Un dedito contra el hambre
Archivado en: Batido de coco, Facebook
Seamos críticos, seamos despiertos, denunciemos a las grandes instituciones que tengan responsabilidades en las grandes injusticias de este mundo. Claro que sí. Ojalá hubiera muchos más críticos rigurosos, con argumentos, entusiasmo y poder suficiente para poner el dedo en tantas llagas. No dejemos a ninguna persona ni a ninguna organización fuera de nuestro juicio crítico. ¡A por ellos!
Pero no seamos hipócritas. No gritemos tanto si no somos capaces de exigirnos nada a nosotros mismos.
El creador de una página de Facebook llamada "Cambio los tesoros del Vaticano por comida para África" se alegra de dos datos: han superado el millón de personas apuntadas a la página y han recaudado 3.000 euros para Médicos Sin Fronteras (es decir: hacen falta diez de esas personas para juntar tres céntimos de euro).
No dudo de las buenas intenciones de ese millón de personas, seguramente tienen un gran corazón. Me alegro de verdad por esos 3.000 euros, que mejorarán la vida de alguien, y agradezco su esfuerzo al impulsor de la colecta.
Pero no nos engañemos: apuntarse contra el Vaticano no cuesta nada y esta iniciativa ofrece un retrato perfecto de nuestra solidaridad de chiripalo. ¿Quién se apunta a acusar a otros de las injusticias de este mundo? Cientos de miles de voluntarios alzan la mano. ¿Quién está dispuesto a levantarse del sillón y hacer algo real contra esas injusticias? Las manos en los bolsillos y a silbar. Entre ese millón de personas tan concienciadas, ¿cuántas contribuyen contra la pobreza con alguna iniciativa que de verdad les exija algo, les suponga algún tipo de esfuerzo, algún sacrificio? Hablo de muchas más cosas que una limosna, por supuesto, pero el dato de la recaudación no es precisamente muy alentador.
Todas esas personas olvidan un detalle muy importante: cualquiera de ellos es millonario en comparación con los hambrientos de África de quienes dicen compadecerse. Está muy bien que el Vaticano venda sus tesoros pero ¿cuántas personas entre ese millón de exigentes están dispuestas a cambiar sus tesoros (el coche, el frigorífico, la lavadora) por comida para África?
Somos unos maestros del hablar y no hacer nada. Buscamos a algún culpable lo suficientemente grande y malvado como para que nuestras responsabilidades, tan pequeñas, no parezcan dignas de ser juzgadas. Y así nos sentimos con la conciencia tranquila aunque nunca movamos un dedo. O sólo uno: el de hacer click en Facebook.
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Con la rabia que me da escribir sermones...
Publicado el 6 de noviembre de 2009 a las 11:15.