Un optimismo (esperemos que) contagioso
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El triunfo de la selección española ante Alemania en el Mundial de Sudáfrica, que sitúa a la Roja a un paso de proclamarse campeona del mundo, ha sido un encuentro épico. No solo en el terreno deportivo, por la magia y el entusiasmo de los jugadores, por el entendimiento y el buen hacer de todo un equipo, que están a un paso de hacer historia -aunque para algunos ya forman parte de ella, al ser la primera vez que España llega a la final de un Mundial- sino también por lo que supone para el resto de los mortales, trabajadores y desempleados.
Diría que es positivo por varios “-ismos”. El primero, por el dinamismo que desprenden y parece ser contagioso y sobre todo por el optimismo que la ciudadanía parecía haber perdido -lógico ante el crisis económica, elevadas tasas de paro, presuntos casos de corrupción...- tras épocas de serlo demasiado. Aquello de “en el punto medio está la virtud” parece sonar muy lejano. Eso sí, en los informativos, y dada su relevancia, quedan relegadas por el triunfo de la selección otras noticias importantes como que el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha reducido las previsiones crecimiento para España para el próximo año hasta el 0,6 por ciento, frente al 1,3 por ciento que estima el Ejecutivo central y cuatro décimas menos que los pronósticos realizados por este organismo hace unos meses. Contextualizando: la zona euro también sufre cambios a la baja, con un crecimiento que el FMI sitúa en el año 2011 en el 1,3 por ciento. En Castilla y León, el Indicador de Confianza del Consumidor del segundo trimestre del año, de donde se extrae el grado de confianza de los consumidores por medio de sus expectativas personales de gasto y de su percepción de la situación económica, cae once puntos con respecto al trimestre anterior.
Así las cosas, no es precisamente de exceso de optimismo de lo que peca la sociedad, así que este tipo de acontecimientos podría servir para ayudar a sembrar confianza a todos los niveles, algo fundamental para poder recuperarnos, siempre que no se convierta en el siempre recordado ‘pan y circo’ que hace pensar que, al fin y al cabo y a pesar de los siglos, no somos tan diferentes.
Publicado el 9 de julio de 2010 a las 09:00.