Menchov en la recta de Estafeta
Archivado en: Ciclismo, Giro de Italia, Denis Menchov, Danilo Di Luca
Imagina que eres Denis Menchov, uno de los mejores ciclistas del mundo, y que te llaman "ruso de hielo" porque pareces frío, calculador, inexpresivo. Imagina que sales de tu casa en Mutilva Alta, cerquita de Pamplona, donde vives desde hace doce años, y a principios de mayo te vas a Italia. Te pasas tres semanas pedaleando por todo el país, tres mil kilómetros de norte a sur y de sur a norte, escalando Dolomitas, Alpes y Apeninos. Ganas dos etapas y te vistes la maglia rosa. Pero te resopla en el cogote un morlaco llamado Danilo Di Luca, un italiano furioso al que sólo llevas unos segunditos de ventaja, un ídolo local que te ataca, te ataca y te ataca, entre el delirio de la marabunta tifosa, un día sí y otro también. Te ataca hasta la asfixia en cada repecho, en cada descenso, en cada puerto, en cada llegada. Te obliga a esprintar por las bonificaciones de las metas volantes hasta la penúltima etapa.
Imagina que después de tanto sufrimiento y tanta tensión llegas a la contrarreloj del último día con sólo 20 segundos de ventaja. Y te tienes que jugar la maglia en un callejeo peligrosísimo por Roma, plagado de curvas traicioneras, de adoquines barnizados con sirimiri, 23 curvas de Mercaderes en las que entras a mil pulsaciones, acechado por las cornadas del cronómetro. Tu rival italiano ha arrancado tan fuerte que pronto te quita 5 de los 20 segundos que guardas. Vas salvando una a una las 23 curvas, sin inclinarte demasiado para no caer y perderlo todo, pero sin frenar demasiado para no ceder tiempo y perderlo todo. En las rectas pedaleas con los muslos, los gemelos, el corazón, el alma y las pestañas, para no perderlo todo.
Imagina que entras por fin en el último kilómetro, que ya no hay más curvas peligrosas, que te anuncian que ya tienes la victoria en el bolsillo porque has ganado terreno al italiano. Y entonces, a falta de 900 metros, en un tramo tan recto como la calle Estafeta, te pegas un estacazo así:
Después de levantarte del suelo, después de subirte a una nueva bici, después de tardar una eternidad en enganchar los pedales, después de rodar a empujones el último kilómetro, cruzas la meta junto al Coliseo con el costado derecho abrasado y el terror metido hasta el tuétano.
Entonces te dicen que sí, que a pesar de la caída has ganado el Giro. Y por muy ruso de hielo que seas, pues claro, te pones así (o como en los segundos 50-58 del vídeo anterior):
Y mira qué susto se han pegado tus compañeros de equipo, que estaban en el autobús viéndote por la tele...
PD: Hace unos días Denis Menchov perdió a uno de sus mejores compañeros de equipo: el ermuarra Pedro Horrillo, que se despeñó por un barranco de 80 metros en los Alpes. Un equipo de rescate alpino tardó veinte minutos en localizarlo y sacarlo en helicóptero del fondo del precipicio. Horrillo se rompió el fémur, la rodilla, un montón de costillas, se hizo un traumatismo craneal y un traumatismo torácico muy grave. Estuvo en coma inducido varias horas. Ahora se recupera en la Clínica Universitaria de Pamplona, muy cerca de la casa de Menchov.
Publicado el 1 de junio de 2009 a las 11:00.