Tauromaquia
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Me dirán que es una exquisita ceremonia trenzada con fases, ritmos y movimientos; que compone escenas de un gran atractivo plástico; que alcanza momentos de una tensión vertiginosa y fascinante; que requiere habilidad, talento, fuerza, valor; que constituye un arte y una tradición muy arraigada y muy rica; me contarán metáforas sobre la vida y la muerte, el hombre y la naturaleza, y no sé qué más cosas.
También me alegarán que otros animales viven en condiciones mucho peores, apretujados en granjas y maltratados, o empujados a la extinción. Y que hay injusticias, maldades y crímenes mucho más graves en este mundo.
Pero el hecho central de las corridas de toros -torturar un animal y matarlo atravesándolo con una espada- constituye una brutalidad demasiado espantosa como para que cualquiera de esas razones consiga maquillármela. Es un acto atroz. Y convertirlo en fiesta es cruel.
Publicado el 18 de agosto de 2009 a las 23:30.