Archivado en: Eutanasia, Suicidio asistido, clínica Dignitas, Edward Downes
El suicido doble de Sir Edward Downes y su mujer Joan en la clínica Dignitas ha reabierto el viejo debate, hasta la fecha dormido, acerca del suicidio asistido.
Me ha hecho recordar el reportaje emitido hace meses en televisión '¿Derecho a morir?' -cuyo titular he utilizado en esta entrada-, donde Craig Ewert, un enfermo terminal, recibía ayuda para morir en las instalaciones de esta clínica suiza.
Conmovía comprobar cómo el propio enfermo decidía cuándo acabar con su vida, y las motivaciones que le llevaban a tomar tal decisión. Ewert, como el matrimonio Downes, parecen ser dueños de su propia vida. Increíble la normalidad con la que asumían el hecho.
¿Por qué un enfermo terminal no puede poner fin a su sufrimiento? ¿Es digna esta situación? ¿Es ético prolongar artificialmente la vida de un moribundo? ¿Lo es ayudar a morir?
Generalizar en estos casos no ayuda.
¿Y cuándo 'mientras hay vida hay esperanza' desaparece y sólo queda martirio?
Intento ponerme en el lugar de Sir Edward Downes, su mujer u otros -según la BBC 115 británicos han acudido a Dignitas para morir desde su fundación en 1998-. No soy capaz. Nos enseñan a aferrarnos a la vida pero no a que la muerte forma parte de ella.
El debate vuelve a la palestra.
Publicado el 15 de julio de 2009 a las 19:00.