ellos también podían estar ahí y ayudar al equipo cuando fuera necesario. Cada vez son menos los infantiles que se ven compitiendo en cadete, los cadetes que se ven en junior y los junior que se ven en sénior, pero lo que es aún más desolador es que los pocos que se ven lo hacen más como favor personal, por ayudar cuando es estrictamente necesario e incluso con desgana y dejadez motivado entre otras cosas por esa ruptura de la agenda tan establecida de la que anteriormente hablaba.
Como en todos los casos, siempre hay excepciones, y seguimos viendo por algún campo algún apasionado del deporte que compite en una categoría y en la siguiente, que entrena con mayores y pequeños, que juega con sus amigos en cuanto tiene la ocasión y que da la paliza a sus padres para que les compren un balón o les lleven a las pistas a jugar. Espero, que algún día podamos volver a ver ese entusiasmo que se ha perdido y que hace peligrar el verdadero espíritu del deporte.
Publicado el 16 de febrero de 2012 a las 15:15.