Pereza periodística
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Además del plagio (no he recibido respuesta al mail que escribí a Ocho Leguas hace ya cinco días), últimamente he recopilado unos cuantos vicios periodísticos.
-La futurología. El horóscopo pasa a la portada: "Los vascos gastarán 102 euros de media en las rebajas", anunció un diario el 7 de enero. Luego añadía que ese dato supone un 15% menos que el año anterior. El periodista no narra hechos ni analiza posibilidades; le ponen en la mano un informe estadístico de una organización de consumidores y se lanza a predecir el futuro con un detalle asombroso: los productos más consumidos serán las prendas de ropa (71%), los complementos (13%) y las nuevas tecnologías (8%). ¡Controla hasta el último calcetín que nos vamos a comprar! Incluso explica las razones de esta tendencia, que ya da por confirmada antes de que empiecen las rebajas: "Este retroceso se debe a que el alza de los precios básicos, unidos a los gastos extra durante las fiestas, tiene muy debilitada la economía de los consumidores". Ahí está la clave. La predicción estadística (en ningún momento se explica cómo se ha elaborado) encaja con una idea previa: estamos en crisis, así que seguro que gastamos menos en las rebajas. Pues mira, lo voy anunciando ya en la portada, para qué esperar a que pasen las rebajas y salir a preguntar a las tiendas. Pereza.
-El cotilleo más cruel. A principios de diciembre, el hijo adolescente de un famoso actor apareció muerto en el baño de su casa. Sufría una enfermedad grave desde la infancia. El 6 de enero, cierto diario publicó en su contraportada un texto vomitivo que arrancaba así: "Empiezan a surgir especulaciones, algunas de ellas inevitables dada la fama del progenitor, sobre la muerte de J., el hijo mayor de X". ¿Empiezan a surgir? ¿Inevitables? Las especulaciones no son un fenómeno meteorológico, mangarrán, las estás creando tú.
"Se cuestionan detalles importantes del caso y, de paso, se examina con lupa cómo era de verdad la relación padre-hijo, muy alabada desde el círculo cercano de la familia y, sobre todo, por la prensa rosa norteamericana". ¿Quién los cuestiona? ¿Qué detalles? ¿Qué hay de extraño en esa relación padre-hijo? El supuesto periodista no concreta nada en todo el texto: puras insidias sin ningún fundamento, cotilleos morbosos y malintencionados. "Varios medios de comunicación recogen informaciones que contradicen la versión inicial sobre el hallazgo de su cuerpo. Según esas fuentes...". ¿Qué medios? ¿Qué fuentes? Eco, eco...
Más adelante, un párrafo empieza con esta frase: "Y las especulaciones han disparado otras más graves, sobre la calidad del cariño que X. sentía por J.". El resto del párrafo no cuenta ningún hecho que muestre falta de cariño, sino todo lo contrario: menciona las habituales declaraciones amorosas del padre sobre su hijo, las "miles" de fotos "entrañables" en las que aparecen juntos incluso en los rodajes... ¿Dónde leches están las dudas sobre "la calidad del cariño"?
Aquí tenemos de nuevo una enorme pereza: en vez de tomarse el trabajo de buscar informaciones rigurosas, contrastarlas, preguntar a gente que conozca de cerca el asunto (con el riesgo, claro, de que le desmonten esa película truculenta que se ha ido montando en su cabeza), se dedica a insinuar cuatro rumores. La pereza está en la base de casi todos los fallos periodísticos. Si le añadimos una insensibilidad absoluta y una incapacidad para ponerse en la piel del protagonista, conseguimos esta lamentable pieza que merece pasar al museo de los horrores periodísticos (guardo el recorte, por si algún profesor lo quiere utilizar como ejemplo).
-El entrevistador en la hamaca. Entiendo que un entrevistador envíe sus preguntas al entrevistado por correo electrónico... en un caso excepcional, si no hay manera de hacer la entrevista en persona o al menos por teléfono. Pero veo que esta práctica se va normalizando. En este par de meses, desde que publiqué Cuidadores de mundos, me ha ocurrido en tres ocasiones. En el último caso, un periodista me manda un cuestionario de diez preguntas y me indica el número de líneas que debería ocupar cada respuesta para no tener que recortarlas después. Y me pide que se las envíe lo antes posible, porque anda con urgencias. A mí, como entrevistado, este juego me viene fenomenal: la entrevista la escribo yo, con las palabras exactas que quiero publicar, sin depender del criterio del entrevistador, de su selección, de alguna posible malinterpretación. Chévere. El entrevistador se limita a enviar diez preguntas por mail, pegar las respuestas tal cual y extraer un titular. Un cuestionario por correo no deja opción a conversar, a descubrir en las respuestas del entrevistado algún tema inesperado, a repreguntar. ¡Perezón!
Recuerdo esta frase, no sé de quién: la entrevista es el género en el que uno pone las ideas y el otro cobra. Generalmente no estoy de acuerdo (yo mismo gano unos dinerillos de vez en cuando haciendo entrevistas, y aseguro que me llevan muchas horas de documentación, conversación, transcripción, edición...). Pero en las entrevistas por mail, la frase resulta completamente cierta. El entrevistador no es más que el guardián de la barrera: si quieres salir en el periódico, escribe tú mismo tu propia entrevista, yo la cobraré y te la publicaré. A mí me compensa. A él también. Pero una preguntita: ¿esto es periodismo?
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-Bola extra: el blog Malaprensa comenta el espectacular bulo matemático difundido por cierta columnista . Pereza hasta para teclear una división en la calculadora.
-Para recuperar la fe en el buen periodismo, que abunda, conviene visitar asiduamente La buena prensa.
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Publicado el 13 de enero de 2009 a las 11:45.