Tambor de oro
Archivado en: Donostia, Iñigo Olaizola
Los estadounidenses tienen la mala idea de investir a sus presidentes el 20 de enero, día de San Sebastián. Y así pasa lo que pasa. que el acto queda eclipsado. Lo siento, Obama, pero ayer fue el día de Iñigo Olaizola.
Iñigo es fundador y director de la Donosti Cup, un torneo de fútbol que todos los años trae a San Sebastián a miles de jóvenes de todo el mundo. Los datos son tremendos: en 17 ediciones, por el torneo han pasado 2.649 equipos de 48 países de los cinco continentes; en total, unos 48.000 futbolistas y 12.000 acompañantes. Por la promoción turística y la buena imagen que da de San Sebastián, porque fomenta los valores más nobles del deporte, porque impulsa el encuentro entre chavales de todo el mundo, a Iñigo le dieron ayer el Tambor de Oro, el máximo galardón que otorga la ciudad.
Iñigo, por cierto, es mi tío. Me lleva sólo nueve años, así que para mí es una especie de primo mayor. Y soy padrino de Sara, su hija de 8 años, que ya organiza buena parte del torneo.
Menos mal que los guipuzcoanos no lloran -nos limitamos a apretar con fuerza el esternón- porque lo de ayer fue un chute de emociones monumental. Al mediodía, en el salón de plenos del Ayuntamiento, a Iñigo lo arroparon el alcalde, los concejales, una ministra, diputados, una tamborrada, dos dantzaris, directivos de la Real Sociedad, antiguos participantes en el torneo (Xabi Alonso, con un testimonio grabado en vídeo, Iñigo Díaz de Cerio y Xabi Prieto) y, sobre todo, el equipo organizador de la Donosti Cup (una cuadrilla de entusiastas que ya no podían más con el esternón y aflojaron lacrimal) y el numeroso clan de los Olaizola (desde la madre-abuela-bisabuela Maritxu, de 85 años, que dejó las muletas para llegar caminando con elegancia hasta el salón, hasta la bisnieta Najwa, de 28 días, presente en la pantalla de un móvil, pasando por una treintena de hermanos, cuñados, tíos, primos y sobrinos).
A mí me tocó hacer la semblanza de Iñigo y del torneo. Subimos al atril yo y las neuronas que habían resistido la gargantuesca cena de la víspera, las casi cuatro horas de tamborrada, el champán, los ingeniosos diálogos con la tuba y unas pocas horas de mal sueño, agitado por pesadillas en las que me quedaba en blanco delante del salón abarrotado. Yo trabajé varios años en el área de prensa del torneo, pero hace unos días me junté con Iñigo para que me contara con detalle la historia del torneo. Aquí van algunas de las batallitas sobre los inicios:
"En las capas arqueológicas de esos primeros años tenemos vestigios muy interesantes. Por ejemplo: la primera oficina de la agencia Ari Sport, embrión de la Donosti Cup , que estaba situada en un piso del callejón Arroka, en Amara Viejo. El piso era de una señora mayor, tía de uno de los socios de Iñigo por aquel entonces. El problema era que esta buena señora vivía en el piso: se despertaba por la mañana, se marchaba a otro piso cercano y entonces dejaba libre el salón de su casa para que lo usaran como oficina. Y bueno, parece que algunas veces los clientes de la agencia llegaban a la supuesta oficina y se cruzaban con la señora en bata por el pasillo...
Luego pasaron a alquilar unas oficinas por horas: cuando llegaba un cliente, tenían que colocar pósters y trofeos para que pareciera que la oficina era suya. Empezaron las grandes inversiones: pidieron un crédito para una máquina de escribir...Y por fin, en la Semana Grande de 1992, se inauguró una Donosti Cup de 32 equipos, con un partido Real-Athletic de juveniles, con la tamborrada Anastasio y con una gran caja de la que debían salir volando globos y palomas. Pero los globos llevaban horas dentro de la caja, se fueron deshinchando, y al abrir la puerta... allí no voló nada. Y las palomas, en fin, salieron unas pocas, aturdidas, se posaron en el cajón, mirando al público, y tuvieron que ir los dantzaris con las espadas para azuzarlas.
Con estos inicios tan prometedores, el torneo empezó a crecer. La primera oficina permanente llegó gracias al hotel Amara Plaza, que cedió a Iñigo una habitación para que se instalara en ella durante todo el año. Esto creó algunos equívocos, por ejemplo cuando Iñigo buscó una secretaria nueva. Él citaba a las candidatas en la habitación 101 del Amara Plaza, y claro, las chicas, por si acaso, se presentaban con sus madres".
Y un par de párrafos finales sobre la internacionalización del torneo:
"Los jugadores y los propios organizadores fueron descubriendo la tranquilidad absoluta de los nigerianos, la disciplina férrea de los rusos, las celebraciones vistosas de los equipos sudamericanos y, en especial, el agradecimiento y la enorme ilusión de aquellos chavales de países pobres que han venido invitados por la organización. Porque en estos años, la Donosti Cup ha invitado a nuestra ciudad a equipos sin medios económicos de países como Perú, El Salvador, Colombia, Rusia, Rumanía, Nigeria, Senegal... En el 2008 trajeron desde Israel un equipo mixto de jugadores árabes y judíos. Y en el 2009, ya lo podemos adelantar, el torneo quiere invitar a un equipo de mujeres guaraníes que viven en zonas remotas de Bolivia, unas mujeres que son madres y futbolistas.
El torneo ya es mucho más que un evento deportivo, es una referencia internacional de encuentro, convivencia y paz, premiado incluso por UNICEF. Y el hecho de que se asocie nuestra ciudad con valores como el encuentro y la convivencia es un mérito indudable para que al torneo se le conceda el Tambor de Oro".
-Aquí está la semblanza completa de Iñigo Olaizola y de la Donosti Cup.
-El Diario Vasco publica una galería de fotos: el salón de plenos con la tamborrada, las chicas de la Donosti Cup, los futbolistas, mi discursito, la primera fila durante mi discursito, Iñigo recibe el tambor (1, 2, 3).
-Homenaje a un equipo de oro (Noticias de Gipuzkoa).
Publicado el 21 de enero de 2009 a las 16:00.
