El día en que el pelotón se escapó
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Damiano Cunego, de quien me hice admirador en su Tour más desgraciado, ganó el Giro de Italia (y cuatro etapas) cuando sólo tenía 22 años. Los italianos vieron al campionissimo Coppi reencarnado en aquel crío, pero han pasado seis años y nada: Cunego ha ganado clásicas de mucho prestigio, etapas en grandes vueltas, pero nunca ha vuelto a pelear por la victoria en el Giro, el Tour o la Vuelta. Él mismo anunció que renunciaba a disputar el triunfo final en esas grandes rondas.
En estos años, Cunego ha sido uno de los ciclistas que más ha levantado la voz contra el dopaje. Llegó a impulsar una campaña llamada "I'm doping free", que tenía como símbolo una pegatina con una cara sonriente que él y unos pocos deportistas más solían lucir.
(Foto: Cunego, el día en que se abrasó la barbilla, el pecho, los brazos y las piernas, y pedaleó 160 kilómetros sufriendo como un perro para no llegar fuera de control y no abandonar el Tour. Lo consiguió. Pero esa noche los médicos lo mandaron a casa. En el antebrazo izquierdo se aprecia la pegatina de la cara sonriente, el logo de su campaña contra el dopaje).
Hace un par de días declaró que esta vez sí, que se veía capaz de pelear por la maglia rosa de este Giro. En los últimos años, Cunego veía cómo corredores en apariencia más flojos que él volaban cuesta arriba y prefería no hacerse muchas preguntas. Pero muchos de los ganadores y protagonistas de los últimos Giros cayeron en los controles y las operaciones antidopaje: Di Luca, Riccó, Basso, Pellizotti... Y ahora Cunego dice que el pelotón le parece más limpio, que después de muchos años se ve de nuevo con posibilidades de luchar por el triunfo... Me gustaría que Cunego anduviera en la pelea hasta el final. Y, sobre todo, me gustaría mucho que nunca jamás lo pillaran haciendo trampas, por Tutatis.
Unos días antes, me gustó leer esta otra noticia: Gerdemann se ofrece para someterse a una
vigilancia constante durante el Tour y demostrar que se puede correr sin dopaje. Este alemán, que ya ganó una etapa y llevó el maillot amarillo en el Tour de 2007, también se está marcando un Giro estupendo. Esperemos que le quede gasolina para julio, que lleve un médico neutral pegado a la chepa durante todo el Tour y que encima gane una etapa o quede entre los diez primeros. Así los aficionados al ciclismo podremos volver a creer un poquito en los Reyes Magos.
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Yo sólo quería contar esto, pero hoy el Giro ha vivido una etapa de cinco estrellas. Parecía ciclismo de los años 50: nada de carreras que se resuelven con un par de demarrajes en el último puerto, sino una batalla que ha durado seis horas bajo la lluvia, en un continuo sube y baja, con el pelotón destrozado, en un ajedrez de tácticas, movimientos, jaques, encerronas, malas decisiones y muchos nervios. Y con una trastienda secreta que me encantaría conocer: ¿qué visitas, qué reuniones, qué pactos se celebrarían ayer en los hoteles de algunos de los equipos, para montar el zafarrancho que han montado hoy?
Hasta hoy, el Giro parecía cosa de dos: Vinokourov o Evans. Estirando un poco, podíamos esperar algo de Nibali. Siendo muy optimistas, de Basso. Y para de contar. En la primera mitad del Giro, Vinokourov y Evans han sido los más fuertes con diferencia. Pero ojo: los dos cuentan con equipos bastante flojos (ya sólo tienen cinco corredores cada uno).
Y yo no sé si ha sido casualidad pero hoy los equipos rivales han montado una batalla tremenda en la etapa más larga de todo el Giro (de las que ya no se estilan: 262 kilómetros), en un terreno rompepiernas sin un kilómetro de respiro, bajo un chaparrón. Se han escapado casi de salida ¡56 ciclistas!, que han llegado a tener 18 minutos de ventaja y han llegado a meta, desperdigados, con 13.
Ha sido el insólito día en que el pelotón se escapó. Y los líderes perdieron 13 minutos y quizá el Giro.
Quizá haya sido casualidad, pero algunos equipos parecían bien avisados para la que se montaba: han metido a sus líderes (Carlos Sastre, Wiggins, Arroyo...) , que ya no pintaban mucho, bien acompañados por varios gregarios y han destrozado a los equipos de los favoritos.
Hasta hoy, las dudas eran entre Evans y Vinokourov. Ahora, ¿quién se atreve a apostar por el ganador del Giro? Falta una última semana de etapas montañosas terribles. El líder es Richie Porte, un neoprofesional tasmano muy prometedor, contrarrelojista excelente, que se ha defendido con dignidad en las pocas montañas que han subido hasta el momento. Yo diría que no va a aguantar en las superetapas de los últimos días, pero tiene mucha ventaja. Segundo es David Arroyo, un escalador brillante, a menos de dos minutos. Carlos Sastre llevaba un inicio de Giro espantoso, en el que había perdido diez minutos entre despistes, caídas y flojeras, pero ahora es octavo a siete minutos de Porte y con una gran ventaja sobre los favoritos. Vinokourov está a diez minutos, Evans a once, Nibali a once y medio, Basso a doce...
Y ojo a otros tapados, que también han cogido muchos minutos y se resistirán como lapas: el sorprendente Kiserlovski, Xavier Tondo (supuesto gregario de Sastre, pero que estaba andando mejor que él, y está a cuatro minutos), el propio Gerdemann (a cinco y medio...).
Mojémonos: a Sastre se le ha puesto el Giro más a huevo de lo que jamás podría imaginar y probablemente irá a más en la durísima última semana, pero yo aún mantengo que Evans es el más fuerte con diferencia y digo que será capaz de remontar los cuatro minutos que le lleva el abulense y el porrón de minutos que le llevan los otros rivales. Lo digo completamente convencido... de que no estoy nada convencido. Vamos a ver un Giro espectacular.
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Sí, ciclismo de los años 50: todo este jaleo recuerda a Walkowiak, el ciclista que se arrepintió de ganar el Tour (es un capítulo del libro Plomo en los bolsillos)
Publicado el 19 de mayo de 2010 a las 22:00.